Consigna: "Escribamos
un texto en el que los adjetivos empalaguen. Un texto en el que,
incluso el autor, que normalmente es el crítico más ciego, reniegue de
semejante escrito".
Ejercicio de Ignacio
Me voy a dar un atracón de adjetivos hasta que se me
indigesten y me ponga a vomitar, me dije; pero no me sucedió nada de eso, antes
al contrario empecé a sentir una especie de exaltación embriagadora, como si
los adjetivos estuvieran empapados en cognac o en whisky: sus vapores intensos
y perfumados se me colaban por los agujeros de la nariz inundándome los
pulmones. Cuantos más adjetivos escribía, más necesitaba escribir. Mi mujer me
miraba inquieta: ¿qué te pasa, Ignacio?, tienes los ojos brillantes de fiebre y
la respiración agitada, ¿no te habrás metido un chute de vete tú a saber qué
porquería? Son adjetivos, le dije. No sabía que produjeran adición. Ayúdame por
favor. Me llevó a consulta y el facultativo que me atendió meneó la cabeza
preocupado ¿A quién se le ocurre hacer un uso tan inmoderado de los adjetivos?
¿Se ha vuelto loco? Tendremos que ingresarle durante unos días para someterle a
una cura de desintoxicación. Le advierto
que la Seguridad Social no corre con los gastos en caso de enfermedad por
imprudencia temeraria. Necesito su tarjeta de crédito.
Así que ahora estoy enfermo y arruinado. Cuando salga del
nosocomio pienso contratar a un abogado y presentar una demanda contra el
taller por atentado contra mi integridad física, contra mi salud mental y
contra mi felicidad conyugal. Hay que exigir responsabilidades.
Crónica
de sociedad
En la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Milagros,
ricamente engalanada, contrajeron cristiano matrimonio el señor don Mariano R.
y la agraciada señorita de origen teutón Doña Ángela M.
Ofició la ceremonia don Antonio María SJ quien, con
anterioridad y gracias a la privilegiada situación que ocupa en los tribunales
eclesiásticos competentes, había obtenido todas y cada una de las dispensas
necesarias.
Con mano temblorosa, firmaron el acta como testigos
destacados y venerables estadistas; pudimos reconocer entre otros (a pesar de
lo deteriorados que estaban por la edad o por el alcohol) al Zar de todas las
Rusias, Boris Esputo; al vaquero americano, Billy el Becario; al Cavaliere
italiano, Casanova, cuya presencia fue una de las más aplaudidas por ir
acompañado de una despampanante modelo de firmes muslos y exuberante pechera.
Cameron de la Isla entonó desde el coro los salmos y las loas de rigor.
Sus Altezas Reales, los Reyes de España, desgraciadamente,
no pudieron acompañar a los desposados por hallarse cazando elefantes salvajes
en los lejanos confines del África austral.
Esta ausencia causó hondo pesar entre todos los asistentes
En el emotivo momento de darse el sí, hubo de intervenir
como intérprete el conocido escritor, académico y futuro Premio Nobel, don
Javier Marías, ya que ninguno de los dos
contrayentes es capaz de hablar con la necesaria fluidez el idioma del otro.
La sana alegría que debía estallar a la salida de la iglesia
fue empañada por una ruidosa
manifestación de alborotadores profesionales que gritaron insultos soeces,
trataron de agredir a los atemorizados contrayentes y desplegaron enormes y
horribles pancartas con consignas políticas y reivindicaciones absurdas de
marcado tinte bolchevique. Gracias a Dios Todopoderoso, la fuerza pública,
sabiamente dirigida por sus agudos mandos, y utilizando los medios
adecuados, procedió de forma contundente
a despejar la amplia plaza de la iglesia y sus más próximos aledaños poniendo
fin al bochornosos espectáculo
Después de la ceremonia religiosa, los nuevos y jóvenes
esposos, a quien deseamos larga felicidad, emprendieron costoso viaje a las
islas Malvinas, actualmente bajo férrea soberanía inglesa, no sin antes hacer
una escala en Gibraltar (¡Gibraltar español!) y otra en el conocido coto de
Doñana donde la Ilustre Dama pudo admirar varios soberbios especímenes, típicos
de la más genuina fauna ibérica: machos, ciervos, pardillos, ardillas, etc
Nuestros queridos lectores nos perdonarán si no publicamos
fotos de la ceremonia nupcial ni de la alegre fiesta campera que fue ofrecida
en honor de los miles de ilustres invitados. Ambos contrayentes tienen firmado
un contrato exclusivo y millonario con el suplemento dominical de un conocido
rotativo (callamos su nombre porque no queremos dar alas a la competencia y más
si esta es desleal). Cuando nuestro humilde reportero quiso hacer acto de
presencia en dicha fiesta campera, portando bien a la vista su carné
profesional, los brutales y fornidos guardaespaldas que custodiaban la entrada
del cortijo le impidieron el paso, aduciendo que obedecían órdenes estrictas.
Y, ante la educada pero firme insistencia de nuestro colaborador, procedieron a
destrozarle el valioso material que portaba consigo. Acto seguido le dieron de
hostias, como consta en el certificado que obra en nuestro poder y en el parte
médico oficial que publicó el Hospital del Niño Jesús de Huelva, donde fue
atendido de múltiples y graves contusiones.
Al margen de estos lamentables sucesos, fuentes generalmente
bien informadas pretenden que la desposada, la que fuera el Terror de los
Países del Sur, tiene ya muy apolilladas las neuronas, no se entera de nada y
cree que ha contraído matrimonio con Gegis Khan. Las mismas verídicas fuentes
señalan que el esposo, no habiendo podido cumplir con el débito conyugal, gestiona el alquiler de una severa celda
monacal en el monasterio imperial de Yuste donde piensa retirarse con su mujer
después de haber repartido entre los pobres los cuantiosos bienes muebles e
inmuebles que ambos poseen.