La
despedida resultó áspera y a la vez sencilla, un adiós que por su brevedad
ponía los pelos de punta, para mí supuso un descargue de un peso que llevaba
mucho tiempo aguantando, para él, quise pensar que lo mismo...
Seguí
con la rutina de mi vida y retomé situaciones y sensaciones que hacía tiempo
había dejado atrás, tomar una cerveza con los amigos era impensable y el café
en casa de mi amiga Marta que durante años formó parte de nuestras vidas, lo
tuve que apartar porque a él no le gustaba y yo, odiaba las
discusiones. No podía ir sola a la playa porque pensaba que me esperaba un
amante y el día que me retrasé de la llegada del trabajo, me montó la de dios.
El tiempo
todo lo va poniendo en su sitio aunque todavía, al ir sola por la calle miro
hacia atrás, me da la incómoda sensación de que alguien me sigue...
Pero lo
importante de todo esto es que como siempre digo he empezado de nuevo, tomé
decisiones acertadas y todo salió bien. Pensando así, ésta mañana de éste
invierno recién estrenado toqué en casa de Marta, era un puente largo y
pensábamos disfrutar al máximo de los días libres. Mi amiga abrió la puerta y
al ver mi cara desorbitada por las emociones, me hizo pasar al salón preguntándome
con insistencia lo que me pasaba. Como no me salían las palabras le pasé el
periódico que venía leyendo.
Ella se
quedó con la misma cara que yo traía. En la página de sucesos, en caracteres
enormes, venía la esquela de Julián.
" Pero...como...Julián.
Nunca pensé...como fue?.. Dios... Voy a llamar..."
"Espera, le
dije, respirando con fuerza, " serenémonos un poco".
Eso fue lo
que intentamos conseguir, pero los nervios nos podían Marta hizo un té ligero y
mientras nos lo tomábamos llamó a un conocido en la policía.
Cuando
terminó de hablar con él, se sentó frente a mí, el té ya frío dando vuelta en
sus manos, silencio absoluto entre las dos, se volvía a notar que era puente,
que no había nadie en los alrededores, que la gente disfrutaba de sus días en
el campo o playa. La frase me cayó como un jarro de agua fría :" se
suicidó".
Me quedé
quieta y sin palabras. Sólo encontré una: "no".
Después
vinieron las explicaciones. Lo conocía demasiado bien, era un narcisista de
tomo y lomo aferrado a la vida y disfrutaba de ella al máximo, antes de
suicidarse, mataría a otra persona. Según pronuncié esas palabras me arrepentí,
porque no es lo mismo pensarlas que oírlas.
Marta
emitió una especie de quejido y se hundió aún más en el sillón, parecía a punto
de desaparecer como tragada por él.
" Mira,
Marta", le dije, "no me eres de mucha ayuda si
continuas con esa simbiosis que has hecho con el sillón, saca la fuerza y el
carácter que llevas dentro, recuerda que se supone que la que tiene que estar
preocupada soy yo".
Al parecer
mis palabras hicieron efecto, se incorporó y fue a preparar café fuerte, tenía
infusiones para cada situación y momento emocional, era así.
" Bueno,
no se si está muerto, pero suicidio seguro que no,le dije, llama
otra vez a tu policía y dile si se ha encontrado el cuerpo."
La
contestación del amigo fue tajante, el cuerpo no se había encontrado, pero
había varios testigos que lo vieron tirarse al río mientras se desembarazaba de
sus pertenencias, todos sus documentos los dejó en le puente.
" No
tuvo porqué ser él", repetí, en medio de una crisis de
histerismo, "alguien se tiró, pudo ser un buen nadador, Julián lo és, y
dejar los documentos atrás." La voz me temblaba mientras hablaba
y las lágrimas pugnaban por salir.
Marta me
dio la razón, creo que más bien por tranquilizarme y se marchó de nuevo a
la cocina a preparar tila según dijo. Sonó el teléfono y me gritó que lo
cogiera, levanté el auricular y por más repetidos "dígames" nadie
contestaba, sólo una respiración fuerte que me resultó siniestra, al otro lado,
pero no era mi casa, nadie sabía que estaba allí...
De pronto
la respiración se convirtió en en un susurro oscuro que musitó: "mooriiraassss!!!".
Tranquilamente,
me desmayé.
Me
desperté en pocos segundos, Marta asustada a mi lado, el teléfono seguía
descolgado y ella me daba ligeras cachetaditas mientras me llamaba. Estoy bien,
le dije. Me senté de nuevo en el sillón, desmadejada y temblando.
Marta, le
hablé como medio muerta, estoy en un apuro, no se como voy a salir de ésta,
nadie me va a creer, lo sé, sé lo que pasa en estos casos, te toman por loca, ¿
te das cuenta de lo que ha pasado con esa llamada?, !me han seguido hasta tu
casa! no le he dicho ha nadie que venía aquí.!A nadie!.
Dicho
ésto, empecé a llorar amargamente mi cuerpo convulsionando en espasmódicos
sollozos, me sentía a punto de desmayarme otra vez.
En esto el
timbre de la puerta nos apartó de lo nuestro, Marta se levantó a abrir, afuera,
los más imbéciles de nuestros amigos disfrazados : ¿ TIENEN CARAMELOOOOSSS???
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