sábado, 1 de marzo de 2008

Organismos

Fernando Tuñón

Inicio: 11/01/2007.

      La ciudad entera es un enorme cuerpo.- Me dijo Cacho, sin inmutarse.
      -Te está haciendo mal la cerveza. -Le dije con mala cara y mirándolo de costado.
      -Te digo en serio.- Insistió. -Los edificios y las casas son su cuerpo, las calles su sistema circulatorio, los sistemas de comunicación sus sentidos, la red cloacal su sistema excretor, su gobierno el cerebro. Te digo que vivimos en un cuerpo gigantesco. - Me dijo muy serio.
      En ese momento, dos corpulentos hombres vestidos de blanco entraron al local y se dirigieron hacia nosotros. Sin decir palabra, tomaron a mi amigo Cacho por las axilas y se lo llevaron entre protestas y empellones. Miré atónito al mozo.
      - Linfocitos.- Me dijo con cara de nada mientras secaba desganadamente una copa. Le dije mil veces que con los glóbulos blancos no se jode.
Fin: 11/01/2007

Organismos II.

Inicio: 06/04/2007.

      La noche se presentaba glutinosa, caliente y húmeda. A esas horas de la madrugada la oscuridad de la noche solo dejaba traslucir fragmentos de la enorme ciudad en millones de pedacitos anaranjados, como una gran retícula amorfa y caótica. Más allá, los ambiguos contornos del paisaje solo eran demarcados por la difusa claridad lunar. En el centro, todo era un contraste de luz violenta, neones agresivos y vidrieras amigables, contra el anonimato de un callejón sin nombre y sin luz, habitado solo por gatos e indigentes. Al amparo de uno de ellos, de unos cuantos metros de oscuridad, vivía Juan. Por único patrimonio, aquella oquedad llena de basura, perros y tinieblas, pasaba allí las noches hasta que la luz diurna lo empujaba a la calle a pedir limosna. Cuando vio los dos extraños contornos humanos en la entrada, intuyó que no iba a ser una noche cualquiera. Las dos formas caminaron hasta él. Los vahos del alcohol barato, la mala o nula alimentación y el sueño salteado y tortuoso habían minado su conciencia, pero supo y pudo darse cuenta que no eran como él; sus ojos rojizos y oblicuos y su andar extraño los delataron. También su falta de ropas, de pelo y de sexo. Estaba demasiado débil y adormilado para resistirse cuando le insertaron aquel extraño instrumento en su cabeza, mientras un cosquilleo eléctrico le recorría cada nervio de su humanidad dejada de la mano de Dios. No los escuchó hablar, pero sí comunicarse.
      -”Anotá, mil setenta y dos coma cuatro.”
      -”Bajo. Muy bajo. Con este registro kármico no hacemos nada.”
      -”Nosotros sólo hacemos las lecturas. Vos no te calentés.”
      -”Cuando les llegue la factura va a ser la cosa. Sigamos, quedan varios medidores más.”
      -”Listo, vamos.”
      Las sombras de la noche y el alcohol no le permitieron determinar su partida ni el objeto de su visita, pero, así y todo, un regusto amargo lo invadió. Miró su botella. Estaba vacía. Y para peor, el boliche de la vuelta, el único que le fiaba de vez en cuando, estaba cerrado a esa hora.

Fin: 07/04/2007.

Organismos III.

      Salí a la calle cerca de las seis de la mañana. El ambiente pesado y turbio del local ya me escocía los ojos y el exceso de alcohol que circulaba por mi sangre me pedían a gritos una bocanada de aire libre. Ya sentado en un banco maltrecho, encendí un cigarrillo, mientras respiraba hondo y disfrutaba el silencio de la noche. Cada vez que se abría la puerta del lugar, una inundación de música machacona e insoportable escapaba como del infierno, junto a vaharadas de humo y sudor. Al lado del local, un callejón de frente menguado, pero profundo como la noche misma, refugio temporal de aquellos vencidos por el alcohol, el ruido y el frenesí. A algunos los traía de vuelta el amanecer. A algunos otros no. Maldiciones, escupitajos mal disimulados e insultos en voz baja fueron el preámbulo a la aparición de aquel individuo. Luego de escupir aparatosamente en la vereda un par de veces, se percató de mi existencia, con una mirada entre frustrada e impotente. Sus ojos inyectados en sangre y unos colmillos filosos sobresalientes de entre los labios daban cuenta de su condición de vampiro. Volvió a escupir sobre la vereda.
      - Es la última vez.- Dijo, con voz furiosa. - Nunca más muerdo a un borracho en un callejón. No hay caso, no hay nada peor para la gastritis como el alcohol barato.-
      Y se alejó calle abajo.

Principio y fin: 08/04/2007.

3 comentarios:

  1. Me parece acertada la decisión de Carlos de incluir estos tres textos en forma conjunta. Evidentemente, se nota que el autor está trabajando en un tema común, y estos tres breves cuentos podrían ser parte de algún trabajo de mayor extensión, emparentados con la misma temática.
    Lo primero que destaco, es que están bien escritos, con un lenguaje muy parejo, se nota que Fernando tiene cierta experiencia con la escritura, y bastante conocimiento sobre lo que pretende narrar, y cómo.
    I
    No hay preámbulo, ni introducción, y es un acierto. Desde las primeras frases se percibe el planteo a pesar de la brevedad del texto, y ya estamos ubicados en el tema. Uno de los personajes, Cacho, dice que la ciudad tiene vida propia, similar a la del hombre o los animales. El otro, el relator en primera persona, duda, sospecha que los dichos de su amigo están influenciados por el alcohol que están tomando. Cacho insiste, y en eso dos individuos entran y se lo llevan a Cacho, que los llama linfocitos, justificando su planteo ¿paranoico? Redondito el cuento, como corresponde a este tipo de relatos tan breves.
    Lo transcribo al final, con algunas observaciones.
    II
    Otra vez un personaje sumido en los efectos etílicos. Si esta característica se siguiera repitiendo, podría llegar a hablarse de un exceso. Yo vigilaría este tema, sobre todo po rque veo que sí se repite en el próximo relato, y también en el primero. A menos, por supuesto, que en realidad lo común sea esto, y no los organismos como personajes.
    En este hay una aparición de extraterrestres, o algo parecido. Me parece bien que no se los defina, que su verdadero significado nos quede abierto. Y también veo correcto que estos personajes extraños utilicen nuestro mismo lenguaje coloquial.
    En los primeros tres renglones hay un solo que se repite tres veces. Esta palabra en este caso debe ir acentuada, sólo.
    III
    Otra vez los efectos de una borrachera. Y un vampiro. Esta historia ya la conocía, pero como un chiste y no en forma de relato.

    Algunas observaciones sobre la forma:
    Se refieren al uso del guión entre diálogo y texto. Generalmente se utiliza guión largo, lo digo a pesar de que aún no he terminado de incorporarlo a mis textos, pero lo reconozco y estoy en eso. La verdad, no lo vengo usando por una cuestión de comodidad, pero es lo correcto.
    Y también al uso de la coma y el punto cuando andan estos guiones de por medio.

    La ciudad entera es un enorme cuerpo. - Me dijo Cacho, sin inmutarse.
    La ciudad entera es un enorme cuerpo -me dijo Cacho, sin inmutarse.

    -Te está haciendo mal la cerveza. -Le dije con mala cara y mirándolo de costado.
    -Te está haciendo mal la cerveza -le dije con mala cara y mirándolo de costado.

    -Te digo en serio.- Insistió. -Los edificios y las casas son su cuerpo, las calles su sistema
    -Te digo en serio -insistió-. Los edificios y las casas son su cuerpo, las calles su sistema

    circulatorio, los sistemas de comunicación sus sentidos, la red cloacal su sistema excretor, su gobierno el cerebro. Te digo que vivimos en un cuerpo gigantesco. - Me dijo muy serio.
    gobierno el cerebro. Te digo que vivimos en un cuerpo gigantesco -me dijo muy serio.

    En ese momento, dos cor pulentos hombres vestidos de blanco entraron al local y se dirigieron hacia nosotros. Sin decir palabra, tomaron a mi amigo Cacho por las axilas y se lo llevaron entre protestas y empellones. Miré atónito al mozo.
    - Linfocitos.- Me dijo con cara de nada mientras secaba desganadamente una copa. Le dije
    - Linfocitos-me dijo con cara de nada mientras secaba desganadamente una copa. Le dije

    mil veces que con los glóbulos blancos no se jode.

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  2. Fernando

    En principio tus cuentos me gustaron, me parecen buenas las descripciones. Los argumentos del primero (la ciudad como un cuerpo) y del tercero, (el del vampiro con gastritis), me parecieron novedosos. No así el de los extraterrestres, muy cliché.

    De cualquier modo, parece que el recurso de poner a los personajes borrachitos te resulta cómodo para moverte dentro del perímetro de la ciencia ficción.

    Algunos puntos que son para revisar: la acentuación de la palabra sólo-solo, “la retícula amorfa y caótica” es una extraña descripción, te diría que revises la definición de retícula, porque no puede ser amorfa y menos caótica.

    Otra cosa que me resulta rara es el diálogo entre los extraterrestres que no hablaban, ¿de qué se trata?, ¿extraterrestres porteños?

    Puliéndolos un poco resultarán tres excelentes micros.

    Un saludo

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  3. Fernando:
    la idea no creo que sea demasiado novedosa, pero te ap´ñaste bien.
    Tres historias distintas con un mismo título.
    la primera, sin duda, es la mejor.

    De la segunda te hago esta observación:
    "Por único patrimonio, aquella oquedad llena de basura, perros y tinieblas, pasaba allí las noches hasta que la luz diurna lo empujaba a la calle a pedir limosna."

    Lo podría así:
    "Por único patrimonio aquella oquedad llena de basura, perros y tinieblas; pasaba allí las noches hasta que la luz diurna lo empujaba a la calle a pedir limosna."

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