sábado, 15 de noviembre de 2008

La cama vacía, ejercicio


Norberto Zuretti


            Las ventanas son trampa,
            Pero la luz tampoco es mía
            ¿Paul Eluard?


      Podríamos comenzar poniéndole nombres, un par de nombres de los más comunes y corrientes –como podrían ser Sara y Esteban, aunque también Helena, Pablo- para este par de personajes que no existen, si acaso por existencia comprendemos a situaciones que se manifiestan, de las que podemos considerarnos testigos directos. No es tal el caso de esta fotografía en blanco y negro, que ofrece diversos rastros en una adecuada y holgada gama de grises, el paisaje de una cama vacía con las colchas revueltas, muy cerca de una ventana abierta, la doble cortina de voile y una tela espesa, la parte superior de un radiador de hierro fundido pintado de blanco, y la reja -¿art nouveau?- en una ubicación exacta para restarle protagonismo a un cielo nublado, pero brillante, muy mediterráneo.
      Ya en este punto, acertaríamos al decir que la foto fue tomada durante una época de clima medio, ni mucho frío ni mucho calor. Media mañana. En la habitación de un hotel, razonando como el viejo de la pipa y el opio, un hotel más bien económico, ya que no hubo una habitación con cama doble para nuestra Déborah y nuestro Pierre, quienes se vieron en la obligación de juntar dos camas simples para permitirse el sueño desde sus cuerpos enroscados.
      Pero, ¿sucedió así, realmente sucedió así?
      Hay aún rastros que no permiten confirmarlo. Nuestra pareja no ha dormido en esa cama, en esas dos camas juntas quién sabe en base a qué razones. Y uno se niega a que la única o más importante de las razones fuera tomar esta fotografía. Pero ahí están, las sábanas sin esas arrugas inevitables que atestigüen los restos de una noche de sexo, o tan sólo eso, los restos de una noche, una noche compartida y por eso las camas juntas, lo que trae a colación que también podría haberse tratado de dos mujeres, Melisa y Brenda, por ejemplo, o de dos tipos, Antonio, Reynaldo. No variaría demasiado, mejor continuar la presunción inicial, alguna Virginia, algún Gracián. Las colchas apenas desplazadas porque esta fotografía necesita del blanco puro de las sábanas para su equilibrio monocromático y pálido, para captar el brillo de la luz invadiendo el cuarto con sus reflejos caprichosos. Y ellos, Francis, Aldana, probablemente en conjunto, prepararon el escenario meticulosamente, con tiempo de sobra ya que el amanecer llegaba retrasado y contaban con suficiente margen para preparar el trípode, la cámara, repasar los detalles, decidir el enfoque, acomodar la caída de la cortina, intentar que el bulto de las colchas no se eleve demasiado y cubra al radiador, separar las almohadas del respaldo para que formen esa imperceptible media luna que nos mete de lleno en un recorrido. Uno penetra al mundo de esta foto por el ángulo inferior derecho, y avanza por esa curva que nos lleva al borde opuesto, después de pasear por ese triedro de sábanas, pared y cielo. Hasta contiene ciertos rasgos olfativos, a aire salino, a brisa de mañana. Y auditivo, como un quejido lejano de gaviotas.
      La definición y el balance lumínico hablan de una correcta toma, profesional, probablemente. Gabriela e Ignacio podrían haber sido periodistas, pero esta foto no se trata de una necesidad de finalizar el rollo y llevarlo a revelar. Contiene un tiempo que le han dedicado las posibles Anette, los posibles Gonzalo. Hay un sendero de posibilidades que se multiplican, que avanzan y más adelante vuelven a cruzarse en una red que se abre para ser leída como uno pueda. Esta red es tan vasta que hasta contiene una historia sin Osorios ni Jimenas. Alguna Francisca o Bernardina, tal vez mucama del hotel, con una cámara prestada logra esta toma casual, casi por descuido se le dispara la cámara, aunque ella no entiende cómo funciona.
      Pero, a pesar de las acrobacias de esta mucama, Ismael y Zulema, nuestra pareja del principio, como buenos turistas sin compromisos de orden cotidiano, tomaron esta fotografía con motivos que aún no alcanzamos a leer en esta maraña, y enseguida dejaron el cuarto, para que alguna otra mucama, sin cámara fotográfica ahora, venga pronto a poner cada cosa en su lugar.

2 comentarios:

  1. Norberto es un tipo imprescindible para el taller, rara vez falla a una cita (en esta ocasión acudió solo) y nunca defrauda.

    El ejercicio de la fotografía de la cama vacía lo resuelve con la descripción de la foto. Una foto. Existe la foto. No parte de la sugerencia de la idea "una cama vacía junto a una ventana abierta", sino de la existencia de esa fotografía para la que hay que buscar moradores fuera de foco, explicaciones, localización, fotógrafos, nombres de pila.

    Nombres de pila, muchos nombres de pila que fotografían una multitud de personajes que han podido dormir en esa cama, pero que no lo han hecho, según el autor. Nadie ha dormido en esa cama, deduce por la ausencia de arrugas. Entonces, se pregunta, ¿para qué esa foto?, ¿qué puede mover a una pareja a fotografiar la cama en la que no han dormido pero han deshecho, ahora que ya es (o todavía es) de día.

    Hum, una hipótesis como otra cualquiera. Hay tres almohadones tres, y parece que se les ha dado una buena paliza. Las sábanas de arriba y las mantas están apartadas ¿con los pies? Yo diría que sí ha dormido gente en esa cama, al menos dos personas. La pregunta más directa no es dónde están ahora esas dos personas, sino a cuento de qué alguien fotografía esa cama. ¿Un crimen?, ¿una detención?, ¿un suicidio? ¿un fetiche para el recuerdo, luego de una primera noche de amor?

    Sí, parece que el autor de la fotografía es un profesional. Tal vez ha podido elegir entre color y blanco y negro y se he ha inclinado por la segunda opción. No ha utilizado flash y ha manejado bien el contraluz. Fuera de la habitación no hay nada, el vacío más absoluto. ¿Un fotógrafo de la policía judicial en el lugar de los hechos? ¿De qué hechos? En la casa de mis abuelos paternos, una pareja de viejitos se tiró por la ventana, de mutuo acuerdo. Él la ayudó a ella y saltó a continuación. Puede haber un momento en que una pareja de viejos tienen la entereza de poner el acorde final antes de resultar gravosos para sus hijos, o cuando todavía pueden hacerlo. O tal vez una pareja ha dormido en esas camas juntas, y uno de ellos ¿ella? se ha suicidado, tirándose por la ventana, tan próxima, tan accesible.

    Norberto ha hecho un buen análisis de la fotografía, ha cumplido con el ejercicio con la solvencia de siempre, ha escrito un texto impecable, ha impedido que el ejercicio de esta quincena quedara desierto. Este tipo es impagable.

    ResponderEliminar
  2. La cama está vacía de gente, de historias, y al ser una fotografía hasta de movimiento. Por esa ventana abierta no entra aire que pueda mover lo más mínimo una esquina de la sábana. ¿Quiénes estuvieron durmiendo?, ¿o amándose? ¿Cuál fue su historia? Desde luego Norberto tampoco nos lo aclara. Optó, en lugar de inventar una, por barajar posibilidades, por hacer preguntas.
    No puedo decir nada sobre el escrito, Norberto lo hace tan bien que no deja mucho para mejorar. Hay un par de frases que no me gustan, que me parecen… raras, que su sentido es difícil de entender. Yo no sé aún si es que están mal o yo no las puedo concebir.
    Son estas:
    "Hay aún rastros que no permiten confirmarlo"
    Digo yo que lo normal sería: "Aún no hay rastros que permitan confirmarlo".
    La otra es esta:
    "Esta red es tan vasta que hasta contiene una historia sin Osorios ni Jimenas"
    ¿No sería más lógico decir: "Esta red es tan vasta que hasta contiene una historia CON Osorios y Jimenas?

    Sólo pregunto, igual es que no logro captar la intención del autor.

    Un saludo.

    ResponderEliminar

Redacta o pega abajo tu comentario. Luego identifícate, si lo deseas: pulsa sobre "Nombre/URL" y se desplegará un campo para que escribas tu nombre. No es necesaria ninguna contraseña.