Rocío
Un rey tirano tenía dos hijos, nacidos al mismo tiempo.
Cuando vio cercana su muerte les dijo: "Consideraré como primogénito y heredero de mi corona a aquél que construya una tumba digna de mí".
Uno de ellos reunió todo el oro batido, el oro obrizo y la púrpura de Casio que pudo conseguir. Después contrató a doce arquitectos extranjeros que diseñaron y ejecutaron un magnífico mausoleo.
El otro hijo recorrió las fosas comunes de los ajusticiados por su padre y rescató sus osamentas. Con ellas, trece artistas dementes proyectaron y levantaron un palacio de paredes de hueso pulido que espejeaban como el marfil.
Al rey le complació mucho el proyecto del primer hijo pero cuando observó la obra del segundo su cólera dictó sentencia de muerte contra él.
El rey tirano murió al poco tiempo y fue enterrado en su mausoleo de oro, que no tardó en ser rapiñado pocas décadas más tarde cuando el reino vecino les invadió.
La tumba de hueso albergó el cuerpo del príncipe rebelde ejecutado por su padre. El monarca usurpador, impresionado con aquella edificación, decidió construir su residencia junto al escalofriante calavernario.
Quizá por eso sus nuevos súbditos disfrutaron de un rey compasivo: hay osadías y sacrificios que, tarde o temprano, reciben su recompensa.
Siempre digo que me cuesta leer y sobre todo sentir este tipo de cuentos. La verdad, cada vez mucho más, no me llegan, no me producen nada y encima, me siento abotagado y presionado por el mensaje moralista que siempre, inevitablemente siempre, trae abrochado y está rondando como mosca de verano, amenazando, no seas así si no mirá lo que te pasa aprendete esta lección para mejorar tu vida y alcanzar la felicidad eterna.
ResponderEliminarPero no quiero asustarla a Rocío, tan nuevita y estrenándose, bienvenida Rocío a pesar de las parábolas, no me hagas demasiado caso.
El relato está muy bien escrito, me gustaría conocer otro tipo de textos tuyos, se ve que tenés herramientas con qué narrar.
Te marco un defecto. Este tipo de historias siempre magnifica posiciones, para que la moraleja final surta un mejor efecto. Está bien que uno de los hijos reúna todo el oro del mundo y aún más de ser posible pero, ¿contratar a una docena de arquitectos?, no funciona, esa obra jamás la terminarían, se transformaría en un caos donde ninguno de ellos podría ponerse de acuerdo.
Dentro de la obvia locura de esta gente, puedo aceptar que el rey obligue a los hijos a competir por su herencia, hasta también aceptar que termine matando a uno de ellos porque lo disgusta, ¿cómo si no justificar su salvajismo y su crueldad, virtudes muy privativas de este tipo de individuos?, pero hay algo más que no me cierra y te pregunto, ¿por qué trece artistas para los huesos, será para que sea una cifra mayor a la de los arquitectos? ¿No hubiera resultado lo mismo, y seguramente mucho más creíble, un arquitecto, un escultor?
Otra vez, te doy la bienvenida, y espero más cosas tuyas. ¿De dónde sos?
Hola Norberto, antes de nada muchas gracias por dejar tus comentarios.
ResponderEliminarSabía que este texto podía provocar ese sentimiento de rechazo que tan bien me has descrito: demasiada moralina, es verdad.
Y ahora puedes preguntarme: entonces ¿por qué has dejado este relato y no otro? Pues por algo que tú mismo apuntas. Está bien escrito, a mí me gusta, pero sé que falla y me gustaría mejorarlo con vuestros consejos. Quizá no haya mejora posible, también eso me gustaría saberlo. Creo que es mejor colorada una vez que ignorante toda la vida.
Creo que el próximo que dejaré para la consigna te gustará más. Ya cambiaremos impresiones.
¿De dónde soy? Española, criada en León, residente en Burgos. Muy lejos de la Argentina, aunque Internet haya conseguido el milagro de reunirnos en este Taller 05.
¡Gracias por la bienvenida! :-)
Rocío
P.D. Buena puntualización lo de los 12 arquitectos, lo cambiaré por 12 artistas. Lo del número 13 es por la carga de negatividad que se le asocia a este número. :-p