jueves, 14 de abril de 2011

Carlitos

por Rubén Padula

Cansado de peinar travestis y muchachas de barrio, Carlos entró de aprendiz en el frigorífico. Lo ubicaron en la sección Vísceras, con el travieso designio de mofarse de sus pulcras manos. Con rapidez aprendió a distinguir un chinchulín de una tripa gorda, una molleja de un coágulo. Provisto de una faca corta separaba de los piletones, con habilidad manifiesta, las achuras de los bovinos. No pasó desapercibido al capataz quien sugirió al jefe de planta su envío a la sección Destripe. Ahora sí, con la faca larga, filosa y puntuda, era el encargado de abrir el animal y volcar sus entrañas en las carretillas para su ulterior selección. La precisión del corte, la hábil maniobra de muñeca abriendo el tajo reciente y la penetración de ambas manos y brazos hasta las honduras del animal le valieron el mote de Jack, poco original sobrenombre nacido de entendederas sencillas.

Meticuloso como él, no perdió la oportunidad de mostrar, en un descanso de media mañana, su colección de navajas y tijeras. Un brillo inusual en la negrura de sus ojos alertó a sus compañeros. Con idéntica habilidad de matarife jugaba con el acero de las hojas espejando el sol en las gargantas de los otros.

Dejaron de llamarle Jack. Carlitos es un buen compañero.

5 comentarios:

  1. Bueno gente del 05, como todos están muy cariñosos pero nadie comienza, he decidido dar el puntapié inicial.
    En poco más de 200 palabras se pinta una imagen de manera muy lograda. El relato me gusta pero creo que da para agregarle diálogos y hacerlo un poco menos pasivo, no se si me explico, tal vez los cuchicheos de los obreros, el secreto pensamiento de nuestro Carlos cuando los ve durante los descansos, etc. Todo esto se presiente pero no se explicita, y si lo hicieras, tal vez lograrías un muy buen cuento porque el tema lo amerita. Felicitaciones para mi amigo.

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  2. Me gusta este relato, al contrario que a Mirta me gusta que no haya diálogos, nada que distraiga de la historia principal. Creo que tiene muy buen final, es un cierre perfecto para la historia.
    Magda

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  3. Lo de peinar travestis y muchachas de barrio nos lleva a pensar que Carlos era peluquero, o coiffeur, como dicen algunos. Esto en una primera lectura no lo vi, no sé por qué supuse que Carlos, además de peinarlas en algún rincón oscuro, se las volteaba, para decirlo mal y pronto.
    Me llama la atención que Carlos, hombre de manos delicadas y pulcras, dé un salto tan brusco en lo laboral. De coiffeur a empleado de un matadero. El cuento es tan breve que esta cuestión pasa a ser un detalle menor. Uno acepta lo que le vienen relatando de entrada. Hay que empezar a leer con fe literaria. No obstante, los interrogantes aparecen cuando intentamos hilar fino para armar un comentario. Es curioso también que lo hayan contratado, cuando se supone que en un trabajo de este tipo se busca hombres fuertes y robustos.
    “Con el travieso designio”. “Con rapidez”. “Con habilidad manifiesta”. “Con idéntica habilidad”. “Con la faca larga”. “Con el acero”. Sugiero modificar alguna de estas expresiones, de modo tal que puedas prescindir de algunos “con”.
    Luego tienes: “habilidad manifiesta”, “hábil maniobra”, “idéntica habilidad”.
    El cuento es simpático y tiene un cierre perfecto.

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  4. Agradezco a Dani su comentario ya que sin el suyo no habría añadido el mío. Yo también creí que ese “peinar” tenía un doble significado y me autocensuré creyéndome rara o retorcida. Tras su comentario me he preguntado que me/nos llevó a esa interpretación. Creo que el que vaya unido a travestis nos ha transportado a una secuencia de película policiacocriminal y ayudados de cuchillos y sangre seguimos creyéndolo.

    Una vez aclarado esto debo confesar que me ha costado —y seguramente me he perdido algún detalle— leer el vocabulario: chinchulín, faca, piletones, achura. Muchas palabras poco usuales, acá, para un texto tan corto.

    Todo el texto está en pasado pero la última frase en presente. Es raro. Interpreto que el narrador es un compañero de él.

    Una vez dicho todo esto y tomando distancia me pregunto ¿qué me ha contado la historia? y la respuesta no me convence. Un peluquero entra a trabajar de matarife y ¿qué más? Él no cambia —o yo no lo he sabido ver—. Sigue siendo el mismo Carlitos que era al inicio, si acaso son los compañeros los que, supuestamente se habrían burlado de sus manos delicadas y luego le han valorado por su trabajo. Me falta algo y no sé decirte el qué.

    Un abrazo,
    Montse

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  5. Ruben, qué placer un cuento tuyo. Aún recuerdo el de las uvas.
    Este, sin embargo, me supo a poco.
    Hay un conflicto que hace que Carlitos, muy sutilmente, venza las burlas y se haga respetar, apenas con un amago de amenaza.
    Entiendo que lo que exhibe en el descanso es su equipo de cuando cortaba el cabello. Lo cual me hace preguntarme porqué lo llevó al frigorífico. Parece un poco fuera de lugar.
    El lenguaje me gusta, es fluído y sonoro, aunque me quedo perpleja con un par de palabras. Piletones. Achuras. Presumo que son cortes de carne,
    que tienen nombres muy regionales siempre.

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