viernes, 22 de abril de 2011

La cena


Por Magda


       Delante del espejo se prepara para la cena que se aproxima. Esta noche vendrá, se sentará frente a ella y podrán disfrutarse durante toda la velada. Se ha recogido el pelo, se coloca despacio los pendientes, el colgante que a él tanto le gusta y que realza su cuello, ese cuello que tanto le ha oído ensalzar. Seguro que se abrazan, quizás pueda decirle lo que le quiere. Termina de arreglarse el vestido, realmente está preciosa, se ha vestido exclusivamente para él. Baja la escalera y entra en el comedor con la amplia sonrisa dibujada en su boca. Todos están ya en la mesa, esperando. Siente como su admiración la abraza al pasar a su lado, seguro que piensa que está espectacular aunque no le diga nada, la envuelve con una mirada de orgullo que sus ojos devuelven complacidos. La reunión está resultando un éxito, todos disfrutan de una comida exquisita, una charla animada. Ella de vez en cuando posa con disimulo en él toda la ternura que sus ojos son capaces de dar, se lo comería a besos si no fuese porque su relación siempre ha sido distante, comedida. La noche termina con brindis, abrazos, besos de buenas noches a las puertas de sus habitaciones. Ella se mete en la cama feliz al lado de su esposo, sabe que ha triunfado, que para él no ha habido ninguna otra mujer en el comedor.

       A la mañana siguiente cuando se levanta aún disfrutando de su sueño él ya está en la cocina, ha madrugado y se prepara un café bien cargado.
       —Buenos días cielo, ¿has dormido bien? —la dice mientras la besa en la mejilla
       —Estupendamente —contesta ella mientras prepara un té humeante, coge la taza y se dispone a salir.
       —¿Sabes? Anoche estabas preciosa.
       Ella se vuelve, le sonríe
       —Gracias, papá

7 comentarios:

  1. Magda nos trae un cuento con sabor a infancia, suave, relajado, sin mayor conflicto.

    La joven que quiere ser amada por “él”. Deliberadamente al principio se hace confuso, y es sólo al final que descubrimos que se trata del padre.

    Precisamente creo que allí está el fallo: en el intento de confundir al lector, se usan algunas frases que rozan el amor carnal más que el filial.




    Delante del espejo se prepara para la cena que se aproxima.

    Tal como esta la frase, no sabemos si se prepara el padre o la hija, aunque luego se aclara.



    Esta noche vendrá, se sentará frente a ella y podrán disfrutarse durante toda la velada. Se ha recogido el pelo, se coloca despacio los pendientes, el colgante que a él tanto le gusta y que realza su cuello, ese cuello que tanto le ha oído ensalzar. Seguro que se abrazan, quizás pueda decirle lo que le quiere.



    Termina de arreglarse el vestido, realmente está preciosa, se ha vestido



    amplia sonrisa dibujada en su boca. Lugar común.

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  2. Ahora el cuento. Que me cuenta, de forma bastante confusa desde las primeras frases, de una mujer que se prepara para una cena en su propia casa, y para un tipo que llegará, y al que pareciera que aguarda muy ansiosamente. Esta mujer se me hace una adolescente, pero inmediatamente está casada. La narración nos lleva a suponer que acaso se trate de un amante ese tipo con el que se pasa franeleando visualmente toda la noche. Pero se mete en la cama con el marido pensando que para él no ha habido ninguna otra mujer en el comedor. Ni aún ahora que leí el cuento un par de veces, puedo saber de qué él se trata, si del padre o del marido. No creo que se refiera al marido, por la escasa importancia que éste adquiere en el relato. Y al tener que ser el padre el destinatario de ese suspiro de orgullo, es evidente que dice mujer por hija, ya que esa relación no se debe saber hasta el final, porque si nos enteramos antes la cosa no funciona. La autora busca esta vaguedad, la necesita imperiosamente, sobre todo porque ya tiene el final de su cuento, ese final sintetizado en la última frase que le cambia el sentido a lo anterior.


    De este trabajo rescato la intención de la autora. Armar y ordenar pacientemente el relato para llegar al final que se había propuesto.


    Pero este tipo de estructura narrativa es muy complicada, y se nos puede volver en contra. Sobre todo en un cuento como La cena, porque termina funcionando como un chiste y pierde valor literario. O sea que, durante el planteo se entregan datos que aparentan ir en una dirección, con toda la intención de generar cierta expectativa que después se destruye repentinamente en el final. Aquí, en particular, es bastante obvia la estructura de la confusión entre amante – marido – padre. Y torna ambigua la intención del autor, ¿nos quiere contar algo?, ¿o nada más busca sorprendernos?


    Algunas cosas sueltas:
    con la amplia sonrisa dibujada en su boca
    no digo que esté mal, pero me parece que suena mejor:
    con una amplia sonrisa dibujada en la boca


    su relación siempre ha sido distante
    encuentro una contradicción entre esta presunta distancia y que, sin embargo, ella sepa que a él le gusta un determinado colgante que ella usa, que él ensalza su cuello, que él la admira, que piensa que ella está espectacular, que siente orgullo por ella. No parece tan distante la relación entre ambos.

    Algunas comas
    Ella de vez en cuando posa con disimulo
    Ella, de vez en cuando, posa con disimulo

    A la mañana siguiente cuando se levanta aún disfrutando de su sueño él ya...
    A la mañana siguiente, cuando se levanta aún disfrutando de su sueño, él ya...

    Y las guirnaldas de las repeticiones, al menos como una guía de lo que debemos intentar evitar, sobre todo por cuánto perjudica la lectura.

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  3. Hola, Magda, bienvenida al grupo. Espero que te sientas bien entre nosotros. Y que nuestros comentarios te sirvan para algo positivo. Seguro que sí, a poco que tengas la paciencia de leer la opinión de todos, concediéndoles de entrada la posibilidad de contener algo útil. Eso sí, tanto si esas opiniones son elogiosas como críticas, no son más que opiniones aisladas, una especie de mensaje que tu lector te envía, y con cuya media aritmética puedes tener una idea aproximada de lo que sugieren tus textos.

    En lo que se refiere a este primer cuento que nos envías, tengo que confesar que no me gusta. Espero, por ello, con curiosidad tus próximas narraciones.

    He tomado la costumbre de hacer un resumen mental del cuento que acabo de leer, antes hacerme a la idea de si me gusta o no. Me cuento a mí mismo la historia que cuenta el cuento, porque todos ellos deben contener una historia. Con frecuencia es un ejercicio revelador.

    Una cena con dos comensales: una mujer y su padre. Y el marido que espera en el dormitorio. Y ya. Esta es la historia.

    El meollo de la cuestión es que el autor pretende hacer creer al lector que la persona con la que está cenando la mujer es su amante, cuando es su padre. Pero, claro, me pregunto: ¿Para qué? ¿Qué se gana con eso? ¿En qué cambiaría la historia si su compañero de comedor fuera el marido?

    Aunque no es, ni mucho menos, necesario, una historia puede tener un final sorprendente. Lo que es poco recomendable es un final sorprendente que no tiene ninguna historia.

    El estilo es más bien sencillo, a base de frases muy cortas, que a veces impiden que tome ritmo el párrafo. Contiene un número significativo de tópicos que habría que evitar: «amplia sonrisa», «la envuelve con la mirada», «se lo comería a besos»… demasiados para diecinueve líneas. Tampoco me parecen afortunadas las expresiones «la cena que se aproxima», «disfrutarse», «sabe que ha triunfado», (¿) «no ha habido ninguna otra mujer en el comedor».

    La palabra «como», cuando enfatiza y se puede sustituir por la expresión «de qué manera» debería llevar acento en la primera o. A no ser que sea una de esas concesiones modernas y continuas que hace la Real Academia a la cultura popular.

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  4. Hola, Magda, bienvenida al grupo. Espero que te sientas bien entre nosotros. Y que nuestros comentarios te sirvan para algo positivo. Seguro que sí, a poco que tengas la paciencia de leer la opinión de todos, concediéndoles de entrada la posibilidad de contener algo útil. Eso sí, tanto si esas opiniones son elogiosas como críticas, no son más que opiniones aisladas, una especie de mensaje que tu lector te envía, y con cuya media aritmética puedes tener una idea aproximada de lo que sugieren tus textos.

    En lo que se refiere a este primer cuento que nos envías, tengo que confesar que no me gusta. Espero, por ello, con curiosidad tus próximas narraciones.

    He tomado la costumbre de hacer un resumen mental del cuento que acabo de leer, antes hacerme a la idea de si me gusta o no. Me cuento a mí mismo la historia que cuenta el cuento, porque todos ellos deben contener una historia. Con frecuencia es un ejercicio revelador.

    Una cena con dos comensales: una mujer y su padre. Y el marido que espera en el dormitorio. Y ya. Esta es la historia.

    El meollo de la cuestión es que el autor pretende hacer creer al lector que la persona con la que está cenando la mujer es su amante, cuando es su padre. Pero, claro, me pregunto: ¿Para qué? ¿Qué se gana con eso? ¿En qué cambiaría la historia si su compañero de comedor fuera el marido?

    Aunque no es, ni mucho menos, necesario, una historia puede tener un final sorprendente. Lo que es poco recomendable es un final sorprendente que no tiene ninguna historia.

    El estilo es más bien sencillo, a base de frases muy cortas, que a veces impiden que tome ritmo el párrafo. Contiene un número significativo de tópicos que habría que evitar: «amplia sonrisa», «la envuelve con la mirada», «se lo comería a besos»… demasiados para diecinueve líneas. Tampoco me parecen afortunadas las expresiones «la cena que se aproxima», «disfrutarse», «sabe que ha triunfado», (¿) «no ha habido ninguna otra mujer en el comedor».

    La palabra «como», cuando enfatiza y se puede sustituir por la expresión «de qué manera» debería llevar acento en la primera o. A no ser que sea una de esas concesiones modernas y continuas que hace la Real Academia a la cultura popular.

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  5. Veo en el relato de Magda un efecto sorpresa buscado expresamente y logrado, algo así como un juego literario. La relación edípica es el eje que configura el texto, relación de deseo, de eterna seducción, no consumada en acto final, de ahí que a pesar de miradas, perfumes, roces, no logre conmoverme como historia.
    Creo que está logrado ese factor de sorprender al lector, pero habría mucho más por decir sobre todo cuando en la realidad cotidiana (de la historia) ambos personajes mantienen una relación distante y comedida. Hay algunas repeticiones y ambigüedades que Norberto ha señalado y también Pilar, creo. La redacción es buena y está en la autora profundizarla o no.
    Saludos.
    Lila

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  6. Gracias Carlos por tu bienvenida y por tu comentario. Nunca me tomo las críticas, buenas o malas mas que como eso que tú dices, la opinión de una sola persona.

    ¿Una cena con dos comensales y un marido que espera en el dormitorio? En ningún caso podría ser así, se puede leer por ejemple "Todos están ya en la mesa, esperando" (el plural indica más de un comensal cuando ella llega); "todos disfrutan de una comida exquisita, una charla animada".

    Para mí sí es importante que los micros tengan un final sorprendente, en otro caso no tienen sentido, tampoco me gustan las historias más largas que no logran sorprenderte. En la mía es justamente eso lo que buscaba, el giro final. Aunque entiendo que esto no tenga ningún sentido para ti si has pensado que solo (antes "sólo") había dos personas en el comedor, así el micro no tiene ni pies ni cabeza.

    La palabra "como" debería de llevar acento, no es ningún cambio de la RAE, es un error mío.

    Un saludo
    Magda

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  7. La sorpresa del final se debe a que uno vino haciendo una lectura equivocada
    (Esa imaginación retorcida de amantes o amores imposibles).
    La narradora no nos engaña: habla de poder disfrutarse, de admiración, de
    orgullo, de ternura, de beso en la mejilla. Nos dice:
    podrán disfrutarse
    el colgante que a él tanto le gusta
    Ese cuello que tanto le ha oído ensalzar
    Seguro que se abrazan
    Quizás pueda decirle lo que le quiere
    Se ha vestido exclusivamente para él
    Siente cómo su admiración la abraza al pasar a su lado
    Seguro que piensa que está espectacular aunque no le diga nada
    La envuelve con una mirada de orgullo que sus ojos devuelven complacidos
    Posa con disimulo en él toda la ternura que sus ojos son capaces de dar
    Se lo comería a besos si no fuese porque su relación siempre ha sido distante,
    comedida
    Sabe que ha triunfado
    Que para él no ha habido ninguna otra mujer en el comedor
    Mientras le besa la mejilla.
    Evidentemente, nos cocinamos en nuestra propia salsa.
    El ardid está logrado, aunque no sea de nuestro agrado, y que al fin el cuento
    resulte ser eso.
    Más allá de esta cuestión que puede suscitar debate, el cuento está bien
    narrado, aunque haya algunos lugares comunes o frases hechas que lo desmejoran:
    Amplia sonrisa dibujada en su boca, se lo comería a besos, está resultando un
    éxito, disfrutan una comida exquisita, una charla animada, la ternura que sus
    ojos son capaces de dar… y un Cómo que le falta el acento.
    Revisaría:” Ella de vez en cuando posa con disimulo en él toda la ternura…”
    Ella, de vez en cuando, posa en él con disimulo toda la….
    Ella se mete en la cama, feliz, al lado…
    Buenos días, cielo
    Le dice, mientras la besa…
    Mientras la besa/mientras prepara. Revisar
    Me parece inconsistente, o erróneo decir:
    “Porque su relación siempre ha sido distante, comedida”
    Con la manera cómo se dirige el padre hacia ella
    “Buenos días, cielo…” hasta el final: Nos habla de una relación mutuamente
    cariñosa.
    Un gusto tenerte en el taller.
    Rubén

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