lunes, 9 de enero de 2012

El cartelista

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Montse

4 comentarios:

  1. Hola Montse:
    Aquí en Santa Fe, Argentina, desde donde te estoy leyendo hace un calor infernal. Vengo cada 3 ó 4 días a la ciudad y después parto a mi casa de fin de semana con árboles y pileta. Todo esto viene para que entiendan que allá no tengo internet y los momentos que paso aquí son breves. Los leeré, pero me falta tiempo para hacer comentarios largos.
    Tu cuento fue refrescante, algo no obvio, el cartelista. Por supuesto que habría mucho para decir, pero está bueno el contrapunto de los dos hombres , la exactitud del trabajo del pegador de afiches, el guiño de los ojos femeninos. y el descubrimiento del otro ante las paredes tapizadas de mujeres.
    Me gustó.
    Si puedo vuelvo a leerte y hago otras acotaciones.
    Cariños.
    Lila

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  2. Hola Montse,

    Me fue grato leer tu historia, dos vidas ajenas que se cruzan, la de Alberto y Jota, un día de lluvia, y un accidente que los reúne. Una lección silenciosa, humilde, que logra sacudir a Alberto. Un día en tres flashes. Me encantó.

    A continuación algunas observaciones, y por favor, no olvides que soy una novata:


    ...El problema era que, después de seis meses de convivencia, habían discutido varias veces y él (aquí sugiero una coma) para evitar la bronca nocturna que le robaba el sueño, llegaba tarde.


    Además con el dinero que se ahorraban del alquiler del piso podrían ir de viaje a Nueva York. Ese era su sueño. Por un momento recordó la tarde que al salir del cine le preguntó si le había gustado la película y ella alabó la puesta de sol con Manhattan de fondo… Fue entonces cuando decidió dar el paso. (aquí, en lo personal, no me queda claro si la puesta de sol con Manhattan al fondo fue vista durante la película o si realmente fue en un viaje a New York o en un cartel. Si fuera mi historia me gustaría aclarárselo al lector.)



    Un rato para él, para ser él mismo, no (no estoy segura, pero aquí debería ir una a: no a ese snob trajeado…) ese snob trajeado y encorbatado que le hacía representar su jefe.


    En estos casos no utilizaba el cepillo grande sino una brocha y la mano. Iba más despacio pero no le importaba. Los encolaba y tras presentarlos en la pared, ejercía una leve presión desde el centro a los lados, desde arriba hacia abajo, de manera que no quedara ninguna arruga. Se los miraba de lejos, cerraba un ojo, como un delineante antes de trazar la siguiente línea. (muy buena descripción de la acción, tanto que pude ver a Jota encolando los carteles) Le gustaba su trabajo. Sentía que alegraba el gris de la ciudad con carteles de colores. Los miraba satisfecho y luego seguía con otro.

    ...en sus pensamientos no sintió cómo se le mojaban los pies.

    (Creo que aquí sobra este doble espacio)

    Jota sonreía bajo el puente, deseaba llevarse....


    En su cabeza (sugiero una coma aquí) la lluvia era la música que ambientaba su romance. No oyó el coche que se acercaba y que intentaba frenar.

    —No. Yo no. Pero… si usted pudiera acercarse a mi casa… Es que ellas no se han quedado nunca solas. A Rosa no le gusta dormir a oscuras. Yo le suelo dejar la persiana medio subida, así la luna la acompaña. Y Margarita me espera. Le gusta que le cuente qué he hecho, si me ha ido bien, esas cosillas... Dígales que volveré mañana. (qué bien escrito, logras transmitir la humildad de Jota mediante este diálogo)

    —A mí no me dejan ir. (si no me equivoco, esta oración pertenece a la intervención inmediata superior del diálogo)

    ...una bata a cuadros y unos calcetines de media (creo que esta observación hablará más de mi ignorancia que de otro asunto: ¿qué son unos calcetines de media?) que amenazaban con coagularle las piernas.

    Sus voces se mezclaban con las quejas que se escapaban por las ventanas...

    Un saludo, renovando los mejores deseos para este nuevo año, Susy

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  3. El cuento me pareció muy simpático, se deja leer; mejor dicho, se lee de un tirón. Me gusta mucho la descripción de esas vecinas en el barrio pobre, un mundo aparte para este hombre, este narrador que va trajeado a la oficina. No estoy seguro de que se haya mencionado una oficina, pero todo hace suponer que es un empleado administrativo o algo de ese estilo. Lo que me llama la atención es que necesite pegar afiches para sumar un dinerillo extra. El tipo no da con el perfil del cartelero que anda con la brocha goteante, el tarro de cola y los afiches bajo el brazo. Es muy contrastante este oficio con las tareas que, suponemos, desempeña vestido de traje y corbata. Así y todo, digamos que lo acepto, y hasta puede que sea comprensible, si lo consideramos más un pasatiempo, una vía de escape, un cable a tierra, que un segundo trabajo.

    Hay un detalle que sí me resulta difícil de aceptar, y es el hecho de que pegue afiches en un día de tormenta. Los carteles que van fijados en la vía pública son por lo general de papel, y todos sabemos que la humedad los deteriora. Incluso si van debajo de un puente, los alcanza la humedad. Esto hace que cualquiera que se dedique a pegar carteles suspenda la labor hasta que deje de llover. Además, no encaja que vaya con un auto nuevo, de esos que tienen airbag y navegador GPS. Los que empapelan la ciudad de Buenos Aires suelen ir en un coche destartalado, o una camioneta destartalada, con un enorme tacho de cola en la parte trasera, de veinte litros, y los afiches doblados en el asiento. Bajan dos tipos y, en diez segundos, encolan la superficie donde va aplicado el afiche y luego vuelven a pasar la brocha encolada sobre la imagen del afiche. Como pegan un cartel encima de otro (para tapar la publicidad de la competencia), se va formando una capa gruesa de papeles superpuestos, y los días de lluvia esa capa gruesa se arruina a tal punto que, si bien los afiches no se caen ni se decoloran, quedan horribles por la cantidad de arrugas. A lo mejor no estamos hablando del mismo tipo de cartel. Como sugerencia se me ocurre que los carteles sean pegados en algún centro comercial, en una playa de estacionamiento cubierta, no sé, un lugar al amparo de la lluvia.

    El personaje enumera a las mujeres de los carteles, me queda la duda de si es la reproducción de una misma imagen o son varias diferentes.

    El personaje nos dice que se salvó de atropellar a un hombre que estaba parado bajo la lluvia. Luego, en el hospital, vemos a nuestro personaje sintiéndose algo culpable por los golpes y lastimaduras que recibió “aquel tipo”. ¿Quién es ese tipo? ¿El que casi atropella? Sugiero describir mejor el accidente, para entender de dónde sale este hombre herido.

    Muy verosímil la manera de pensar de algunos hombres: “yo trabajo todo el día, y en casa no cambio ni una lamparita”.

    Lo de las chicas que no eran chicas me lo veía venir, no imaginaba que serían pósters o carteles, sino animales, algunas gatitas.

    Nada más.



    Saludos

    D

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  4. Hola Dani,


    creo que lo leíste demasiado deprisa, jejeje. Al menos Susy y Lilard entendieron que había 2 personajes.
    He repasado el texto y al inicio del primer y segundo fragmento aparecen los nombres de los personajes. En el tercero ya no. Ahí sí que tenía dudas de si se entendería o no.


    Espero de todas formas otros comentarios a ver si aparece alguna nueva interpretación.


    Un cariñoso abrazo,
    Montse

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