jueves, 16 de agosto de 2012

La prueba

Luis Osorio
 Martha se encerró de un portazo en el baño. Sudaba. Las manos le temblaban y sentía el estómago como si ella subiera muy rápido en un ascensor. Luego, abrió su bolso. Extrajo de ahí una bolsita plástica con el logo de una farmacia impreso de un lado y la vació en el lavamanos. Una cajita, quizá un poco más corta que un tubo de rimel, cayó en la porcelana con un golpe apagado. De inmediato, ella leyó las instrucciones.
“Coloque la muestra en la ventanilla y espere cinco minutos. En caso de aparecer dos líneas rosadas, el resultado es positivo…”.
Esperó sentada en el retrete después de seguir las indicaciones.
Aquellos fueron los cinco minutos más largos de su vida. Tal vez hasta el tiempo se había detenido. Cuando al fin apareció el resultado, lo cotejó con las instrucciones.
Después de terminar con aquella prueba, Martha supo tres cosas: El porqué se retrasó la visita de la “comadre Rosita”, que su madre y las brujas de sus tías le iban a dar un largo sermón… y finalmente, a dónde mandaría a su novio por negarse a ser hombre unas horas antes.

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