miércoles, 2 de abril de 2008

Historia de una mujer menguante

Charlie Manson no

Mi querido diario, quizás sea la última entrada que escribo pues el lápiz ya tengo que cogerlo con ambas manos, y pesa como un lingote de plomo. De ahí mis letras temblorosas y rebeldes al renglón.

Mi balanza me escupe en la cara cuando subo encima. Si tuviera boca se reiría. Me muero de hambre, no tengo fuerza para abrir la puerta del frigorífico que por otro lado, huele fatal a comida podrida que guarda. Como un nicho a un muerto.

Me hago cada vez más pequeña, insignificante.

Mañana, cuando despierte, seré aún más insignificante.

Creo que me iré a vivir con las hormigas, hay un pequeño agujero en la pared del salón, tras la librería por donde salen y entran continuamente, todas en una fila que a veces se desdobla, formando un arco vivo, un hilillo de vida. Creo que me haré reina de las hormigas.

Y tendré miles de hijos. Y millones de nietos.

Y todos me dirán…”Abuelita,!!!, tráeme agua, o..abuelita,!! dáme un beso.

Que guay.

Y entonces.., ya no seré insignificante, y no tendré que escribirte nunca más. Ni podré imaginar historias a mi antojo, donde acabo siendo incluso reina. Tendré todo lo que no tengo, y perderé lo único que me queda, todo mi tiempo.



Mi querido diario, hoy sólo puedo imaginar las palabras que de poder, te escribiría. Dentro de poco, ni siquiera ellas me cogerán en la cabeza y entonces será como morirme. Al final sí que fui al hormiguero. Me pudo la curiosidad. Pero no soy la reina. En realidad aquí reina la república. La que pone hijos está hasta los huevos - según me dijo- y escupe a las hormigas que se cruza en su camino. Yo me hice exploradora. Estoy todo el día buscando hojas y oliéndole las antenas a mis compañeras exploradoras.

No hay vacaciones, aquí uno trabaja hasta morirse, o hasta que se lo coman. Pero hay buen sexo con los hormigones. Aunque aquí lo hacen todo corriendo.




El diario sonrió ante esas palabras recogidas al viento. De forma cruel, se cerró por su mitad atrapándolas junto a las escritas. Tenía todas las palabras, estaba escrito hasta el final. Él era alguien, al fin lo había conseguido. Ahora su futuro se contaría por lecturas, y cada una sería una forma de vivir distinta, él existía para eso.

Lo demás no importaba.

5 comentarios:

  1. Mi querido diario, quizás (aunque sea correcto , me gusta más la forma sin “s” final, sobre todo por que la siguiente palabra empieza también con la misma letra) sea la última entrada que escribo pues el lápiz ya tengo que cogerlo con ambas manos, y pesa como un lingote de plomo. De ahí mis letras temblorosas y rebeldes al renglón.

    Mi balanza me escupe en la cara cuando subo encima. Si tuviera boca se reiría. Me muero de hambre, no tengo fuerza para abrir la puerta del frigorífico que por otro lado, huele fatal a la comida podrida que guarda, como un nicho a un muerto. (cambiaría el punto por una coma)

    Me hago cada vez más pequeña, insignificante.

    Mañana, cuando despierte, seré aún más insignificante.

    Creo que me iré a vivir con las hormigas, hay un pequeño agujero en la pared del salón, tras la librería por donde salen y entran continuamente, todas en una fila que a veces se desdobla, formando un arco vivo, un hilillo de vida. Creo que me haré reina de las hormigas.

    Y tendré miles de hijos. Y millones de nietos.

    Y todos me dirán…”Abuelita,!!!, tráeme agua, o..abuelita,!! dáme (no lleva acento) un beso.

    Que guay.

    Y entonces.., ya no seré insignificante, y no tendré que escribirte nunca más. Ni podré imaginar historias a mi antojo, donde acabo siendo incluso reina. Tendré todo lo que no tengo, y perderé lo único que me queda, todo mi tiempo.



    Mi querido diario, hoy sólo puedo imaginar las palabras que de poder, te escribiría. Dentro de poco, ni siquiera ellas me cogerán en la cabeza y entonces será como morirme. Al final sí que fui al hormiguero. Me pudo la curiosidad. Pero no soy la reina. En realidad aquí reina (esta repetición de palabra, aunque puede ser un juego de ironía de la mujer, no me gusta, no se me ocurre nada más prosaico que “Pero no soy la reina, aquí viven en una república”) la república. La que pone hijos está hasta los huevos - según me dijo- y escupe a las hormigas que se cruzan (plural) en su camino. Yo me hice exploradora. Estoy todo el día buscando hojas y oliéndole las antenas a mis compañeras exploradoras.

    No hay vacaciones, aquí uno trabaja hasta morirse, o hasta que se lo coman. Pero hay buen sexo con los hormigones. Aunque aquí lo hacen todo corriendo.

    (En estos últimos párrafos, la protagonista dice que fue al hormiguero, lo que implica que ahora, cuando lo cuenta ya no está allí, si no, diría “vine”. Por esto mismo me sobran todos los “Aquí”. O al revés, ya que ella sigue hablando durante todo el relato en tiempo presente, mientras escribe o piensa. La corrección la dejo a tu antojo.)

    El diario sonrió ante esas palabras recogidas al viento. De forma cruel, se cerró por su mitad atrapándolas junto a las escritas. Tenía todas las palabras, estaba escrito hasta el final. Él era alguien, al fin lo había conseguido. Ahora su futuro se contaría por lecturas, y cada una sería una forma de vivir distinta, él existía para eso.

    Lo demás no importaba.

    En general me ha gustado, aunque al principio, y de no ser por el título, hubiera pensado que la mujer se estaba debilitando, o bien por enfermedad física o bien anímica. Pero por el texto no habría adivinado que se estaba encogiendo. Tal vez un poquito más de desarrollo, explicarlo abiertamente, aclarar los motivos por los que se encoge eliminarían ese fallo.
    Y una última cosa, aunque me puedas llamar quisquilloso y con razón. Al final el diario se cierra por su mitad, atrapando esas palabras a las escritas y ya está lleno. La verdad no me pareció que fueran tantas. Quizá deberías de dejarlo así. De forma cruel se cerró atrapándolas junto a las escritas.
    Bueno Charlie, es la primera vez que hago esto. No me considero con la suficiente autoridad para “corregir” nada ni a nadie. Pero estas son las reglas del juego.
    Un abrazo.

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  2. Primero lo primero: mi bienvenida a los recién llegados. Una alegría ver gente nueva en la sala. Les deseo una estadía memorable y que la pasen lindo y que aprendamos mucho y esas cosas. Es bueno este lugar, ya van a ver.

    Segundo, y viene al caso porque hubo cierta mención al respecto, la intención de los que comentamos no es corregir, sino precisamente, comentar. Decirle al autor qué nos pasó como lectores frente a ese texto suyo. Cuál fue nuestra reacción, qué nos conmovió o nos resultó aburridísimo, en qué momento sonreímos o fruncimos las pestañas. Si conocemos algo sobre la normativa –que existe- lo decimos. No para corregir, sino para que el autor sepa qué le sucede al lector frente a determinada trasgresión. Dicho sea de paso, para transgredir es indispensable, creo, conocer la norma.



    ¿Y para qué sirve, entonces? Hombre, para saber qué pasa con eso que escribimos. Después de todo, escribimos para alguien, ¿no? Bueno. Cada comentador es un lector generoso, que invierte su tiempo y sus ganas en decir cómo le cayó el texto. Luego el autor puede hacer lo que quiera. No es que lo deba cambiar o tirar a la basura. Puede correr a editarlo si quiere, pero sabiendo que hay dos tres cosillas que...

    Por otra parte -y esto es bueno- sucede que más de una vez las impresiones de nuestros lectores son disímiles. También que algunos comentarios superan al texto comentado. Deberíamos encontrar un espacio donde compilar esas joyitas que aparecen de tanto en tanto.



    Dicho lo dicho, comenzaré con “Historia de una mujer menguante”. A los nuevos les advierto que suelo meter la pata de lo lindo, así que no me hagáis mucho caso.



    El título me lo advirtió: una mujer menguante es que se achica, me dije. Y ahí se me cruzó un cuento de Fontanarrosa, sobre una viejita que de buenas a primera empezó a empequeñecer, a hacerse cada vez más diminuta, menos visible. Tía Nela, se llama. El cuento, digo. Y la viejita, claro.



    “Mi balanza me escupe en la cara cuando subo encima. Si tuviera boca se reiría.” (Si puede escupir sin tener boca, bien puede reírse, me dije)

    “Me muero de hambre, (lugar común, un buen autor lo debe superar) no tengo fuerza para abrir la puerta del frigorífico que por otro lado, huele fatal a comida podrida que guarda.”

    “hay un pequeño agujero en la pared del salón, tras la librería por donde salen y entran...” (¿Falta una coma? Sin la coma es como si salieran de la librería –acá diríamos biblioteca- y sin embargo creo que salen del agujero)

    Y todos me dirán…” (faltan las comillas de apertura, en el texto) Abuelita,!!! (¿por qué triplicado el signo de admiración?), tráeme agua, o..abuelita,!! (¿acá duplicado? ¿por qué?) dáme (¿con acento?) un beso.

    “Tendré todo lo que no tengo, y perderé lo único que me queda, todo mi tiempo.” (No entendí. Releí, pero no entendí.)

    ... Estoy todo el día

    “, aquí uno trabaja hasta morirse, o hasta que se lo coman. Pero hay buen sexo con los hormigones. Aunque aquí lo hacen todo corriendo.”





    Me gustó:

    “...un arco vivo, un hilillo de vida.”

    “... historias a mi antojo, donde acabo siendo incluso reina.”



    La mujer que se achica me gusta. La intromisión del omnisciente en el último párrafo me confunde un poco. No sé si diario es un libro, un periódico, un cuaderno de esos donde los adolescentes cuentan sus cotidianeidades. No sé por qué necesita estar escrito hasta el final, ni qué significa “él era alguien...” ¿Alguien? ¿el diario?



    Un beso.

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  3. No sé porqué pones tantos párrafos en punto y aparte y además separados por dos renglones. Se ve muy desordenado…

    La verdad no entendí mucho: creo que alguien se imagina todo esto en una tarde ociosa y de lluvia, y se pone a pensarlo por escrito. Al final concluye que esto, ejercido como escapismo, es lo único importante.


    Otras cosas:

    Mi balanza me escupe en la cara cuando subo encima. Original

    Creo que me iré a vivir con las hormigas, ¿punto y seguido o dos puntos?

    hay un pequeño agujero en la pared del salón, tras la librería coma por donde salen

    formando un arco vivo bonito

    Y todos me dirán…”Abuelita,!!!, tráeme agua, o..abuelita,!! dáme un beso. No se debe poner coma y luego signos de admiración (digo yo)

    Que guay..

    ni siquiera ellas me cogerán No entiendo

    La que pone hijos está hasta los huevos Jajaja

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  4. Hay un relato de alguien que escribe un diario, y que se dirige a este mismo diario diario. Supongo que se está achicando, pero no me queda claro.
    Por sus palabras sabemos –no lo que le pasa ni por qué- pero sí que se encuentra muy mal, ya que piensa que es lo último que escribe. Alude a que se irá a vivir con las hormigas, a convertirse en reina de las hormigas y tener muchos hijos y nietos. Me imagino que esto es porque finalmente quedará de su tamaño.
    Todo ello para dejar de ser o sentirse insignificante, y no tener más la necesidad de escribir en el diario.
    Avanza el relato, y el relator ya no puede escribir más, claro, le debe resultar imposible por su nuevo tamaña diminuto. Ahora piensa, se sigue dirigiendo a su diario, desilusionada porque no es la reina, aunque al menos puede rescatar el sexo con los hormigones.
    Y luego viene el párrafo final, cambia el narrador y ahora es el diario quien relata lo que queda, contando que atrapó los últimos pensamientos de su autora, y que así estaba completo, había conseguido transformarse en alguien. Lo demás no importa.
    ¿Qué, lo único importante es que el diario se convierte en diario?
    ¿Tampoco importa lo que dice, lo que le sucede a su autora?
    Bueno, la verdad, a mí sí me habría importado lo demás, en una de esas me encontraba con algo, una historia por lo menos.
    No entendí este texto. Me gustaría que el autor nos cuente un poco sobre lo que quiso contar.

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  5. "...y que así estaba completo, había conseguido transformarse en alguien. Lo demás no importa."



    Cuando leí ese final, se me había cruzado el primer párrafo de "Bonsai", la novela del joven escritor chileno, Alejandro Zambra:



    "Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad se había quedado solo varios años antes de la muerte de ella, de Emilia. Pongamos que ella se llama o se llamaba Emilia y que él se llama, se llamaba y se sigue llamando Julio. Julio y Emilia. Al final Emilia muere y Julio no muere. El resto es literatura."



    Sí, a mí también me gustaría que el autor de "La mujer menguante" nos hable de ese último párrafo. Hilando fino, hasta encuentro cierta coincidencia con aquel primer párrafo de Bonsai.

    "Ahora su futuro se contaría por lecturas, y cada una sería una forma de vivir distinta, él existía para eso." Ese futuro podría ser el resto, es decir, literatura.

    Charlie, ilumínanos.



    Gracias por los mimos, gente. Norberto, ojalá podamos conversar un rato.

    Un beso,



    Tere

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