miércoles, 16 de abril de 2008

A través de Clodomira

Norberto Zuretti

      En la intimidad de su cuarto, donde la vergüenza era menor, la pequeña y fea Clodomira comenzó a desabrocharse la blusa hasta descubrir totalmente la diminuta llanura de piel blanca de seis años, donde dos puntitos más oscuros y borrosos planeaban su adolescencia lejana.
      La niña estiró la piel hacia el pezoncito izquierdo, y de un mordisco feroz amputó el futuro promisorio de sus senos.
      Masticó suavemente, mientras la sangre le resbalaba por el rostro y por el cuello, hasta saborear la totalidad de su repentino deseo sexual demasiado anticipado.
      La sangre que le iba cayendo entre la piel y la ropa y luego se hundía goteando en un pozo sin fondo, le llamó la atención; y Clodomira –aún insatisfecha su curiosidad genérica- empezó a escarbar entre los pliegues de la pollera y de la enagua, hasta alcanzar la piel húmeda con sus deditos sucios, y bajó hasta la intersección de los muslos, hasta un huequito pequeño, liso como la boca de un bebé, y palpó, palpó en vano buscando un vello que aún no había brotado, y entonces, con rabia, hundió las uñas en esos labios de seda virgen, inocentes e inexplorados, y lloró. Lloró con toda su alma como si tuviera cien años, desconsoladoramente frustrada.
      De repente, sintió un chistido y alzó la vista ahogada en lágrimas saladas, y ahí, en el espejo, lo vio al ogro desdentado y bruto que se superponía con su propia imagen y la llamaba babeando.
      -¿Cuál es tu nombre? –le preguntó el ser diminuto y deforme de un solo ojo.
      -Alicia –mintió Clodomira.
      Y así entró al País de las Maravillas.

3 comentarios:

  1. ¿A qué mundo llegamos “A través de Clodomira”?

    Las primeras cuarenta palabras de tu cuento me resultan no sólo especialmente bellas, también efectivas. “….planeaban su adolescencia lejana”, no planeaban su futura adolescencia, sino una adolescencia ida, antigua, como si la niña tuviera cien años.

    ¿A qué reino entramos a través de esta pequeña, fea y avergonzada Clodomira?

    Parece que a un mundo sin brújula. Porque salvo que la pequeña tenga un retraso madurativo, “su curiosidad genérica” sabe muy bien qué buscar y qué encontrar entre esos “labios inocentes”, y no es precisamente vello.

    Pero Norberto es el autor y le asisten todos los derechos de plantearnos cómo esta pequeña come-pezones, arriba con su “curiosidad genérica” a cuestas, al mundo de las Maravillas.

    ¿Podría ser de otro modo que con una mentira inaugural? (Mujer al fin)

    El cuento me gustó, me parece inspirado, aunque tienen algunos hilitos flojos. Leer mas...

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  2. Si el texto está hecho siguiendo las directrices de la “escritura automática”, entiendo que no entienda nada.
    Me gustan como están construidas las frases y me repugna lo que dicen. Alguna que otra vez yo también he buscado la provocación buscando lo macabro o tétrico. Si esta era tu intención, felicidades, lo has conseguido. Voy a aplazar mi cena hasta que se me mejore el estómago y se me baje el vello erizado de mi espalda.
    La próxima vez agradecería una notita que dijera “no apto para menores de…” o “las imágenes descritas en este párrafo pueden herir la sensibilidad del lector”.
    Un abrazo.

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  3. Comentario al margen del cuento: la belleza física es un estado dinámico: las hay bellas por naturaleza, que un buen día se levantan y ven canas coexistiendo con acné, mientras el trasero respingón se desplazó hacia arriba, transformando el cuerpo desafiante en un barrilito triste. Y, al revés, el cuento del patito feo pasa cada día. La belleza va y viene: se puede ser fea a los 13 años, para echar plumas de Ave del Paraíso a los 45… no nos castiguemos por eso.



    Volviendo al cuento: no sé qué tramas con esto, Norbe: cuento, cuento, lo que se dice cuento, no es. Es más bien una sátira. Muy bien descrita, eso sí. Da asco, grima, miedo y horror, y te quedarás feliz por eso.

    De resto no entiendo, repito, qué tramas, adónde vamos con esto, de dónde sale ese ogro, … ¿Alicia? ¿Qué Alicia? No me j…. ché.

    Alguito más: En la intimidad de su cuarto, donde la vergüenza era menor, la pequeña y fea Clodomira comenzó a desabrocharse la blusa hasta descubrir totalmente la diminuta llanura de piel blanca de seis años, esto suena raro donde dos puntitos más oscuros y borrosos planeaban su adolescencia lejana.
    alma como si tuviera cien años, desconsoladoramente frustrada. … y esto también.

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