domingo, 1 de junio de 2008

¿Y mi madre?

Sara

      Un golpe ruidoso me despertó. Abrí los ojos pensando en encontrarme con algún ladrón, pero todo lo que mi mirada pudo divisar fue simplemente oscuridad. Alcancé con mano temblorosa el interruptor de la luz, y aliviada comprobé como en la habitación no había nadie mas que yo.
      Pensé que el ruido podía haber venido de las campanas de la iglesia, puesto que la teníamos bastante cerca, pero había oído muchas veces aquel ruido, y no se parecía en nada al que acababa de oír. Comencé a ponerme nerviosa.
      Estaba segura de que aquello era real, aunque ahora empezaba a dudarlo. Con una valentía increíble en mi, salí de mi habitación y crucé el pasillo hacia la habitación de mi madre. Un silencio sospechoso inundaba la casa, adueñándose cada vez más de mi miedo como podía hacerlo la más horrible de mis pesadillas.
      La puerta de la habitación estaba cerrada. Alcancé la mano hasta el pomo y lo giré lentamente y sin prisas, como si en ese momento pudiera controlar el tiempo. La puerta se abrió y escuché de nuevo el chirrido de esas viejas bisagras que pronto llegarían a su fin. Un escalofrío se apoderó de mí haciendo que hasta el más pequeño músculo de mi cuerpo quedase petrificado.
      En la cama, como emergida del mismísimo infierno, una enorme mancha roja se apoderaba del blanco de las sábanas. Avancé dos pasos hacia delante. Sentí que alguien me observaba. Aterrada de miedo, me giré.
      Desde el umbral de la puerta una persona cubierta por una capa negra y una capucha permanecía inmóvil. No pude ver su rostro. Lentamente, la persona encapuchada avanzaba hacía mi. Quise gritar, correr, pero mis intentos fueron en vano. Lo único que se manifestaba en mi cuerpo eran lágrimas, que corrían silenciosas por mis mejillas, e igual de silenciosas chocaban contra el suelo. Se metió la mano en el bolsillo.
      Cerré los ojos, había llegado mi final. Pero entonces noté algo en mi mano. Cuando volví a abrir los ojos, la persona encapuchada había desaparecido y un sobre junto a una nota aguardaban en mi mano a que las leyera. Todo mi cuerpo temblaba. Alcancé la silla y, como pude, empecé a leer la nota:
      [i]“No puedo decirte mi nombre ni mostrarte mi rostro. Aún no, por el bien de los dos. Intenta que el miedo no pueda contigo, porque si dejas que te venza terminarás perdiendo. No confíes en nadie, pues todos pueden ser culpables. Te pediría que confiaras en mi, lo entiendo si no lo haces. No corras cuando me veas, no grites, sólo espera tranquila, ignorante de mi presencia. Guarda en sitio seguro el sobre y cuando estés sola, completamente sola, ábrelo y leélo…”.
      Aún no sabía por qué, pero intuía que aquel anónimo iba a ser el inicio de una gran y temida odisea…

5 comentarios:

  1. Buen texto, que al menos sirve para una aproximación a Sara, nuestra flamante nueva compañera.
    Otra vez me resulta difícil decir que esto es un cuento, ya que está el planteo, pero le falta el desarrollo y el cierre. Podría considerarlo como el principio de un relato aún no terminado.

    Un relato en primera persona.
    Un extraño ruido despierta a la relatora, no es un ladrón, sale del cuarto, va hacia la habitación de la madre, con quien podemos suponer que vive, aunque el texto no lo aclara, sí dice teníamos a la iglesia bastante cerca, lo que nos hace suponer que habla en plural porque vive con alguien.
    Lo único que ve en este cuarto es una mancha roja sobre las sábanas, de la madre no dice nada. Y una aparición fantasmagórica, la silueta de alguien envuelto en una capa negra con capucha que, misteriosamente porque desaparece enseguida, le entrega un sobre y una nota donde aclara que no puede decirle quién es, pero que le tenga confianza y que lea la nota del sobre cuando se encuentre sola, le aclara que completamente sola.
    Fín.

    Cuando despertó, el dragón aún estaba ahí. Pero no es tan así en este caso, no.

    ¿Qué fue el ruido que la despertó? ¿Parte de su sueño? ¿Existe la posibilidad de que aún siga soñando? ¿En qué realidad se desarrolla esta historia?
    ¿Qué pasa con la madre, vive con ella, la mataron, la mancha roja es su sangre?
    ¿Existe acaso la madre, viviendo con ella o en otro sitio? ¿Qué tipo de relación tiene con la madre? ¿Tendrá algo que ver el tipo de relación madre-hija con la narración?
    ¿Por qué la relatora no se preocupa por la madre, a pesar de su cuarto y de la posible mancha de sangre?
    ¿Había alguien en ese cuarto?
    ¿Quién es el mágico personaje? ¿Cómo aparece en el umbral de la puerta, venía siguiéndola y entró al cuarto detrás de ella? ¿Qué quiere de ella?
    ¿Por qué aparecerse esa noche y no otra? ¿Se había aparecido antes, ya se conocen?
    ¿Por qué la nota y el sobre?
    ¿Por qué doble nota, una para ahora, otra para después, no bastaba con una sola?
    ¿Por qué el misterio, por qué ocultarle el rostro, por qué irse y desaparecer? ¿Por qué no decirle ahora lo que se supone va a decirle en otro momento?
    ¿Cómo desaparece, se trata de un ser sobrenatural? ¿Es esta una historia de fantasmas?
    ¿Por qué esperar, para qué esperarlo, quiere decir que va a regresar? ¿Por qué en otro momento y no ahora? ¿Qué puede haber de distinto en otro momento? ¿Por qué guardar el sobre y leerlo a solas? ¿Por qué no ahora, qué diferencia puede haber? ¿Acaso ahora no se encuentra a solas, ya que la madre no debe de estar en la cama llena de sangre? ¿Con quién se encuentra la relatora, que no está sola en la casa?
    ¿Por qué el visitante le pediría confianza? ¿Por qué entendería que no se la tenga? ¿Ya se conocen?
    ¿De qué se trata la mancha roja?
    ¿A la relatora no le importa esa mancha?
    ¿Qué sabe la relatora que nosotros los lectores no sabemos para entender esta situación?
    ¿Por qué intuye ella que ese anónimo será el inicio de una odisea? ¿Se esperaba acaso que le sucediera algo parecido a esto, por ello no se asombra?
    Y, finalmente, el título. ¿Por qué la pregunta? ¿Le sucedió algo a la madre? ¿Le sucedió a la madre algo que no debemos saber, que no debemos saber todavía?
    ¿Por qué la relatora va a tener miedo? ¿Qué perdería si el miedo la vence?
    ¿Cuál es la historia que se nos quiere contar?
    ¿Cuál es la historia que falta?
    ¿Por qué Sara termina esta historia en donde la termina, con tantos interrogantes y dudas sin respuestas? ¿Será que aún no ha podido leer la segunda nota?

    Si Sara tuviera alguna de estas respuestas, creo que podría terminar su cuento.
    Mientras tanto, yo espero, porque esta muestra me sirve para ver que Sara escribe bien y es cuidadosa con su texto, por lo menos lo suficientemente cuidadosa y prolija como para reclamarle algo más.


    interruptor de la luz, y aliviada comprobé como en la habitación no había nadie mas que yo.
    interruptor de la luz y, aliviada, comprobé cómo en la habitación no había nadie más que yo.

    increíble en m i
    increíble en mí

    que confiaras en mi
    que confiaras en mí

    [i] ¿qué si gnifica?

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  2. Hola! Bueno, veo que hay bastantes cosas para corregir, y eso me gusta. No quiero empezar aquí haciendo un relato perfecto, claro está...jejeje!

    En respuesta de todas esas preguntas que has elaborado, muy pero que muy bien, Norberto, he de decirte que esta es solo una introducción del relato. Que sí tengo algo más escrito...pero no llegué a terminarlo, como todo lo que he escrito hasta ahora.

    Espero que te haya gustado como comienzo, y prometo subir relatos mucho más elaborados.

    Si tienes curiosidad por saber cómo continúa el relato, puedes visitar mi blog, donde colgué hace un tiempo la historia por partes.
    www.historiasdeunaescritora.blogspot.com

    Un saludo, y gracias por la crítica !

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  3. Hay una cosa buena en este texto: la ambición de crear una historia interesante, excitante. A mí me parece magnífico que un autor nos quiera contar una historia de asesinatos, de intriga, porque la verdad es que muchos libros que leo son de una insustancial y cotidiana intimidad, y me aburren: me interesa muy poco que me cuenten algo que me ocurre a mí y a gente como yo todos los días.

    Pero, una vez dicho esto, tengo que confesar que este folio no me gusta demasiado. Para empezar, esto no es una historia, sino el comienzo de una historia; tal vez si se nos hubiera traído lo que falta habríamos podido juzgar la obra, en lugar del anuncio. Por otra parte, a nadie puede ocultarse que está lleno de faltas de ortografía y, además, mi impresión como lector es que carece de personalidad: falta en él algo que podamos llamar estilo. Naturalmente es sólo una opinión, que habría que contrastar con la de otros talleristas, y la de otros lectores de fuera, antes de ser tomada en serio.

    Respecto a las faltas de ortografía, sé que habrá gente aquí que las disculpe, que las considere, no sé, una rémora del pasado, un prejuicio burgués, qué sé yo. Sin embargo, el hecho de que un autor escriba unas palabras bien y otras mal significa que no niega la gramática, no pretende subvertirla ni revolucionarla: simplemente no la domina. ¿Y qué menos que tratar de escribir correctamente cuando se escribe? No basta con la función correctora de los procesadores de texto pues son incapaces de detectar errores cuando el término equivocado también existe en el diccionario para expresar otra cosa. Hay que aprender gramática. Se puede cometer alguna falta de ortografía, eso nos pasa a todos, pero no trufar un texto con ellas.

    En cuanto al estilo, yo creo que escribir no es solamente contar, como se haría con un compañero en la hora del bocadillo, sino crear un efecto en el lector y dejar una firma en la forma de componer las frases; en la oportunidad de las palabras, de las expresiones; en la forma literaria de la exposición. No se escribe como se habla, es un código distinto, con otras pretensiones, con otra función. La literatura supone un esfuerzo estético que lo aparta de la simple comunicación.

    Algunas cosas que encuentro:

    No me gusta lo del golpe ruidoso, es poco descriptivo porque todos los golpes hacen ruido.

    La oscuridad no se divisa; divisar es "ver, percibir un objeto aunque confusamente".

    "Cómo" lleva acento cuando se puede sustituir por "de qué manera". "Más" lleva acento cuando es un adverbio de cantidad (no lo lleva cuando es una conjunción adversativa).

    "Oído" y "oír", queda feo tan junto.

    "Mí" lleva acento cuando es un pronombre personal (no lo lleva cuando es un adjetivo posesivo).

    «Un escalofrío se apoderó de mí» es un lugar común.

    Me parece desafortunado esto: «Lo único que se manifestaba en mi cuerpo eran lágrimas, que corrían silenciosas por mis mejillas, e igual de silenciosas chocaban contra el suelo».

    También esto: «No corras cuando me veas, no grites, sólo espera tranquila, ignorante de mi presencia». ¿Cómo va a estar ignorante de su presencia, una vez vista?

    "Leélo" se escribe "léelo".

    Y, por fin, debo de ser un anticuado, pero soy de los que consideran un error gramatical eso de "me giré". El verbo girar no tiene función pronominal en castellano. Las cosas giran (incluso sobre sí mismas), se dan la vuelta, pero no "se giran". Ya sé que se usa cada vez más (sobre todo, me parece, los catalanes), y que hasta Blecua lo considera una plaga de la que ya no nos vamos a librar.

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  4. Muchas gracias por tu crítica, Carlos. La verdad es que era una historia que tenía ahí guardada de hace tiempo.
    En cuanto a las faltas de ortografía, algunas de ellas son descuidos que tiene el escribir a ordenador, y la falta de revisión posterior. La próxima historia estará muy cuidada en cuanto a este tema.
    Y muchas gracias por correcciones como la expresión "me giré". No se, nunca habría caído en que eso no es así.
    ¡Tengo mucho que aprender!
    ¡Un saludo!

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  5. Primero que nada, quisiera dejar en claro que no tengo otra intención que la de ayudar a la autora a mejorar el cuento. Digo cuento, aunque es evidente que se trata de una historia que no tiene final, una historia trunca, con muchos cabos sueltos. Lo que tenemos es una escena de suspenso un poco recargada de expresiones truculentas. Sin embargo, creo que la narración despierta cierta inquietud en el lector, dan ganas de seguir leyendo a pesar de las deficiencias sintácticas y ortográficas y los lugares comunes. La autora ha creado clima, ha metido algunos elementos propios del género de misterio (el enmascarado, la sangre en el colchón), pero no se ha animado a más, quizá porque no encontró la manera de cerrar todo lo que dejó abierto, no supo idear un final aceptable, satisfactorio, a la altura de la expectativa que la misma atmósfera parece generar en el lector.

    Podría detenerme en cada frase y señalar cada problemilla, pero sería injusto o imprudente. Porque nada sé de la autora, no conozco su edad, no conozco sus lecturas, ni si hace mucho o poco que escribe. Algunas cosas, sin embargo, señalaré más adelante.

    Que se haya animado a meterse en el terreno del misterio, en las zonas donde laten las sombras y el miedo se acrecienta, me parece muy bien, porque es un modo de estimular la imaginación, de entrar en mundos que no giran en torno de lo cotidiano. (Esto creo que ya lo dijo Carlos). Después, con los años, los mundos que uno va hilvanando dejan de tener mucho de imaginario y se van poblando de terrores terrenales (perdón por la cacofonía), de situaciones sacadas de la realidad y que nada tienen que envidiarle a las estremecedoras historias de ese muchacho de escribía cuentos, un tal Edgar Poe.

    Algunos detalles:

    “Un golpe ruidoso me despertó”.

    Si el golpe la despertó, seguro que fue ruidoso… o doloroso. Al seguir leyendo caemos en la cuenta de que la narradora no despertó al sentir un golpe en alguna parte de su cuerpo, sino al oír un ruido. La diferencia tal vez sea sutil, pero conviene tenerla presente a la hora de escribir. Un ruido la despertó. Por lo demás, la expresión “golpe ruidoso” huele a pleonasmo. El principio de un cuento es tan importante como el final.

    “Abrí los ojos pensando en encontrarme con algún ladrón, pero todo lo que mi mirada pudo divisar fue simplemente oscuridad”.

    Creo que hay mucha palabreja que no aporta. Si arrancara de un modo más conciso, la narración ganaría dinamismo, lograríamos simultaneidad, una simultaneidad aparente, claro está, puesto que el lenguaje es secuencial. La mina se levanta medio confusa, aturdida, todavía con los sedimentos del sueño en la cabeza, intuye que vienen a robarle, pero no puede ver un pito. “Me despertó un ruido. Pensé en un ladrón. Abrí los ojos pero no vi más que oscuridad”. Con este ejemplo me fui al otro extremo, a lo lacónico. La idea es que encuentres un término, digamos.

    “Alcancé con mano temblorosa el interruptor de la luz, y aliviada comprobé como (que en lugar de como) en la habitación no había nadie mas (más) que yo”.

    Lo de la mano temblorosa lo dejaría para más adelante. La mina no entiende nada, recién de despabila. Yo diría que sus dedos tantearon la mesita de noche hasta dar con el interruptor del velador. Que no haya encontrado a nadie en la habitación no es motivo para tranquilizarse. El ladrón puede estar en camino, avanzando por el pasillo desde otra habitación.

    “Pensé que el ruido podía haber venido de las campanas de la iglesia, puesto que la teníamos bastante cerca, pero había oído muchas veces aquel ruido, y no se parecía en nada al que acababa de oír”.

    Lo mismo, mucha palabreja para llegar a una contradicción: Pensé que eran las campanas pero no se parecía al ruido de las campanas. (¿?)

    “Comencé a ponerme nerviosa”. No lo digas, muéstralo. Aunque, por contexto, ya se ve que está cagada en las patas, así que mejor sería que la frase desapareciera. Con respecto al verbo comenzar… Hay tanto personaje en tanta novela que comienza a hacer algo y nunca lo termina. Directamente yo diría, en caso de que la frase vaya a quedar: Me puse nerviosa.

    “Estaba segura de que aquello era real, aunque ahora empezaba a dudarlo”. La frase encierra una contradicción.

    “Con una valentía increíble en mi, salí de mi habitación y crucé el pasillo hacia la habitación de mi madre. Un silencio sospechoso inundaba la casa, adueñándose cada vez más de mi miedo como podía hacerlo la más horrible de mis pesadillas”.

    Demasiado truculento. Ojo con los adjetivos: si no dan vida, matan.






    Saludos.

    Dani

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