miércoles, 1 de octubre de 2008

Riñas

Daniel

29 de septiembre

5 comentarios:

  1. Daniel, a tu relato le tocó ser el segundo que leía este mes y la verdad es que tengo que confesar que me ha gustado en general, pero especialmente el final.
    Más que la historia de los gallos que sinceramente no me interesa (estuve a punto de dejar de leer pues una vez presencié una pelea en la república dominicana y fue algo desagradable), me gusta lo que se lee entre líneas de la relación de los dos amigos y su evolución. Me gusta ese espacio que dejas para que el lector mismo monte la historia y la coloque a su antojo.También me parece muy logrado y original esa otra historia, dentro de la historia principal, que nos habla del alma del boxeador en el cuerpo del gallo.
    La riqueza del texto en detalles, la armonía y sobre todo el conocer los sueños y esperanzas del amigo del narrador mantuvieron mi atención en el texto y hasta en las peleas de los gallos.
    La última pelea se me antoja, gracias a tu final, una manera de reflejar una lucha entre la realidad y los sueños. Quizás me hubiera gustado que ganaran los sueños... será porque en el fondo soy una soñadora.
    A pesar de haber ganado la realidad, el cuento en general me dejó muy buen sabor de boca. ¡Gracias!
    Igual que he dicho en mi otro comentario, dejaré a los compañeros los apuntes de mejora de escritura.
    Un gusto leerte,
    Eva

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  2. Francisco Rico, cuando hablaba de los clásicos dijo: "Los llamamos clásicos cuando no nos sentimos con fuerza para mejorarlos. Cuando estamos convencidos de que ni puede verse más ni puede decirse con mayor eficacia."

    Después de decirte esto, de aplicarlo a tu cuento, sólo me queda pedirte dinero.

    Hay un par de cosas que no acaban de cuadrarme, eso sí, para qué negarlo, es por joder más que nada.

    No me gusta esta repetición en la frase:

    La luna sobresalía redonda sobre nosotros.

    También he de decir que ahí, "Luna", debe ir con mayúscula ya que se refiere al satélite directamente y no a fenómenos derivados de ella. Noche de luna llena

    No sabía lo que era el Malbec, hay que ver lo que aprendo con vosotros. He mirado un par de páginas en Internet, no he profundizado mucho, pero me he dado cuenta de que cuando hablan de la variedad de la uva que produce luego la bebida, se escribe con minúscula, pero cuando se refiere al vino, se hace con mayúscula. Lo digo por si me puedes aportar tú algo sobre ello. No por corregir nada. Curiosidad.



    Me gusta la elección del tipo de narrador para que nos cuente la historia. Está claro que el omnisciente, atributo de Dios, es el adecuado para profundizar en los pensamientos, en los sentimientos de todos, pero qué quieres, a mí me gusta que me cuenten historias al lado de una hoguera. Y eso, Dios, no lo hace.

    También me gustó, mi parte de poeta lo reclamaba:

    De un tirante colgaba la tristeza: hilachas de una guirnalda sin vida.



    Dani, si quieres que sea más crítico contigo… ¡Qué decirte! ¡Hazlo peor!

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  3. El cuento de Daniel es bueno, como siempre. Uno no sabe qué aportar con el comentario. Nada. Si acaso yo diría que tratar de eliminar un salvaje y un ritual, porque ambos términos están repetidos.

    También diría que hay dos frases con un valor muy parecido, y van seguidas: «los faroles me trasladaron a otro siglo. Nos metimos por un pasillo largo, como por un pasadizo que nos conduciría».

    Finalmente, me suena raro que el vigilante de la gallera le pida la contraseña a un hombre que es asiduo del local, cuyo gallo ha ganado en siete ocasiones. De todos modos, no sé mucho de gallos, aquí no se estilan las peleas.

    Bueno, aún una cosa: hay un matiz que se podría mejorar, pienso, en la frase «como si vivieran en un eterno presente». No me parece que sea eterno el adjetivo que exige la frase, sino algo así como urgente, acuciante o apremiante. Es una pena que los tres adjetivos rimen o casi rimen con presente. A lo mejor podría irse la cosa a arrebatado, o afiebrado.

    Me encantó lo del "dios fatigado".

    Como la muerte del gallo se veía venir, a lo mejor viene bien poner un poco más de intensidad y renglones en la pelea, hacer que la bondad del final no gravite en el hecho en sí, por previsible, sino en la acción que lleva a él. A lo mejor también habría que insistir al narrador para que acuda la segunda vez, para que no parezca que va a remolque del cuento. Tal vez habría que dotar a ese abrazo final de Miguel a su gallo de algún detalle físico, que lo haga todavía más singular. Uno o dos detalles de esos que se convierten en poderosos, y comprimen y hacen recordar el cuento precisamente por ellos. O puede que el final no fuera ese, sino, continuando con el paralelismo entre el gallo y el boxeador, el gallo gana esa pelea, pero lo matan fuera del cuadrilátero, por envidia, por despecho; aparece muerto, envenenado en su jaula, yo qué sé. Son sólo sugerencias por no estar callado, porque poco ayudaría decir: "un cuento perfecto". Dani sabrá si son tonterías mías.

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  4. Un cuento con la calidad de cualquier otro publicado.

    Debo reconocer que el tema no me atraía pero que supiste enbaucarme. Las descripciones del ambiente eran tan claras que enseguida estuve allí, pegada al narrador aún más próximo a mí por ser escritor. Aprendí palabras como pucho o galpón.

    Si debo criticar algo te diría que coincido con Carlos en que me sorprende que el portero no le reconozca.

    Aunque lo que me gustaría es que al principio del cuento me describieras más la patética situación personal que lleva al protagonista a hacer de las riñas su vida.

    Un gran cuento,
    Montse Villares

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  5. También unas pocas palabras a las apuradas sobre este cuento, ya me empujan los anónimos. No puedo aportar demasiado, Dani logra una construcciones perfectas, creíbles, metiéndose a veces por mundos casi marginales, algo sórdidos como en este caso con las riñas de gallos de fondo. A propósito, qué horribles me resultan las riñas de gallo, como las corridas de toros y el boxeo.

    Perfecta la atmósfera, hasta se perciben los olores y el polvo, el aire viciado en esos galpones, la gente enardecida.



    Encuentro una construcción verbal repetida, al principio, que se me vuelve compleja
    perdedores que se resistían a sentirse perdedores

    ¿se resistían porque ahora no resisten más, es importante?

    Pregunto si no es más correcto perdedores que se resisten a



    y lo mismo a continuación

    ganadores que volvían para despilfarrar lo que habían ganado

    es posible armarla mejor diciendo lo mismo, y cambiando el tiempo verbal.


    Y algo más, hacia al final aparece la descripción de un sueño, a mí me da la sensación de que sobra, como si me desviara la atención. Pero bueno, es cosa mía. Bien, Dani.

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