lunes, 1 de diciembre de 2008

Me llamo Clara

Mirta Leis

Caigo...No se bien si es un sueño…me siento caer.
El viento que me envuelve es helado .Desearía abrir los ojos ¿ que me sucede? no veo, ¿qué tengo?...ya recuerdo: la capucha.
El frío traspasa mis huesos y solo siento el vértigo de la caída.
Aunque me esfuerce no puedo pensar, escucho gritos y caigo.
El mareo persiste, quisiera pensar, recordar...pero no puedo, solo me siento caer en una gran oscuridad.
Algunas imágenes cruzan por mi mente: aquella noche estaba muy cansada, había corrido mucho. Me dolían las piernas cuando llegué a casa de Juan y me desplomé en su viejo sillón azul. Estaba agitada pero la sonrisa pintaba mi cara con luces : estaba contenta. Jadeando comentaba con Laura la asamblea en la facultad mientras Juan me alcanzaba un mate. Cuanto entusiasmo, cuantas ideas, había tanto para comentar, tanto para quejarse, tanto para planear...
Nos están quitando todas las libertades. ¿Acaso se puede estudiar cuando te prohíben leer?...Si hasta los VECTORES son subversivos!! Si no se puede hablar, ni disentir, si hasta para ir al baño tenemos que llevar documentos, es inaudito!
Los recuerdos se mezclan con el frío y el vértigo de la caída… los fusiles apuntándonos, los empujones, los insultos, los golpes…el silencio. Sentía frío cuando me interrogaban, sentía frío cuando oía aquellos gritos en las noches de encierro. La oscuridad en la capucha que ahogaba, el agua, el miedo, la soledad acompañada de gritos, los llantos…
Ahora hay algo más, me siento flotar como una hoja, apenas puedo abrir los ojos, tiemblo y sigo cayendo: no es un sueño, es real, el agua golpea mi cuerpo flácido y mis piernas pesan buscando el fondo. No respiro, ya no caigo: me hundo, ya no me esfuerzo: lentamente, muy lentamente, me trago el mar.

6 comentarios:

  1. Se trata, para mí, de uno de esos cuentos difíciles.

    Difícil por su inevitable referencia a una época nefasta que no deja de dolernos y angustiarnos, sobre todo a nosotros los argentinos. Y está bien que nos duela, que no nos olvidemos, que tengamos bien claro qué es lo que no queremos.

    Este cuento en particular, no me gusta. Es una apreciación totalmente subjetiva la mía, que se junta con que uno no puede dejar de estar de acuerdo con la intención del autor, sólo que no me agrada cómo está contado. Tal vez por lo catártico, por la poca recreación de la anécdota, por esa falta de distancia que termina logrando una visión diferente, más elaborada.

    Así que de este relato rescato la intención, y me quedan objeciones sobre la forma.

    Lo primero, la falta de respeto a algunas reglas tipográficas, que entorpecen la lectura. Como ser: después de un punto va un espacio en blanco, después de tres puntos suspensivos se deja un espacio o se coloca una coma, cuando se usan los dos puntos, van pegados a la última letra de la última palabra, cuando se utilizan los signos de pregunta o exclamación se colocan al principio y al final, algunas faltas de acentos en sé, qué, sólo, cuánto.

    Estas cosas distraen, mucho, por suerte es lo más fácil de corregir.

    Y después, la forma narrativa. Lo narrado transcurre en un instante, muy breve. El narrador describe más sus sensaciones, las de ese instante y los recuerdos que le surgen.

    Siento correcto el planteo, se comienza a narrar desde instantes antes del final, me imagino que las evocaciones nos llevarán a explicar qué se está narrando, y es así, pero no me convence, puedo comprender lo relatado gracias a mi propia memoria, y así me cierra la historia, pero no por lo narrado en sí mismo, que es demasiado poco. No puedo evitar imaginar qué está pasando por la cabeza del autor mientras escribe, y siento al autor aún atrapado en esa maraña siniestra, como imposibilitado de dar un paso hacia afuera, que le permita una visión distinta, no tan compulsiva. Es muy difícil con estos temas.

    Sobre su autor, es argentino, o argentina, más se me da por esto último.

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  2. Encuentro el cuento demasiado largo para narrar unos instantes. Y no quiero decir con ello que no se pueda hacer una novela de un suceso de unos minutos. Sólo que, tratándose de un cuento corto, el ritmo de la narración debería ser más rápido, con frases cortas, entrecortadas, palabras sueltas que nos transmitan el vértigo de la caída.
    No se me hace creíble que, mientras cae piense que le están quitando las libertades o en los vectores.

    No entiendo el comienzo de la frase "Ahora hay algo más," ¿además de qué? no sé a qué hace referencia.
    Otra cosa es que el agua no golpea el cuerpo sino al revés.
    La frase final me encanta, es lo mejor del cuento: "No respiro, ya no caigo: me hundo, ya no me esfuerzo: lentamente, muy lentamente, me trago el mar."


    Coincido con Norberto en que el autor necesita distanciarse de los hechos para expresarlos con mayor claridad. A veces, el uso de la 3ª persona, en estos casos, puede ayudar.

    Un cuento indudablemente de origen argentino. Y tanto la temática como el expresarla en 1ª persona me harían apostar por Marta Iris.
    De momento, Marta no te delates, para que así puedan opinar los demás, sólo dime si has participado como anónima.

    Un abrazo,
    Motnse Villares

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  3. No hace tanto que me enteré de cómo durante algunas dictaduras se deshicieron de los elementos no deseados arrojándolos al mar. La última frase pone el broche de oro a un relato de los últimos minutos de una chica que muere de esa forma. Incluso me parece estupenda la doble posibilidad del verbo "tragar", que aunque no lleve acento y así defina perfecto su tiempo, podría llevarlo y dar otra imagen al mismo resultado.
    Hay varios errores relacionados con la tipografía. Punto separado de la última letra de la palabra y sin espacio antes de la siguiente. El uso de signos de admiración dobles y solamente los que cierran, ninguno las abren, tras los puntos suspensivos, si no hay coma u otro signo, se escribe mayúscula, como si hubiera un punto. Ese sólo, creo que lleva acento…
    Un abrazo.

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  4. Recrear uno de los tantos vuelos de la muerte es, necesariamente, una experiencia dolorosa. El autor debe meterse hasta el tuétano, sin golpes bajos ni mera crónica vomitiva. Nos debe conmover, sorprender. Vale, sin duda, el intento, pues de eso se trata: un intento de transmitir sensaciones últimas, capaces de ser vividas. Tal como se ha presentado, el relato se diluye porque conspira contra la intensidad y rapidez con que sucede. Por ejemplo: los puntos suspensivos en este contexto me suenan inadmisibles. La protagonista (Clara) siente, apenas piensa o recuerda. La acción es rapidísima, aún cuando está detenida en la oscuridad: “siento el vértigo de la caída”, dice.

    El comienzo debe ser fulminante, sin distractores. Luego los recuerdos, condensados, puntuales, posibles (facultad y tortura), y llegar al final de la caída de un solo golpe, para que resplandezca ese formidable final: lentamente, me trago el mar, con todas las connotaciones que esa metáfora expresa.

    Autor/a: argentina, por supuesto.

    Rubén

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  5. Bueno, esto de los cuentos sobre los desaparecidos se ha convertido en un género en Argentina; a veces da reparo sacar faltas a uno de ellos porque parece una falta de consideración para con la tragedia. Ustedes saben o deben saber que nada más lejos de mi intención. A ver. Tenemos un cuento en el que una moza es arrojada al mar, con la capucha puesta, desde un avión. Y durante la caída recuerda la noche que llegó cansada de correr a casa de Juan y Laura; luego recuerda la detención (¿esa misma noche?), los interrogatorios… todo trufado con la sensación de la caída libre. El cuerpo de nuestra narradora se hunde en el mar y ahí acaba todo.

    Yo necesitaría resaltar dos cosas: una que el cuento está mal presentado y tiene alguna falta de ortografía; otra, que la primera persona es muy bonita y tal y tal, pero a veces es un espectáculo insólito, dependiendo de lo que cuente.

    Mal presentado. Sí, porque le faltan las sangrías, ignora que después de los signos de puntuación hay que hacer un espacio, deja en cambio ese espacio después de la apertura de interrogación, etc., etc. Miren, yo creo que a estas alturas no deberían venir presentados los textos como éste, parece una pequeña falta de consideración hacia los compañeros y hacia la propia corrección que uno debe perseguir. No cuesta nada hacer las cosas bien. Si alguien tiene todavía dudas sobre cómo se debe maquetar un texto no tiene más que levantar el dedo, se lo explicaremos las veces que haga falta.

    Así pues, luego de coma, punto, puntos suspensivos, punto y coma, dos puntos, etc., hay que dejar un espacio en blanco. No se puede escribir «Caigo…No se bien si es un sueño», sino «Caigo… No sé bien si es un sueño». Hay también faltas de ortografía, pero por hoy vamos a pasarlas por alto, son algo más difícil de aprender. Sin embargo, al menos las sangrías, los guiones largos, los espacios después de los signos de puntuación, que no falten, por favor.

    La primera persona. Sé que muchos autores están acostumbrados a escribir en primera persona, así el narrador es también protagonista de la historia. Bueno, cada uno con sus gustos, me parece que todos hemos escrito alguna vez en primera, sin embargo, hay historias que no casan bien con ese punto de vista. Me detienen, me torturan, me montan en un avión, me tiran, me caigo, me caigo, recuerdo la tarde que, recuerdo la noche que, recuerdo la sonrisa que, me caigo, me caigo, me hundo, me hundo. Me morí.

    No sé, no sé. La tercera también existe, la tercera también es bella e impactante y comprometida. Y para casos como éste… En fin, merecería la pena probarlo.

    A ver, dije que pasaría por alto las faltas de ortografía, pero vamos a dar una pequeña consigna nemotécnica: cuando se hace una pregunta o una exclamación, o una expresión enfática, hay que poner acento en qué, cómo, quién, cuánto, cuál, etc. Por ejemplo, en «¿qué me sucede», en «cuánto entusiasmo», en «cuántas ideas». Otra, para ir poco a poco aprendiendo: cuando la palabra «solo» puede sustituirse por «solamente» ese «solo» se acentúa: «sólo».

    También sobran un montón de puntos suspensivos, pero esto ya es una manía personal. Hay que huir de los gerundios y de los puntos suspensivos.

    ¿Lo demás? ¿El tema? Bien, claro. Terrible, por supuesto.

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  6. No sé quién es el autor. Debe ser uno nuevo porque tiene la escritura
    de un novato. No me parece una falta de respeto. Si uno se pone tan
    neurótico, nadie puede entrar a aprender. Alguien podría tomarse el
    trabajo de corrgírselo.
    Me hizo acordar a los días en que me subía a los inodoros en el
    Profesorado porque me había olvidado los documentos y a tantas cosas
    más... No me parece mal que elija la primera persona, muchos deberían
    volver a la primera y tendrían más lectores. En las críticas coincido
    con Rubén y agregaría que faltan referencias contextuales. Nadie está
    obligado a saber lo que sucedió aquí y tampoco está claro en el cuento
    qué sucedió. Uno lo recompone porque conoce la historia pero...

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