viernes, 3 de febrero de 2012

En la orilla

Autor: Daniel
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1 comentario:

  1. ¡Bravo!

    Empecé a leer el cuento y desde la primera página me pregunté qué le ocurría a Rossi, por qué no reaccionaba y pegaba cuatro gritos. Varias páginas después voy encontrando las respuestas, que, hábilmente de tu parte, vas asomando aquí y allá, como si no fueran importantes. La historia tiene mucho movimiento a pesar de lo pausado de la redacción, y me permitió ver un Rossi que despierta poco a poco de su pesadumbre y empieza a cuestionarse las intenciones de terceros. Un personaje confiado, entre comillas, que acepta lo que le venga por delante, resignado a que la vida le abandone, al igual que lo hizo su padre, entregado al conflicto que le acompaña, minando cualquier tentativa de salir a flote (por ejemplo, el hecho de saber que tiene que comprar el boleto de bus y no lo hace en ningún momento).

    Honestamente te confieso que leí la primera página dos días atrás y cuando observé que eran once, me dije, Susy, mejor déjalo para leerlo con tiempo, y cuando me dispuse nuevamente a hacerlo, no pude parar hasta acabarlo. Me atrapó.

    En cuanto al escritor ―casi, casi un terapeuta― se mete y se entromete buscando una historia que escribir… considero que quedó algo corto. Tienes mucho para seguir contando, tanto que creo haber leído las primeras páginas de una futura novela corta… o larga. (a menos que ya exista y la hayas recortado como hice yo, je, je)

    Con tu permiso, dejo a continuación algunas cosillas que me hicieron ruido (por fin aprendí lo que ustedes me querían decir con aquello de hacer ruido):



    A Rossi le pareció bien: un favor por otro favor. Sugiero eliminar el segundo.



    El comisario confiesa que nunca escuchó un caso semejante. Denuncias por robos conoció montones, pero ésta tiene el condimento de lo insólito. Pienso que ―pero tú no me hagas mucho caso en esto de los mejores términos a utilizar― sería mejor inusual, porque el robo ocurre realmente gracias a la falta de desconfianza y previsión, siendo el personaje de Buenos Aires.



    Para ir al baño debe salir por una puerta que conduce a la cancha de básquet, según le indican. Los baños están al otro lado de la cancha.



    El hombre, de pelo entrecano y ojos audaces que lo escudriñan, se presenta como Santiago Doval. El primo de Celina, el escritor. Aquí me surgió una duda:

    …se presenta como Santiago Doval, el primo de Celina. El resto lo dice el narrador: El escritor. (éste emplearía yo si fuera mi relato, porque me sonaría más cónsono con el ambiente del pueblo)

    …se presenta como Santiago Doval. El resto lo dice el narrador: El primo de Celina, el escritor.

    Un saludo, Susy

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