lunes, 1 de octubre de 2007

Las agujas de la abuela


Rubén Padula

      Las agujas quedaron petrificadas, deteniendo en uno de los surcos el andar acompasado por la lana. Un tejido negro labraban otras manos.
El primer punto lo puso el aullido de la calle, abriendo paso a alocados puntos sucesivos.
      Antes, crecía el abrigo para un niño. Ahora, un camino de idas y venidas, en su búsqueda, para abrigarlo.

      Las agujas de la abuela guardaron silencio, como dormidas en el sillón cobijadas por la lana ya tejida.
      Mientras, las otras jugaban con el ovillo en el suelo, trenzando puntos siniestros, mortajeando la esperanza. Punto en cruz. Punto cerrado. Punto arrancado. Punto muerto. Puntos para clavarse en los dedos de la vida.
      Aún así se conservó en el tejido sin concluir un frescor insobornable. Las polillas del olvido huían espantadas de su lado. Una aureola cubría su integridad. Jamás nadie se atrevería a usarlo como trapo de fregar conciencias.
      Las quietas agujas, cómplices en la búsqueda, no pedían a su dueña el calor de sus hábiles dedos, no querían sustraerle ni una gota de aliento. Agujas solidarias, pronto retomarían la labor, hasta quedar despojadas del transitorio ropaje de esas tramas e iniciar otro camino y otro más por si el invierno apretaba.



      Sabían de la abuela en los largos acechos de pasillos y oficinas, en las rondas semanales. Esperaban, con paciencia, el sonido en la casa de la risa de un niño: "Ese día, algún día, volverá a tomarnos y nos encontrará dóciles como antes."

      Tan inútiles parecían.

      Alguien las tocó y la sorpresa de encontrarlas tibias, con la tersura de lo usable cotidianamente, dio lugar a una lógica conclusión: la abuela teje cuando en su sillón descansa.

      En ese tiempo se oyó hablar de ellas, en referencia a un nunca más de tejidos diabólicos que se inician con las verdes estampidas de la barbarie.

      Una vez, allá en el Ática, la espera tejía de día y de noche destejía. Y otra vez, un José cubrió al de la cruz con un lienzo.

      Las agujas se cruzaron como espadas. No dejarían que se oville la lana pasada por sus cuerpos, ni que otras manos acaben el abrigo, o las desvistan para convertir la trama amorosa en un sudario de consuelo. Sus puntas afiladas clavaron los costados de quienes querían ocultar el sayal de la negrura.

      —No habrá olvido— dijeron.

3 comentarios:

  1. Siento vergüenza al admitir tras la tercera lectura (sí lo he leído tres veces) de Las agujas de la abuela: Rubén, no entiendo el cuento. Me sugiere mucho. En él hay mucha poesía, pero me pierdo con unas manos y otras y una búsqueda desesperada ¿de un niño perdido? ¿quién? Interpreto más adelante que la abuela ha muerto pero no sé si la han asesinado o si ha sido muerte natural. No sé. A mí es que la poesía me cuesta mucho…

    ¿Cómo puede tener “el tejido sin concluir un frescor insobornable” y estar las agujas calientes?

    ¿Me explicas qué quiere decir las verdes estampidas de la barbarie.?

    Me gustan :

    Las polillas del olvido huían espantadas de su lado.
    Jamás nadie se atrevería a usarlo como trapo de fregar conciencias.

    Montse Villares

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  2. Las agujas de Rubén tejen vida a pesar de la muerte. Quizá sea lo más bello de este cuento. Pero es también bella la poesía que destila y cómo se entrecruzan las dos piezas que se van tejiendo, el lienzo del dolor y el luto, en la calle, y un abrigo de amor en casa.
    En varios puntos de la narración las agujas quedan detenidas, dormidas, quietas ("Ese día, algún día, volverá a tomarnos y nos encontrará dóciles como antes"), pero se concluye más adelante que la abuela sigue tejiendo "cuando en su sillón descansa".
    Yo quiero que a pesar de la búsqueda, del ir y venir de la abuela, las agujas sigan tibias: la esperanza anidada en esa lana trenzada. Que no cese el aliento del regreso. Pero el texto entero me dice que no, las propias agujas nos dicen que ya no tejen, incluso en el párrafo final se cruzarán para que tampoco otras manos lo hagan. Las únicas que se siguen moviendo, afuera, son las de la muerte. Algo se me escapa o sobra esta contradicción.
    La referencia a Penélope entonces no sé con qué intención la ha puesto Rubén, si contraponiéndola a estas agujas que en la espera no tejen o reforzando que la abuela sigue tejiendo. La situación me queda confusa y creo que es el mayor impedimento que le veo al texto.
    Penélope y José, dos lienzos: la esperanza en el regreso, en la vida, y la muerte. Sólo que el gesto de José se hace desde el amor y el lienzo de la muerte que cubre el texto es desde la barbarie. No me quedan compensadas estas referencias ni tampoco el lugar en el que aparece el párrafo.
    "Tan inútiles parecían". No, ni lo son ni lo parecen. El autor las ha convertido en el símbolo de una lucha, su fuerza reside en ese forzado descanso.
    "En ese tiempo se oyó hablar de ellas...". Demasiado ambiguo. ¿Qué tiempo? ¿Quiénes son "ellas"? ¿Se está extrapolando el simbolismo y ya no hablamos de agujas sino abiertamente de abuelas tejiendo una lucha incansable, una búsqueda imparable?

    No sé en qué momento de la lectura del cuento de Rubén pasé de lo particular a lo universal, de la búsqueda de un niño a la búsqueda de muchos, de la desaparición de uno a la de muchos. Desde las agujas crece un solo abrigo para un niño pero desde la calle crecen los puntos siniestros, y el lienzo negro se hace enorme a medida que se avanza en la lectura. Mortajear la esperanza, fregar conciencias, agujas solidarias, acechos de pasillos, rondas semanales... Palabras como losetas indicándonos el camino.
    Precioso texto y lindo homenaje, Rubén.

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  3. Rubén:
    Esta es la segunda ocsión que tengo para ponderar "Las
    agujasde la abuela". En lo personal, este, mas que un
    cuento es un poema al recuerdo, un rehacer en nuestro
    pensamiento de épocas pasadas junto a una madre de
    madres que de una forma u otra, ayudó a tener el manto
    de nuestra propia existencia.
    De fácil lectura, también se convierte en fácil daga
    para desangrarnos en recuerdos tras la evocación de
    instantes que viajaron con el tiempo.
    He vuelto a disfrutarlo y me he vuelto a conmover
    Saludos
    Marcos

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