jueves, 4 de marzo de 2010

Lo que el mar nos devuelve.

Norberto Zuretti

Lunes, 4.05 de la madrugada.

      El ómnibus llega a la Terminal de Retiro treinta minutos después de que Cristian Robledo finalmente encontrara una posición cómoda en el asiento y lograra dormirse. Uno de los conductores lo despierta, y entonces desciende malhumorado al nocturno aire caliente de Buenos Aires, las luces doradas de la plaza, el continuo desplazarse de pasajeros, yendo y viniendo mientras arrastran sus valijas y cargan críos y bolsos. Bosteza, y camina hacia Avenida Libertador pensando en lo diferente que había resultado el viaje con respecto a lo que esperaba. Le pesa la mochila, más por el estrés que por la escasa ropa, el par de zapatillas, el grabador, el sobre con las fotos.
      El miércoles se había quedado hasta tarde en la redacción, esperando a ver si Sofía se decidía a ir con él al pre-estreno de la última película de Terry Guillian. La aguardó tan sufrida como inútilmente hasta que apareció la Flautita Llorente buscando un reportero para encargarle una nota con su voz aguda y los pelos revueltos. Por más que miró a un lado y al otro, él era el único disponible así que, arrolladora como siempre, se le plantó en el escritorio, le arrojó un recorte periodístico y se lo propuso. Cristián le insistió con que él pertenecía a la sección deportes, que nunca había hecho policiales, pero la Flautita lo seducía explicándole que tenía pasaje en un coche cama para esa misma noche, con cena incluida y apenas se trataba de una nota de principiantes, nada más un recorrido por el lugar, un paseo por la comisaría o el juzgado, un par de reportajes y el sábado y el domingo libres para disfrutar de la playa con los gastos pagos. A todo ésto a Cristián, que ya se aburría de que todos los domingos lo destinaran a ver a River, le entusiasmaba bastante la idea de pasar el fin de semana en la costa, desenchufarse un poco de los partidos y del puterío entre semana, tirarse al sol y tomar recaudos en lo posible al meterse en el mar ya que no se olvida nunca de la cantidad de aguas vivas que hay en Monte Hermoso. Y viento, también tenía presente el viento pero cualquier cosa resultaría más gratificante que narrar una nueva derrota de su equipo favorito.
      -¿Una pierna…? –todavía se acuerda que le preguntó a la Flautita, estupefacto, mientras guardaba el recorte y el pasaje.
      -Nada más veinte líneas –le contestó ella ignorándolo.
      Ahora el calor lo envuelve en una cáscara pegajosa. Se le va el sueño, piensa que puede pasar primero por la oficina, transcribir las grabaciones, preparar la nota y después irse a eso de las ocho o nueve a dormir todo el día en su casa.
      No son tantas veinte líneas. Y en una de esas está ahí cuando llegue Sofía, La última de los Cohen, tocaba esta semana.
      Cruza la avenida, y se sube al primer taxi.



Jueves, 6 horas 30.
En la terminal de ómnibus de Monte Hermoso.
Entrevista a un policía.


      -Sí, vengo de Buenos Aires…, por la aparición del lunes, ¿lunes…, no?
      -No, no, usted seguramente habla de lo del sábado, el sábado por la noche, a las 23 horas exactamente, fue por el lado de Pehuen Co…, un pescador ¿sabe…?
      -¿Un pescador, se le enganchó en la línea?
      -Nada que ver, acababa de sacar una corvina de unos diez kilos, y en el forcejeo revolvió la arena…, ahí apareció…
      -Dígame, agente, ¿a dónde me dirijo para buscar información?



Jueves, 8 horas.
Comisaría local.
Comisario Rodrigo Fuentes.


      -Lamentablemente, no somos nosotros la fuerza involucrada en estos expedientes. Usted tiene que dirigirse a Prefectura, es su jurisdicción. Y tiene razón, es un hecho de lo más extraño. No, nunca nada parecido, pero ya va a aparecer el culpable. Encantado, señor Robledo.



Jueves, 10.35 horas.
Sede de la Prefectura Naval


      -No, señor, el Prefecto no lo va a poder atender, tiene que ver al Principal Gamarra, de prensa.
      -Pero, ya le dije que me envió Gamarra.
      -Eso fue hace una hora, recién el Principal dio la orden.
      -Una hora porque me tuvieron esperando…
      -El Principal Gamarra, tiene la oficina a la vuelta de este pasillo, ¿lo acompaño…?



Jueves, 11 horas.
Principal Gamarra.


      -Mucho gusto, Robledo, y así de antemano le pido disculpas. Sé que usted quiere información sobre los hallazgos de la noche del sábado, pero tengo que informarle, perdone la redundancia, que estoy bajo secreto de sumario. No me está permitido decir una palabra sobre el caso.
      -Perdón, Principal, ¿hallazgos…, apareció algo más?
      -Lo lamento, señor periodista, tengo obligaciones y…
      -Una sola cosa, ¿a quién me dirijo para…?
      -Al Juez Loyola, él lleva la causa.



Jueves, 11.40 horas.
Ángel Torremolina, secretario del Juez Loyola.


      -No, el doctor Loyola no lo puede atender.
      -¿Puedo ver el expediente?
      -Tampoco, en tanto no se levante el secreto de sumario.
      -¿Hay en la zona antecedentes de hechos similares?
      -Le dije que no puedo opinar.
      -¿Realizaron más hallazgos?
      -Por favor…
      -La pierna… ¿era de varón o de mujer?



Jueves, 18.50 horas
Gabriel Yrigoytía. Redacción del periódico Aires del Sur.


      -¿Usted estuvo ahí, lo vio?
      -Asqueroso, parecía hecha de barro, y tenía una zapatilla, parecía de marca pero estaba cubierta de arena barrosa y conchillas y algas.
      -¿Varón o mujer?
      -Aún no se sabe…, o no lo dicen, los de la morgue no sueltan prenda. Para mí que era de varón, pero también dicen que estando tanto tiempo en el agua se hinchan, vaya uno a saber.
      -¿Así que no es reciente?
      -Debe haber estado en el agua unas tres semanas. ¿Quiere ver las fotos?, lléveselas, una colaboración de Aires del Sur, no se olviden de nombrarnos.
      -Y dígame…, ¿qué sabe de los nuevos casos?
      -Las noticias vuelan…, por ahora son solamente rumores, no hay nada oficial, todavía.



Jueves, 19.30, a domingo, 21 horas.
Entrevistas a gente por la calle.


Una típica señora de vacaciones.

      -Espeluznante, encima de noche, ¿usted se imagina?, con la luz de las farolas, tétrico, ¿no le parece?
      -Usted estaba presente…
      -No, a mí me lo contó una vecina, pero ella tampoco estuvo, a la mañana se lo contó el portero, la mujer se pasa el día con los noticieros, salió hasta en los canales de Buenos Aires. Debe ser otro sátiro suelto. ¿A dónde vamos a ir a parar?



Una pareja joven.

      -Estaba toda podrida, qué querés, un mes en el agua.
      -Nadie dijo un mes, vos te pirás.
      -Bueno, pero hasta daba olor.
      -¿Vos qué sabés?
      -Un cadáver de tantos días tiene que dar olor.
      -No era un cadáver, era una pierna.
      -Es lo mismo.
      -¿Ah, si…, a vos te parece que son lo mismo un cadáver y una pierna?



Una abuelita con sus dos nietos.

      -Esto es único acá en Monte Hermoso, desde que aparecieron los submarinos nazis en aquella época hasta esto de ahora, date cuenta que somos el país de las maravillas en el que flotan pescados, aguas vivas, piernas, brazos, orejas…
      -¿Ya está confirmado que hay más casos…?
      -No creas todo lo que te digo, hijito, que oigo tan mal que te puedo estar contando cualquier cosa. Pero Monte Hermoso igual vale la pena, es el paraíso, a pesar de los políticos.



De una entrevista en un noticiero local.

      -Con un tema así, yo no puedo evitar preguntarme: ¿quién saca beneficios de todo ésto?
      -¿A usted quién le parece?
      -Ninguna duda, hasta que surgió esta noticia el tema del día era que Bevilaqua, el secretario del intendente, está casado con Marcela Rossi, la hermana del dueño de Constructora de la Costa, la empresa que se lleva todos los contratos de obras públicas y encima le acaban de adjudicar la construcción de la planta potabilizadora, en forma directa, sin licitación y a precios astronómicos. ¿Y usted sabe quién lleva la causa de este hecho de corrupción? El juez Loyola, el mismo que investiga la aparición de esa maldita pierna.



Tres jovencitas.

      -Es siniestro, ¿vos te imaginás estar ahí nadando y de golpe te enganchás con una cabeza, con un pie?, yo me muero.
      -Grotesco, antes eran las aguas vivas, y ahora ésto, tienen razón los ecologistas cuando dicen que el agua está contaminada.
      -Para mí, que es una treta publicitaria, vas a ver, después te salen con que quedó así por no proteger sus várices con pomadínpirulito o qué sé yo.
      -Contame vos, la que hablaste primero, ¿sabes algo sobre si ahora pareció una cabeza o un pie?



Un pescador

      -Cabeza…, no, sobre cabezas no escuché nada.
      -¿Algún pie?
      -Hace un rato un vecino me estaba contando que escuchó algo por la radio.
      -¿De un pie?
      -Me parece que sí. El año pasado, sin ir más lejos, llegó a la costa una maraña de algas, entre ellas había peces muertos, y se encontró un dedo.



Un señor mayor.

      -Del dedo no me enteré, la gente dice cada cosa. No me creo tampoco lo de la pierna, por más fotos que saquen en los diarios. Es fácil, pasás una noche por el cementerio, le pagás una cerveza al sereno y te vas cargado con orejas, pies, manos, brazos, lo que quieras, y lo vas tirando un día algo por aquí, a los pocos días otro por allá. Y vienen los diarios y sacan fotos y todos nos comemos el verso y nos pasamos las horas hablando del tema. Es el intendente que pretende distraernos porque se está llevando toda la plata de los impuestos. Y el hijo del intendente es socio del juez que lleva la causa. Piernas…, já, no me haga reír. Corrupción es lo que hay. Por favor.



Otro pescador.

      -No, no estuve ahí esa noche, pero siempre pesco por esa playa y lo conozco al Gringo, el que encontró la pierna, se da bien la corvina de noche. Le decía que hace dos años, durante algo así como un mes, aparecían pescados muertos flotando hasta la costa. Algo debe haber dando vueltas por ahí, ¿no cree? Además, ¿no le contaron…?, se detuvo el viento cuando el Gringo encontró la cosa, yo estaba a dos kilómetros, y me di cuenta. Cuando aparecieron los pescados muertos también se había detenido el viento.



Diego, conserje del hotel.

      -Mirá, algo se está escondiendo, te aseguro que se está escondiendo algo, y algo muy grosso. Ya se rumorea que aparte de la pierna y de un brazo… Y fijate que las autoridades no hablan, ni la policía, ni Prefectura, ni los del juzgado, que siempre tienen la manía de aparecer por televisión.
      -¿Un brazo decís…?, a mí me contaron también de un dedo.
      -¿Un dedo…?, ésto se pone cada vez peor, debe andar suelto uno de esos asesinos seriales, como en las películas, un doctor Lecter nacional, o algo así, que deshecha las partes que no le gustan.



Gabriel Yrigoytía. Conversación telefónica.

      -Quería saber qué me puede decir usted sobre la cantidad de hechos de corrupción que asolan el municipio.
      -¿Hechos de corrupción?, que yo sepa hay causas penales abiertas, pero nadie está condenado.
      -¿Y sobre que el intendente recibe comisiones de todos los grandes negocios que lleva a cabo la municipalidad?
      -Me parece una barbaridad que se diga algo así.
      -Dígame, ¿es verdad que el propietario de Aires del Sur, es el padre del secretario Torremolina?
      - …
      -Señor Yrigoytía…, hola…, hola…



Miriam y Lorena, dos pasajeras del micro.

      -Yo igual la pasé bomba, lo más es Monte Hermoso, qué importa lo del loco suelto, todos nos rechiflamos en Monte. Aguante, Monte Hermoso.
      -A mí, la verdad que me dio miedo, desde que apareció la pierna me pasé cerrando todas las ventanas, hasta los postigones. La Lore dice lo que dice pero ella se sintió segura porque yo atrancaba todo. ¿Vos te imaginas, las dos durmiendo y de repente nos despierta un tipo con un inmenso cuchillo?
      -Já…, y te susurra vengan, nenitas, vengan que me quiero hacer un collar de pezones.



Lunes, 9 horas 20 minutos.

      Ya está. Ocho páginas. Mil cuatrocientas ochenta palabras. Doscientos treinta y una líneas. Y ni por ahí Sofía. ¿Cuál era la extensión que le habían pedido? Cristian Robledo lleva el mouse hasta el ícono de guardar, y clickea con el botón izquierdo. Recién en este momento siente la carga sobre los hombros, cuánto le pesan los párpados, las contracturas que del cuello se expanden y bajan hasta la cintura. Pero, en contra de sus deseos, no llega a relajarse.
      -Che, viajero, ¿ya tenés las veinte líneas? –casi lo sobresalta la voz chillona de la Flautita Lorente.
      Comienza a respirar despacio y hondo mientras se levanta. Guarda el grabador en la mochila, y deja sobre el teclado un sobre papel manila. Entonces se vuelve y le dice a la Flautita:
      -Ahí tenés todo, y hasta fotos te conseguí, loquita, tachá lo que se te antoje y armá tus veinte líneas vos misma, me voy a casa, hace cinco noches que no veo mi cama…, y te aviso, Flautita, ésta fue la última, vuelvo a deportes, algún día le tocará a River ganar un partido.

2 comentarios:

  1. Un capo como siempre, Norberto, que arranca con media vuelta de cuerda. Me gustó cómo resolvió el ejercicio, sí, sí. Lo primero que me sorprendió fue la forma, el argumento. Yo había imaginado una historia previa. La época en que la pierna respondía a las ganas de alguien que iba o venía, por ejemplo. El cómo llegó ahí, a la orilla del mar.

    O el momento de la separación del cuerpo, digamos.

    O cuando la encontraron.

    (¡Cuántas miradas, cuántas historias para contar a partir de un mismo hecho!)

    Pero no se me había ocurrido la historia del reportero que conversa con la gente. En ese sentido, una decepción para el lector (bueno, en realidad para mí que soy lectora con información previa. Un lector casual no conocería el motivo de la nota encargada al reportero hasta bien avanzada la lectura…), que al final no se entera de nada con respecto a la pierna. Claro que se entera de otras “cositas” igual de malolientes.

    Un ir y venir de opiniones. Me reí en algunos momentos, claro.



    No me resulta tan creíble que un periódico cubra traslado y estadía de un reportero para publicar 20 líneas. Llamarían por teléfono, me parece. O le pedirían a un corresponsal, algo de eso.



    “…y entonces desciende malhumorado al nocturno aire caliente de Buenos Aires,(me gustó esto) las luces doradas de la plaza, el continuo desplazarse de pasajeros, yendo y viniendo mientras arrastran sus…” (Esas luces doradas de la plaza, no encajan en la imagen de la superpoblada terminal de ómnibus, ruidosa y contaminante, que es como la veo con el continuo desplazarse de pasajeros y eso… No sé, digo.)



    “…esperando a ver si Sofía” (Pregunto: ¿no sería esperando ver si Sofía…?)



    “…buscando un reportero para encargarle una nota con su voz aguda y los pelos revueltos” Yo no sé si es que hay algo que no encaja o soy yo, pero tuve que releer acá. De entrada parecería ser que encarga una nota que tenga su voz aguda y los pelos revueltos. Inmediatamente veo que lo busca con su voz aguda y los pelos revueltos. Al reportero, digo. ¿No habría que hacer un enroque en esta frase? Pregunto.



    Sobran algunos acentos. Cristián o Cristian. Están los dos en el mismo texto, hay que decidirse.

    “A todo ésto a Cristián…” (este “esto” sin acento)



    Faltan otros. “ -¿Ah, si…” (sí)







    “…le entusiasmaba bastante la idea de pasar el fin de…” (Ese “entusiasmaba” es contradictorio con algunos detalles de la enumeración que viene después. No creo que a nadie le entusiasme bañarse con recaudos, ni el viento en la playa…)



    Los diálogos son creíbles. Bien, bien.

    Conclusión: Lo hiciste y eso merece un aplauso. ¡Buen ejercicio!

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  2. Bueno, Norberto. Me has dejado sin palabras. Me ha encantado la sucesión de entrevistas, me parece que está muy conseguida la voz de los diferentes personajes, la forma en que cada uno de ellos va aportando datos que te hacen barajar nuevas y descabelladas hipótesis para justificar la aparición de la pierna.

    Lo que no me convence tanto es el encuadre. Como decía Pilar, yo tampoco veo creíble que se invierta tanto en una noticia de 20 líneas. Y, sobre todo, reduciría el tiempo a 24 horas, porque luego la noticia deja de tener frescura y novedad. Quizá se podría enfocar como que a Cristian le envían justo el día que se va de vacaciones a Monte Hermoso, y después de llegar y enviar una breve reseña de 20 líneas a Flautita, decide hacer un reportaje de investigación y se lo ofrece a su jefa a su regreso, junto con la petición de que le cambie de sección porque le ha gustado la experiencia.

    Bueno, te estoy cambiando la historia, ya me disculparás. Pero repito que los diálogos me parecen muy certeros. Y el título me encanta.

    Un abrazo.

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