domingo, 15 de mayo de 2011

Crespín (Ejercicio)

Graciela Medina

Otra vez el insomnio. Crespín culpó al mosquito ése que lo había despertado ―hembra tenía que ser― y se rió estruendosamente, otra rebeldía. La hendedura  del silencio en ese horario lo envalentonó. Como un púgil  iracundo, aporreó las teclas de luz haciendo que se iluminara la habitación,  mientras  rebuscó desenfrenado entre las imágenes. Una en particular fue la elegida.
Se miró los pies. Como garras… Aferrados a sus raíces.
―Herencia de abuela indígena―deseó en voz alta.
 El crespín es un pájaro del tamaño de un gorrión. Se lo suele ver en tiempo de cosecha en el centro y noroeste argentino y su canto otorga cierta tristeza al paisaje.  La misma que nubla los ojos de la abuela Cata. Por sobre su rostro, un peinado de nido vacío; y aquellos orificios bordeados de ojeras oscurecidas con sufrimientos  milenarios. La vida la premió con un nieto al que debe educar, cuando  la muerte se llevó a su hija Alcira.


Le había abierto los ojos a la difunta  antes de entregarla a la madre tierra, para que mirara las inmensas riquezas que le esperaban en la otra vida. Hizo todo lo que sus antepasados le habían enseñado. Tenía la certeza de que  su Alcira  estaba en la estrella más rutilante, la que cada noche la guiaría cuando en su corto entendimiento se enfrentara con las cuestiones educativas. Eran tiempos difíciles.
Acaricia el lomo de Huyrapuca*, una huesuda perra que llegó una tarde ventosa,   se fue quedando y hoy forma parte del paisaje.
Sabe que Alpa Kamasca* la orientará para que pueda transmitirle al Crespín los valores morales por los cuales fue bautizado en cristiandad con ese nombre.
La temperatura  de  esa tarde es muy baja y el viento sopla fuerte, asustando y haciendo estremecer al Azul Casa*. El mate cocido está listo y una rodaja de pan de horno de barro espera resignado. La abuela Cata recibe el beso del recién llegado y sin más, recita la leyenda, lo único que entiende  que  será un buen ejemplo para el niño:
El Crespín era un criollo bueno y trabajador que prefería la vida sencilla y sobria. En cambio a Durmisa, su esposa, le gustaban  mucho las fiestas y la música, y sobre todo el baile.  Sucedió un año de cosecha abundante, que Crespín tuvo que trabajar de  sol a sol para poder terminar la siega y la trilla Y fueron  muchos días. Tantos que a Crespín le parecieron uno por cada espiga de trigo del campo.
Una tarde llegó a su rancho muy cansado y sintiéndose enfermo a causa de tanto esfuerzo. Durmisa no le prestó atención; estaba ocupada bailando.
―Estoy enfermo y tengo que terminar con la cosecha― dijo Crespín. ―Por favor ve al pueblo y tráeme medicina para poder levantarme mañana y seguir con el trabajo.
Durmisa no le dio  mucha importancia, aunque dejó su danza y partió al pueblo. En el camino se encontró con un baile, donde todo el mundo festejaba la terminación de la cosecha. Y no bien oyó la música de una zamba, olvidó a su esposo. Sin poder contenerse comenzó a bailar una y otra danza y, ya no pudo parar más.
Entonces vinieron a avisarle que Crespín se encontraba moribundo.
―La vida es corta para divertirse y larga para llorar― contestó ella sin preocuparse y siguió bailando. Terminada la fiesta Durmisa volvió a su casa. Crespín no estaba allí. Lo buscó por los alrededores y nada.
 Llena de remordimiento atravesó el trigal sin dejar de llamar a Crespín hasta casi quedarse si voz. Con el último aliento, enloquecida, Durmisa pidió a Dios que le diera alas para poder continuar con su búsqueda, sin saber que Crespín había muerto esa noche y que unos piadosos vecinos lo habían velado  y enterrado.
 Y así, convertida en pájaro, todavía sigue buscándolo por los trigales dorados de sol, llamando y llamando al Crespín.
En el ocaso de aquél día un cóndor enfila buscando las altas cumbres. Lejos, una enorme estrella, la más brillante, le hace un guiño cómplice a la abuela Cata.
Crespín ya tiene su propia historia. Una probable identidad. Una historia con luchas,  reivindicaciones y tradición. Hace un par de meses no más,  supo que era hijo adoptivo. Desde entonces emprendió la búsqueda. Eligió esa imagen en este insomnio, robándola de  una revista cualquiera,  convencido  quizás que desde los otros, podía  tener alguna noticia inicial de quién era.                                                               

·                                     Huyrapuca: Viento colorado
·                                     Alpa Kamasca: diosa tierra
·                                     Azul Casa: Cerro salteño

2 comentarios:

  1. Hola Graciela, primero aconsejarte que le eches un vistazo a las formas verbales. Cuando empiezas a hablar de la abuela Cata, "la vida premió..." o "la muerte se llevó a su hija..." utilizar el pretérito perfecto simple. A continuación, comienza el turno de los pretéritos imperfectos y pluscuamperfectos: "(No estaría demás decir quién)Le había abierto los ojos...", "Tenía la certeza..." o "...Alcira estaba en la estrella...". Para cambiar al presente cuando entran en juego Huyrapuca y Alpa Kamasca: "Acaricia el lomo..." o "Sabe que Alpa Kamasca...".

    Hay una expresión que dice: "Por sobre su rostro, un nido vacío..." yo diría que está mal escrito. ¿Puede que sean las diferencias en el castellano de uno y otro lado del charco?

    La historia de Crespín y Durmisa me gusta. Sin moralejas, que cada uno saque sus conclusiones. Parece una vieja leyenda que ha sido transmitida generación tras generación.

    Un saludo.

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  2. comento crespín
    de graciela


    Me parece una historia narrada en forma prolija, que avanza a través de distintos bloques narrativos, cambiando de personajes. Una historia con otra historia dentro. El personaje de una con el mismo nombre del personaje de la otra.
    Y tengo la impresión de que ha sido escrita en forma muy apurada, como que habría precisado más tiempo de elaboración, ajuste y corrección.
    Lo digo por algunas dudas que me quedan:

    ¿A quién recibe la abuela y le da un beso?
    ¿A quién le cuenta la leyenda la abuela?
    ¿Quién le dijo a Crespín que era hijo adoptivo?
    ¿Por qué no se lo dijeron antes?
    ¿Por qué tenía que elegir una imagen?
    ¿Qué búsqueda emprendió Crespín?
    ¿Qué otros le podrían decir quién es él?
    ¿Qué le aprueba la hija a la abuela con el guiño estelar?

    Tal como está redactada la última parte, presiento que se intenta decir más cosas de las que caben en su extensión.
    Creo que después de supo que era hijo adoptivo. Desde entonces emprendió la búsqueda , a mi entender habría que reescribir el final. Nada más ordenar la idea con los mismos elementos, ampliar lo de hijo adoptivo, que no quede como una información descolgada. Y lo de noticia inicial de quién era debería plantearse de otra forma.

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