domingo, 15 de mayo de 2011

Los ojos que presienten (Ejercicio)

 Lila Daviña
No, no te culpo m’hijita; así es como debe ser. Tanto tiempo mirándote desde mi ojo sano, tanto tiempo queriendo no saber, lo que el otro, ciego, registraba. Pero la asfixia me acalambra el pecho, atenazaba la garganta y la mano, como si no fuera mía, me apretaba los labios. Para no gritar de miedo y soledad.
¿Sabés? Parece que río, o que lloro, depende. Depende con qué ojo enfrento la vida, tan complicada ahora que me suma más arrugas a los años cansados y resecos.
Te vi nacer, peludita y colorada, chillando como un chanchito de monte adentro, que de ahí venía yo. Te crié como si fuera tu madre, que ella se fue después vaya uno a saber detrás de qué. 

Nos arreglamos bien en esta casa mitad barro, mitad bloques, con cortinas floreadas en vez de puertas adentro. El mediero nos ayudó a poner el portón de chapa y la casita quedó segura con los mimbres que sombrean el verano y los malvones rojos en los tarros pintados. Trabajamos un lote, maíz, calabazas, sandías, mandioca y lo que sea que venga  en esta tierra dura y polvorienta. Cuidamos los animales de la casa grande, changas para el capataz que nos ayuda.
Yo te enseñé las cosas de la tierra, cuentos de hormigas y avispas coloradas, de la seca del río y las heladas negras, del té de yuyos que saca el dolor de muelas y te tiré el cuerito para el desempacho. Te gusta oírme contar la historia de la chispa que saltó del brasero y me chamuscó el ojo izquierdo  cuando era chica y ahí se me nubló el mundo. De ese ojo que quedó gris, a veces me sale un agua triste aunque yo esté contenta  y parezca que ría. Cosas de vieja sonsa son, de vieja que no es leída pero que sabe de pariciones en las tormentas, de males de envidia y curaciones a distancia. Vos me enseñaste de a poquito a leer cuando fuiste a la escuela, porque sos entendida y los ojos te brillan.
Un día viniste acompañada, contenta con el amigo nuevo  e insististe para que se quedara en las casas. No hay comida, dije, pero tozuda vos, que ya te arreglarías. Donde comen dos, comen tres repetite el dicho que yo a veces decía. Y se quedó nomás a pesar de que te avisé que el ojo ciego sentía el ardor del agua que se le escapa a veces y que el otro ojo  era más comprensivo: los chicos necesitan  compañía. Pero toda yo sentía que no se acercaba con buenas intenciones; a esos en el monte los animales les sienten el olor y se disparan. Estábamos ahí y yo iba  viendo día a día cómo te cambiaba la mirada  cuando te veías en sus ojos o te acercabas con el plato de comida, o le tendías la manta  en el piso de barro y sesteaban juntos. Vos lo acariciabas y él te olía toda como a una fruta salvaje.
Hubo  mucho después rasguños y quejidos; intranquilas noches  de luna o ciega ocuridad. El se iba a veces, pero siempre volvía.  El mediero te lo había anoticiado y vos, muchachita insistente te aferrabas a él como a un imán.
Por eso esta tarde cuando te vi venir  sola orillando la laguna entre pastizales, con la ropa en desorden, el pelo enmarañado y  caminando como si el alma se te hubiera quedado en otra parte, me llevé la mano a la boca para ahogar los miedos de la muerte. Tenías sangre en los brazos y te apoyabas en el fusil como un cayado.
No te culpes, m´hijita, por el gato montés que se fue tras la hembra. ¿Por eso lo mataste?
Esta vieja comprende, sus ojos han visto tanto y ya lo presentían.

8 comentarios:

  1. Muy bueno. Dura lo necesario. No hay alargues innecesarios, por fin cuento que dure el tiempo justo. El lenguaje es atrapante. Si bien es una historia que se repite dentro de ese contexto, el uso del lenguaje le da un tono particular. Se lo voy a leer a mis alumnos

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  2. Me gustó el cuento, me gustó el tratamiento de las palabras y que la autora se las ingenie –a partir de algunos pocos elementos–, para hacernos sentir que conoce bien el mundo del monte (o del campo). Me gustó que el lenguaje que utiliza la anciana fluyera creíble y coherente

    En lo personal habría ahondado más en la relación de la muchacha con el desconocido. En otras palabras, creo que hay demasiada descripción y poco desarrollo del conflicto.

    Comento algunos puntos específicos:




    No, no te culpo m'hijita; así es como debe ser. Tanto tiempo mirándote desde mi ojo sano, tanto tiempo queriendo no saber, lo que el otro, ciego, registraba. Pero la asfixia me acalambraba el pecho, atenazaba la garganta y la mano, como si no fuera mía, me apretaba los labios. Para no gritar de miedo y soledad.

    ¿Sabés? Parece que río, o que lloro, depende. Depende con qué ojo enfrento la vida, tan complicada ahora que me suma más arrugas a los años cansados y resecos.

    Te vi nacer, peludita y colorada, chillando como un chanchito de monte adentro, que de ahí venía yo. Te crié como si fuera tu madre, que ella se fue después vaya uno a saber detrás de qué.




    Nos arreglamos bien en esta casa mitad barro, mitad bloques, con cortinas floreadas en vez de puertas adentro. El mediero nos ayudó a poner el portón de chapa y la casita quedó segura con los mimbres que sombrean el verano y los malvones rojos en los tarros pintados. Trabajamos un lote, maíz, calabazas, sandías, mandioca y lo que sea que venga en esta tierra dura y polvorienta. Cuidamos los animales de la casa grande, changas para el capataz que nos ayuda. Todo esto no agrega mucho al cuento, excepto el situarnos dentro de la atmósfera.




    Yo te enseñé las cosas de la tierra, cuentos de hormigas y avispas coloradas, de la seca del río y las heladas negras, del té de yuyos que saca el dolor de muelas y te tiré el cuerito para el desempacho. Te gusta oírme contar la historia de la chispa que saltó del brasero y me chamuscó el ojo izquierdo cuando era chica y ahí se me nubló el mundo. De ese ojo que quedó gris, a veces me sale un agua triste aunque yo esté contenta y parezca que ría. Muy bien esa frase Cosas de vieja sonsa son, de vieja que no es leída pero que sabe de apariciones en las tormentas, de males de envidia y curaciones a distancia. Vos me enseñaste de a poquito a leer cuando fuiste a la escuela, porque sos entendida y los ojos te brillan. Más descripciones que por lindas que sean parecen redundantes.




    Un día viniste acompañada, contenta con el amigo nuevo e insististe para que se quedara en las casas.¿Las casas, plural? No hay comida, dije, pero tozuda vos, que ya te arreglarías. Donde comen dos, comen tres; repetiste el dicho que yo a veces decía. Y se quedó nomás (¿separado, no?) a pesar de que te avisé que el ojo ciego sentía el ardor del agua que se le escapa a veces y que el otro ojo era más comprensivo: los chicos necesitan compañía. Pero toda yo sentía que no se acercaba con buenas intenciones; a esos en el monte los animales les sienten el olor y se disparan. Estábamos ahí y yo iba viendo día a día cómo te cambiaba la mirada cuando te veías en sus ojos o te acercabas con el plato de comida, o le tendías la manta en el piso de barro y sesteaban juntos. Vos lo acariciabas y él te olía toda como a una fruta salvaje.

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  3. Es un cuento bien narrado, con pinceladas poéticas, sobrio. Hay una historia, y otras que se vislumbran: la del abandono de la niña por parte de la madre verdadera, la del ojo ciego. Si bien no me agradan los cuentos tejidos de tal modo que engañan provisoriamente al lector, el desenlace resulta satisfactorio. Hay indicios que el subconsciente recoge (razguños, olores, animales que disparan) y por eso la revelación no defrauda. El final está a la altura de las circunstancias. Hay algunos detalles que te señalo directamente en el cuento.

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  4. Me ha gustado mucho, con una estructura excelente para una narrativa dramática.
    Atención a los verbos, por que la historia es contada por la anciana en un tiempo pasado.
    ..."No, no te culpo m´hijita; así e cómo debía de ser. ...
    ... la asfixía me acalambraba...
    Bueno, en otras palabras, he leído el comentario de Dani, y estoy de acuerdo con él. He visto muchos puntos que él cita en su valoración.
    Suerte y un gran saludo.

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  5. Lo primero que quiero advertir es que mi comentario es como lector de tantos cuentos, pero siempre dentro de mi desconocimiento.
    El relato no tiene expresiones o situaciones que te saquen del argumento en ningún momento. Es muy fácil de leer.
    Pero a mí me gustan los relatos con menos descripciones y un argumento más desarrollado. Quizás profundizar en algunas de las relaciones de la narradora con "la hijita" o esa historia de abandono de la niña que apenas se deja entrever.
    Bueno, es cuestión de gustos. Las descripciones son buenas y si yo no fuera ratón de ciudad me habría sentido más identificado.
    Un saludo, Carlos.

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  6. Hola,

    Parece que encontré un ratito para echar en vuestra compañía. Los correos se me cuelan en la bandeja de entrada a tal velocidad que se me hacen viejos sin que me dé tiempo, ni siquiera, a contarlos.

    Quizá no empecé con el mejor cuento para comentarlo, quizá deba antes quitarme el stress, porque, a las pocas líneas que había leído, por esas formas tan distintas que les damos al idioma los que estamos a cada lado del charco, me vino una sensación de desánimo, de no querer ni tener ganas de andar buscando en el diccionario los significados de las palabras que no entiendo. Tampoco puedo decir si la construcción de algunas frases (que me resultan difíciles) son correctas o las debo permitir por ser una narración en primera, o porque pretenden caracterizar al personaje. Tampoco tengo yo mucha práctica en esto de comentar, pero bueno, ahí va mi intento.



    Creo que el hecho de que sea una persona de poca cultura la que haga la narración no exime al autor de poner la comas necesarias ( y mira que yo en esto de las comas…).

    Ya en la primera frase, creo, “m’hijita” haría las veces de vocativo, y, entonces, debe ir separado por coma. Pienso que sobra aquella otra en “tanto tiempo queriendo no saber(,) lo que el otro, ciego, registraba”. Y seguimos con un desacuerdo en los tiempos verbales en el primer párrafo: “acalambra y los demás”. En este primer párrafo veo un desorden total en los signos, porque a las comas que te he dicho le sumo los puntos que tampoco creo que deban ir ahí. Tengo, también, un verdadero lío para entender lo que quieres decir, y no lo consigo aun habiendo acabado de leer y comprender la historia. Vamos por partes:



    No, no te culpo, m’hijita, así es como debe ser. Vale este comienzo que no me dice nada pero que cierra con el final dándole una forma circular al cuento que me gusta.

    Tanto tiempo mirándote desde mi ojo sano, tanto tiempo queriendo no saber lo que el otro, ciego, registraba. Esta frase no es más que una exclamación que confirma los temores o expone públicamente la culpa por pasividad de la narradora. No está mal.

    Pero la asfixia me acalambraba el pecho y atenazaba la garganta; y la mano, como si no fuera mía, me apretaba los labios para no gritar de miedo y soledad. Y aquí no me queda otra que decir que vino el desastre. Ese “pero” del principio, esa conjunción adversativa se usa para oponer un concepto a otro o para explicarlo mejor. Por esta razón no debe ir separado de la frase anterior con un punto, pero es que tampoco creo que aclare nada. ¿Quiere exculparse manifestando las razones de su pasividad? Si es así le falta un poco de desarrollo. Y lo de poner el punto antes de “para no gritar de miedo y soledad”…



    Encuentro en el siguiente párrafo más de lo mismo. Quitaría el punto entre los “dependes” y uniría las dos frases. No le dejaría al adjetivo “cansado” ir al lado de los años, casi ni al “reseco”.

    Luego me encuentro con cosas que no vienen a cuento como que la madre se fue, o que las cortinas estaban de “puertas adentro” (es que esta frase significa, aquí, al menos, “en la intimidad”), o que no entiendo, como que los mimbres que sombrean el verano hacen más segura la casa.

    Y avanzo y sigo con lo mismo, pero ahí ya me enfrento con eso que dije al principio, que no sé si es la forma de hablar de esa tierra de donde es la vieja o qué es lo que me hace pesada la lectura. Y conste que no me desagrada la historia.

    Un saludo.

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  7. El personaje de la vieja está logrado, la mujer laboriosa, resignada, sabedora de las cosas de la vida y de la tierra.
    El ambiente rural está descripto con certeras pinceladas que nos ubican perfectamente.
    Un cuento circular: no te culpo/no te culpes.
    El relato fluye, invita a la lectura, no hay complicaciones.
    La puntuación casi no tiene dificultades.
    El habla de la vieja es lo que, por momentos, chirria. Una mujer no leída, tiene un vocabulario rico: “atenazaba la garganta/te aferrabas a él/ciega oscuridad/mimbres que sombrean el verano/te apoyabas en el fusil como un cayado”. Venía del monte adentro y vivió toda su vida en un puesto de campo. No digo transcribir su lenguaje cotidiano sino hacerlo creíble como: “ a esos en el monte los animales le sienten el olor y se disparan”, o “por el gato montés que se fue tras la hembra”, o “te olía toda como a una fruta salvaje.”

    Detalles:
    tanto tiempo queriendo no saber, lo que el otro, ciego, registraba. tanto tiempo queriendo no saber lo que el otro, ciego, registraba.
    Pero la asfixia me acalambra(ba)
    muchachita insistente(,) te aferrabas a
    repetite(repetiste)
    ocuridad.(oscuridad)
    Esta vieja comprende, sus ojos han visto tanto y ya lo presentían.
    Un final innecesario.
    Releyendo, creo que el cuento sonaría más verosímil si no le hablara a la muchacha sino a un interlocutor, o fuese un monólogo de la mujer.

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  8. comento los ojos que presienten
    de lila

    Se nota la preocupación de la autora por responder a una estructura elegida, cómo va llevando la narración hacia el final que ya tiene previsto. Este es uno de esos relatos en los que se percibe esa intención del autor, pero siento que por momentos se acumulan las descripciones del entorno, tal vez con el propósito de acumular información para justificar el final. Y me parece que el final está demasiado explicado, que hubiera funcionado mejor de haber resultado un poco más ambiguo. Sobra lo del gato montés que fue detrás de la hembra, y la pregunta siguiente, y la última frase. Cobraría valor si el final propuesto fuese algo sugerido, no explicitado, algo difuso pero posible.
    Funciona bien la voz narrativa en segunda. Muy bueno el juego de los dos ojos, uno no quiere saber qué ve el otro.
    Y otra cosa, a mi entender habría que reforzar el conflicto de la hija con su pareja, pero desde párrafos anteriores, para separarlo más del final, y lograr que funcione mejor. Así como está, en un párrafo nos enteramos que la pareja no anda bien, y en el siguiente ella lo mata. Creo que se deberían estirar un poco estas situaciones, o al menos agregar texto entre ellas.
    Donde comen dos, comen tres repetite el dicho que yo a veces decía
    Donde comen dos, comen tres, repetiste uno de mis dichos
    Dice: vieja que no es leída y pegado a continuación Vos me enseñaste de a poquito a leer
    No hay comida, dije, pero tozuda vos, que ya te arreglarías
    No hay comida, dije, pero tozuda vos, ¿contestaste? que ya te arreglarías

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