domingo, 1 de mayo de 2011

No matarás tus sueños

por Graciela
      El cansancio era enorme. Tan enorme que me arrebató la conducción del auto. Era un agobio que llevaba un tiempo importante de nacido. No deseado, eso sí, pero con nombre propio y afamada historia.
      Tuve que esforzarme para poder asistir. La clase de los miércoles nos reunía a las 1930 en un salón del Bernardino Rivadavia. ¡Uf, el cansancio seguía haciéndose oír. A los gritos, oprimiendo sectores corporales que conocía bien, que sucumbían ante él. La clase había comenzado y el salón estaba abarrotado de alumnos, como nunca. Graciela, una amiga, había decidido acompañarme. Veníamos del frío invernal y adentro, a pura calefacción, estaba gratísimo. No me quité el abrigo, estaba destemplada. Uno de las últimas filas nos reunió a la Gra y a la que suscribe. La profesora, de reconocida trayectoria, leía un cuento de autor latinoamericano, extendido y denso.

      Un calorcito complaciente me regaló un sopor conocido que culminó en merecido descanso. ¡Claro que ofrecí resistencia previa! Cabeceaba y el mentón golpeaba sobre mi pecho. Alerta de nuevo. Y otra vez imbuida en el tono monocorde de la lectura. Y una vez mas el agotamiento que me torcía el brazo y yo jurando que nunca volvería a traerlo. Evidentemente mis defensas estaban bajas y me superó el malvado. ¡Me venció! De modo que ahí estaba yo, cómoda y relajada, desatando furibundos ronquidos. Un violento (aunque en su primera etapa intentó ser discreto) codazo, golpeó mis costillas felizmente acomodadas sobre el apoyabrazos del asiento. Lejos de despertarme, quizás porque soñaba que era Sinatra, no sè, una sacudida interior habilitó una melodía que transformó a los desafinados resuellos en Strangers in the night. La sorpresa de los presentes poco a poco fue reemplazada por admiración. Alguien intentó un silbido aprobador y fue callado por muchas manos que no deseaban importunarme. Percibí la buena onda del lugar e ininterrumpidamente de mi boca se sucedieron temas de los Beatles, Serrat y algún otro de Milanés en homenaje a autores de centroamérica. Los estribillos fueron acompañados por canturreos, y hasta un joven entusiasta de la primera fila, pidió un tema de Los Piojos.
      Poco a poco las cabezas volvieron a su lugar, de frente a la disertante, quién nunca perdió un renglón de lo que leía. ¡Tan académica ella! Hubo quién siguió el ritmo tamborileado sobre el pupitre y otro que imitó diferentes instrumentos. Esto lo supe por mi amiga, que no podía salìr del asombro, aunque luego también se distendió y acabó disfrutando de los afinados resoplidos. Cierto es que no faltó quién intentó infructuosamente imitarme. Pero Dios quiere las cosas justas. Yo inicié el movimiento de modo que los laureles eran míos ¡Ojo eh, hay que roncar para tanta gente! La señorita Betty, una compañera con enormes dificultades de audición, fue la única que no vino a elogiar esta extraña sinfonía; el resto del auditorio me aplaudió de pie cuando finalizó la lectura.
      El sueño reparador se llevó el cansancio, los temores, las miserias cotidianas. Y más que nunca sostengo que debe haber un nuevo mandamiento:
      No matarás tus sueños.

8 comentarios:

  1. ¡Bienvenida Graciela!

    Tu historia es original. Pero la lectura es difícil. Me atranqué en el primer párrafo.
    "El cansancio era enorme. Tan enorme que me arrebató la conducción del auto." (¿quieres decir que el cansancio le arrebató la conducción? o sea que dejó de conducir. ¿Es eso? Entonces, ¿cómo llegó?
    "Era un agobio que llevaba un tiempo importante de nacido." (Debe ser una expresión que se utiliza en tu país. No la acabo de entender. ¿El agobio hacía mucho que había nacido? ¿No era el cansancio? ¿Le agobiaba el cansancio o la conducción?
    "No deseado, eso sí, pero con nombre propio y afamada historia." (Aquí no entiendo nada. No sé de qué habla. ¿El agobio tiene nombre propio y es famoso?)

    Es muy importante el primer párrafo de un texto. El tuyo no nos sitúa en la historia. Solo he captado que está cansado.

    Sigo leyendo y, supongo que por la palabra "salón" pensé en que iba a clases de baile.

    No me acaba de quedar claro si se pone a cantar o si sus resoplidos-ronquidos imitaban las canciones que citas... (Esto último es que no consigo imaginármelo).
    También me cuesta creer que la oradora siga su discurso sin echarle de la sala si, tal y como dices, provocó más ruidos por parte de sus compañeros.

    Ya te han señalado los acentos y otros problemillas. Intenta evitarlos, afean mucho el texto.

    Un abrazo,
    Montse

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  2. ¡Bienvenida Graciela!
    Tu historia es original. Pero la lectura es difícil. Me atranqué en el primer párrafo.
    "El cansancio era enorme. Tan enorme que me arrebató la conducción del auto." (¿quieres decir que el cansancio le arrebató la conducción? o sea que dejó de conducir. ¿Es eso? Entonces, ¿cómo llegó?
    "Era un agobio que llevaba un tiempo importante de nacido." (Debe ser una expresión que se utiliza en tu país. No la acabo de entender. ¿El agobio hacía mucho que había nacido? ¿No era el cansancio? ¿Le agobiaba el cansancio o la conducción?
    "No deseado, eso sí, pero con nombre propio y afamada historia." (Aquí no entiendo nada. No sé de qué habla. ¿El agobio tiene nombre propio y es famoso?)
    Es muy importante el primer párrafo de un texto. El tuyo no nos sitúa en la historia. Solo he captado que está cansado.
    Sigo leyendo y, supongo que por la palabra "salón" pensé en que iba a clases de baile.
    No me acaba de quedar claro si se pone a cantar o si sus resoplidos-ronquidos imitaban las canciones que citas... (Esto último es que no consigo imaginármelo).
    También me cuesta creer que la oradora siga su discurso sin echarle de la sala si, tal y como dices, provocó más ruidos por parte de sus compañeros.
    Ya te han señalado los acentos y otros problemillas. Intenta evitarlos, afean mucho el texto.
    Un abrazo,
    Montse

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  3. Graciela:
    En el taller nadie lleva la voz cantante en cuanto a las correcciones, pues cada quien que considere el hacer una crítica, pues lo hace. El coordinador/moderador interviene en las cuestiones organizativas y fiscaliza que nos manejemos según las reglas.
    Según la normas del taller:
    5. Al publicar un cuento se lo está exponiendo a la crítica de los demás. Por ende, es necesario estar dispuesto a recibir todo tipo de comentarios.
    6. La crítica debe ser constructiva e instructiva. Debería poder orientar a su autor a mejorarla.
    7. La crítica que más ayuda es la sincera, no la halagadora.
    La diplomacia no es necesaria para las correcciones, pues a no ser que los términos sean ofensivos, la crudeza ayuda a plantearnos mejor la duda. Todos solemos hacernos una criatura amada de cada cuento y nos es difícil podarla y las criticas nos duelen y muchas veces tendemos a negarlas, a mí por lo menos me pasa, sobre todo al instante de leerla, luego con una reflexión mayor la puedo aceptar (si corresponde, claro).
    Por otra parte no me parece que Norberto haya sido ni descortés ni nada parecido. Se trata de una crítica cruda pero respetuosa, te diría objetiva en cuanto a las repeticiones, aunque subjetiva en cuanto a que no lo enganchó el cuento.
    Por último, no somos escritores reconocidos, al menos la mayoría, esto es un taller de autoayuda, de complementación. Donde la mirada de otro nos ayuda a sacarnos las "anteojeras"
    Saludos
    Fernando.

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  4. No matarás tus sueños
    Se capta el tono humorístico del narrador. El pretender agregar un nuevo mandamiento lo cierra: Las alusiones a la profesora, el tratamiento de malvado al cansancio, interpretar los deseos de Dios, el tema de los laureles y el de roncar para tanta gente.
    Y a ese tono se suma lo mágico, lo fantástico: un ronquido que, por obra de una sacudida interior, se transformó en melodía.
    Desde ese punto de vista, el cuento está logrado, aunque haya algunos lugares habituales que aparecen disimulados por el tono burlón del narrador.
    Algunas consideraciones:
    El cansancio era enorme. Tan enorme que me arrebató (arrebataba) la conducción del auto .
    Uno de las últimas filas nos reunió a la Gra y a la que suscribe
    (NOS SENTAMOS EN UNA DE LAS ÚLTIMAS FILAS)
    Un violento (aunque en su primera etapa intentó ser discreto) codazo, golpeó mis costillas
    Un violento codazo, aunque en su primera etapa intentó ser discreto, golpeó mis…

    Percibí la buena onda del lugar: No sé si roncando puede percibir la onda
    el resto del auditorio me aplaudió de pie cuando finalizó la lectura. (Le sacaría el ME para darle ambigüedad)
    Rubén

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  5. ¡Hola, Graciela!
    No recuerdo de dónde sos; quizás salteé el mensaje de presentación.
    Te digo esto porque aquí en Argentina (soy de Bahía Blanca), Ema Wolf (reconocida trayectoria, más que nada en Literatura Infanto-Juvenil) tiene un cuento que se llama “El señor que roncaba bonito” donde sucede algo muy parecido a lo que sucede en tu historia. Allí el protagonista (narrado desde tercera/omnisciente) ronca tan lindo que la gente deja de hacer todo para sentarse a oírlo. Alguien lo “descubre” y propicia su gira por el mundo. De modo que el laburo de este hombre es dormir y roncar. Llega a los escenarios más ilustres de América y luego Europa, presentaciones todo el tiempo… hasta que el pobre no da más de tanto dormir y dormir (cuando se convierte en trabajo, hasta dormir cansa…) y entra en un insomnio desgarrador que sólo remedia, al final, el discurso de una directora de escuela.
    Nada más comencé a leer tu cuento y me remitió a aquél, claro. Quería contártelo porque me resulta interesante, ya que no se trata de un argumento frecuente.
    En tu cuento sucede al revés. El discurso (bueno, la lectura de un cuento de autor latinoamericano) aparece al principio (también en cierto ámbito educativo) y genera el sopor, el sueño, los ronquidos.
    Es sorprendente, ¿no? Que dos personas compartan la idea de un argumento original, digo.
    En cuanto a las críticas (y vale una vez más la aclaración de que siempre son al texto, nunca al autor; y que nos avala el convencimiento de que aprendemos toda vez que alguien se toma el trabajo –porque es un esfuerzo- de señalarnos los errores. En este taller, Graciela, hay gente valiosísima. Es un verdadero honor que Dani, o Pilar, o Anays, o ¡Carlos! (cómo te extrañamos, Carlos de Madrid), o Norberto (otro de nuestros tesoros), o tantos otros (seguro me quedó alguno sin nombrar, pero es que tampoco quiero abrumarte con nombres desconocidos para vos) que hace ¿diez años? ¿ocho? mucho tiempo frecuentamos el taller… es un verdadero honor, decía, que inviertan su tiempo en leer y comentar nuestros textos.
    Vuelvo a la crítica. Creo que el problema de tu cuento está en el punto de vista del narrador. No puede funcionar en primera. ¿Cómo alguien sumido en un sueño roncador puede contarnos lo que sucede en su entorno?
    Ya sé que más adelante me encuentro con “Esto lo supe por mi amiga, que no podía salìr del asombro, aunque luego también se distendió y acabó disfrutando de los afinados resoplidos”.
    De todas maneras, ¿La amiga también sabía que…
    “Lejos de despertarme, quizás porque soñaba que era Sinatra, no sè, una sacudida interior habilitó una melodía que transformó a los desafinados resuellos en Strangers in the night”?
    ¿Y esto…
    “Percibí la buena onda del lugar”?
    Pues, creo que funcionaría mucho mejor si lo contara un omnisciente o un testigo: la amiga. En todo caso, tercera. Se tornaría más verosímil.
    Si no, el lector duda de entrada. Y esa duda, rompe el hechizo. (Para cuando lee la aclaración, ya no cree…)
    ¡Y sí! Hay que hechizar al lector de entrada: esa es una de las premisas.
    Encuentro frases confusas, otras trilladas, algún adverbio terminado en mente que hace ruido, pero todo eso puede corregirse, claro que sí.
    Bueno, siempre es posible.
    Me gustan las pinceladas de humor.

    ¡Gracias por tu cuento, Graciela!

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  6. Buen Dìa Tere! En realidad salteè las reglas de cortesìa(presentaciòn) por desconocerlas. Soy de la provincia de Santa Fe. Agradezco la amabilidad de tu comentario. A La Wolf(Ema) no la conozco y tampoco el cuento que mencionàs. Mi cuento lo escribì en primera persona pues fue fue algo que me pasò y me causò tanta gracia que lo cerrè desde lo fantàstico? porque me gustò asi. No me molestan las apreciaciones de los talleristas, al contrario, puesta a jugar:acepto reglas. Me pareciò muy soberbia la de Norberto y no me preocupa decir lo que siento, me hago cargo. Quizàs sea una eminencia, lo desconozco, pero sigo sosteniendo que desde la tolerancia se aporta mas y lo leì intolerante en cada comentario. Por lo demas, un gusto conocerlos a todos!

    Cariños

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  7. Hola.
    Acabo de llegar y no soy el más cualificado para realizar críticas. Pero supongo que hacen falta distintos puntos de vista para que saquemos conclusiones de en qué puntos podemos mejorar nuestros relatos.
    Respecto a No matarás tus sueños he de decir que me costó mucho empezarlo. Especialmente el primer párrafo me resultó muy complejo y a veces redundante, como repetir enorme tan cercano uno del otro, para dar un mensaje tan simple como que la protagonista tenía un cansancio superior a sus fuerzas.
    Luego hay algunas expresiones como "...nos reunió a la Gra y a la que suscribe." que te sacan del cuento de nuevo. Sencillamente tengo la sensación de que el tono jovial que tanto me ha gustado en la parte en la que se duerme, sobra en el comienzo del cuento.
    "...de reconocida trayectoria..." creo que no aporta ningún dato relevante.
    Pero el humor del resto del relato resulta lo más interesante, una vez que llega ese tramo del cuento es imposible dejarlo sin terminar.
    Estoy de acuerdo con otras opiniones que he leído, en que resultaría más creíble contado en tercera persona o como narrador omnisciente.
    Un saludo.

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  8. Hola Graciela:
    Después de tantos comentarios, es difícil un aporte nuevo. Mi comunicación es para que sepas que he leído tu cuento y encuentro un buen sentido del humor que habría que destacar más, podando algunas descripciones accesorias. Porque está implícito y quienes conocemos los ámbitos reconocemos el sopor que causan ciertos discursos académicos o lecturas literarias. Coincido con quienes te señalaron el punto de vista del narrador; sería mejor un omnisciente.
    Yo también soy nueva en el Taller y es un aprendizaje recibir las críticas, en su mayoría bien intencionadas. Yo fui docente y hablaba siempre de la revisión, corregir, volver a escribir, pero cuando se trata de textos propios que queremos nos cuesta. Sin embargo en esa tarea de revisión es donde se forja la escritura y donde nos damos cuenta a partir del comentario de un otro, en qué fallamos o cómo podríamos abordar una escena, un personaje, etc. Para eso el taller y sintámonos bienvenidas.
    Hasta pronto.
    Lila

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