viernes, 1 de marzo de 2013

Tengo que confesarte algo



Felipe Llavero salió de la ducha empapado y meditando en lo que le diría a su novia. Se bañó hasta que se agotó el agua caliente pero había sido una ducha automática porque sus pensamientos estaban en otra cosa; más que pensar en lo que le diría, pensaba en cómo se lo diría. Temía por su reacción.
La había conocido en una fiesta hacía tres años, pasaron toda la noche conversando, bailando, riéndose. A partir de ahí, continuaron saliendo hasta que se enamoraron, o al menos eso creía él. Luego comenzó a visitarla a su casa, conoció a la mamá, una viuda encantadora y a los pocos meses se comprometieron. Todos los allegados esperaban que de un momento a otro anunciaran la boda.
Esa tarde no se verían en la casa de la chica sino en un café. Llavero, como le llamaba todo el mundo, había escogido ese café cuidadosamente porque le parecía más apropiado para lo que tenía que decirle a su novia. ¡Iba a romper el compromiso! pero por una circunstancia inusual, seguiría  muy cercano a ella.
Tomó un taxi hasta el café. Su mente daba vueltas: ¿Y si ella no comprendía? Quizás armaría un escándalo. Quizás hubiese sido mejor decírselo en la casa de la chica cuando la madre estuviera ausente.

Llegó unos minutos antes que su novia y se sentó en la mesa más retirada. Esperó notablemente nervioso. Cualquiera podría pensar que no era para tanto, millones de parejas pasan por ese trance pero su caso tenía un detalle adicional que lo hacía especialmente peculiar.
Cuando llegó la chica, Llavero se levantó y le dio un beso frío. Ella inmediatamente lo notó. Él arrimó una silla y la muchacha se sentó.
–Qué te pasa llaverito, últimamente estás muy extraño. –Dijo tomándole la mano.
–No es nada. –Contestó soltando la mano discretamente, simuló que tenía que rascarse una oreja, se la rascó y en lugar de volver a colocar la mano en la de la muchacha, las cruzó y las apoyó en la mesa.
–Tengo que decirte algo. –Dijo Llavero con gran esfuerzo y mirándola directamente a los ojos.
–Adelante, te escucho. Contestó la chica con una sonrisa, inclinándose un poco hacía el para prestarle toda su atención y preguntándose por qué esa parsimonia de su llaverito, que le causaba risa, la cual disimulaba con cierto esfuerzo.
 –Es algo muy importante
 –Soy toda oídos, qué es eso tan importante que tienes que decirme. –Y comenzó a acariciarle el bigote a Llavero como para darle ánimo y se decidiera a hablarle. Ya era hora que le propusiera matrimonio.
–Tú sabes que yo he sido un individuo muy correcto contigo. Tengo… muy buenos sentimientos por ti y… te respeto mucho.
–Si claro.
–Todo este tiempo me he comportado como un caballero, ¿verdad?
–Si claro. –Mientras acercaba sus labios a la boca de Llavero lo que hacía más difícil la situación.
–Estoy enamorado.
–Ya lo sabía tontito.
–Estoy enamorado de verdad, como nunca lo había estado.
–Sigue que me estás poniendo la piel de gallina.
–He descubierto el verdadero amor. Ya no puedo vivir sin él.
–¿Y? –suspiraba la chica.
–Por eso tenemos que romper. Amo a otra mujer.
Por un instante la chica no pudo reaccionar, las palabras no le salían y aunque le salieran no sabría qué decir.
–Pero qué jueguito es este. –Respondió finalmente.
–Comprende, te quiero mucho pero estoy enamorado de otra mujer. No puedo dejar de pensar en ella ni un solo instante. Es una tortura.
–No puede ser, si tú te la pasas en mi casa. ¿Dónde la conociste? –Los ojos de la chica comenzaron a humedecerse.
–No lo hagas más difícil.
–Y quién es esa mujercita.
–¡No me le digas mujercita a tu mamá!
–¿Qué?
–Esa mujer que amo es tu mamá
–Tú estás loco.
–Pero si los dos nos queremos.
–Eres un desgraciado. Debí darme cuenta de la clase de basura que eres.
-¡No soy esa clase de basura! –Gritó Llavero.
-¿Y qué clase de basura eres?
–Respétame que pronto voy a ser tu padre político.
–Nunca, no te dirigiré la palabra más.
–Es el amor de mi vida. Entiende.
–Ella es una vieja para ti.
–No me le digas vieja a tu mamá.
Se quedaron en silencio unos minutos sin nada más que decirse, evitando mirarse. La chica se levantó con los ojos en llanto, sintiendo una mezcla de tristeza y rabia, dio media vuelta y se marchó.

             
Nelson Cordido Rovati
Loma Brisa, 16 de febrero, 2013

1 comentario:

  1. Bueno, Nelson una situación de lo más incómoda, sin duda. Me gustó el tema, pude situar y ver a los personajes. Lo resolviste en muy pocas lineas, y quedó un final abierto. Me gustaron las pistas que incluíste, aunque ya me iba dando una idea de por dónde venía el conflicto.
    Me gustaría que escribieras un cuento un poco más largo a partir de este, porque quiero saber qué pasa después.
    Presentás la introducción, un conflicto y una semi-resolución. No sabemos qué pasará. No es que eso esté mal, para nada. Es que me dejó un sabor raro. Pero no tengo nada que objetar en la forma ni en el contenido. Un saludos
    Lidy

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