EL VENDEDOR
Hoy
el mar parecía una piel, tal era su quietud. Nadé rompiendo esa serenidad que
como una violación hería la inocencia de la mañana. Cuando me cansé el sol
quemaba para permanecer en la arena. Subí al paseo y me senté en uno de los
bancos debajo de una palmera. Un vendedor de collares y relojes me ofreció su
mercancía. Lo miré con atención. Del Senegal por sus rasgos.
―Mujer tu comprar, yo vender ―una sonrisa me mostraba
una dentadura blanca.
―Mujer ―me señalé― no comprar, mujer leer.
―Tú leer con collar puesto, estar bien.
―Mujer tiene calor con collar.
―¡Oh!―ríe― collar no abrigo.
―Mujer no saber que hacer con collar. Un
reloj, pero no tiene euros.
―Yo vender con dinero, no euros.
―Mujer no tiene dinero, ni euros.
―Mujer se ríe de yo.
―No, no, tú estar trabajando. ¿Quieres una
naranja?
―No naranja, yo vender cosas. No perder
tiempo.
Se
alejó por el paseo como si se moviese por la selva con su andar de gacela.
Airam
Lebasi
Muy bien desarrollado, aunque encuentro algunos adjetivos, estos están colocados en una justa medida y no florean el trabajo, que en sí un micro relato realista.
ResponderEliminar