martes, 1 de noviembre de 2011

Día de Halloween


Por Maca
 
 La despedida resultó áspera y a la vez sencilla, un adiós que por su brevedad ponía los pelos de punta, para mí supuso un descargue de un peso que llevaba mucho tiempo aguantando, para él, quise pensar que lo mismo...
  Seguí con la rutina de mi vida y retomé situaciones y sensaciones que hacía tiempo había dejado atrás, tomar una cerveza con los amigos era impensable y el café en casa de mi amiga Marta que durante años formó parte de nuestras vidas, lo tuve que apartar porque a él no le gustaba y yo, odiaba las discusiones. No podía ir sola a la playa porque pensaba que me esperaba un amante y el día que me retrasé de la llegada del trabajo, me montó la de dios.
El tiempo todo lo va poniendo en su sitio aunque todavía, al ir sola por la calle miro hacia atrás, me da la incómoda sensación de que alguien me sigue...
Pero lo importante de todo esto es que como siempre digo he empezado de nuevo, tomé decisiones acertadas y todo salió bien. Pensando así, ésta mañana de éste invierno recién estrenado toqué en casa de Marta, era un puente largo y pensábamos disfrutar al máximo de los días libres. Mi amiga abrió la puerta y al ver mi cara desorbitada por las emociones, me hizo pasar al salón preguntándome con insistencia lo que me pasaba. Como no me salían las palabras le pasé el periódico que venía leyendo.
                            
Ella se quedó con la misma cara que yo traía. En la página de sucesos, en caracteres enormes, venía la esquela de Julián.
" Pero...como...Julián. Nunca pensé...como fue?.. Dios... Voy a llamar..."
"Espera, le dije, respirando con fuerza, " serenémonos un poco".
Eso fue lo que intentamos conseguir, pero los nervios nos podían Marta hizo un té ligero y mientras nos lo tomábamos llamó a un conocido en la policía.
Cuando terminó de hablar con él, se sentó frente a mí, el té ya frío dando vuelta en sus manos, silencio absoluto entre las dos, se volvía a notar que era puente, que no había nadie en los alrededores, que la gente disfrutaba de sus días en el campo o playa. La frase me cayó como un jarro de agua fría :" se suicidó".

Me quedé quieta y sin palabras. Sólo encontré una: "no".
Después vinieron las explicaciones. Lo conocía demasiado bien, era un narcisista de tomo y lomo aferrado a la vida y disfrutaba de ella al máximo, antes de suicidarse, mataría a otra persona. Según pronuncié esas palabras me arrepentí, porque no es lo mismo pensarlas que oírlas. 
Marta emitió una especie de quejido y se hundió aún más en el sillón, parecía a punto de desaparecer como tragada por él.
Mira, Marta", le dije, "no me eres de mucha ayuda si continuas con esa simbiosis que has hecho con el sillón, saca la fuerza y el carácter que llevas dentro, recuerda que se supone que la que tiene que estar preocupada soy yo".
Al parecer mis palabras hicieron efecto, se incorporó y fue a preparar café fuerte, tenía infusiones para cada situación y momento emocional, era así.
" Bueno,  no se si está muerto, pero suicidio seguro que no,le dije, llama otra vez a tu policía y dile si se ha encontrado el cuerpo."    
La contestación del amigo fue tajante, el cuerpo no se había encontrado, pero había varios testigos que lo vieron tirarse al río mientras se desembarazaba de sus pertenencias, todos sus documentos los dejó en le puente. 
" No tuvo porqué ser él", repetí, en medio de una crisis de histerismo, "alguien se tiró, pudo ser un buen nadador, Julián lo és, y dejar los documentos atrás." La voz me temblaba mientras hablaba y las lágrimas pugnaban por salir. 
Marta me dio la razón, creo que más bien por tranquilizarme y  se marchó de nuevo a la cocina a preparar tila según dijo. Sonó el teléfono y me gritó que lo cogiera, levanté el auricular y por más repetidos "dígames" nadie contestaba, sólo una respiración fuerte que me resultó siniestra, al otro lado, pero no era mi casa, nadie sabía que estaba allí...
De pronto la respiración se convirtió en en un susurro oscuro que musitó: "mooriiraassss!!!". 
Tranquilamente, me desmayé.  
Me desperté en pocos segundos, Marta asustada a mi lado, el teléfono seguía descolgado y ella me daba ligeras cachetaditas mientras me llamaba. Estoy bien, le dije. Me senté de nuevo en el sillón, desmadejada y temblando. 
Marta, le hablé como medio muerta, estoy en un apuro, no se como voy a salir de ésta, nadie me va a creer, lo sé, sé lo que pasa en estos casos, te toman por loca, ¿ te das cuenta de lo que ha pasado con esa llamada?, !me han seguido hasta tu casa! no le he dicho ha nadie que venía aquí.!A nadie!.
Dicho ésto, empecé a llorar amargamente mi cuerpo convulsionando en espasmódicos sollozos, me sentía a punto de desmayarme otra vez.
En esto el timbre de la puerta nos apartó de lo nuestro, Marta se levantó a abrir, afuera, los más imbéciles de nuestros amigos disfrazados : ¿ TIENEN CARAMELOOOOSSS???

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