martes, 1 de noviembre de 2011

El Secreto De Sam


Eleazar

El tiempo solo es la interpretación que hacemos de la sucesión de los eventos que conforman la historia. Hablamos de la historia como el conjunto de sucesos que marcaron un punto en su respectiva época. La historia, desde la ajena hasta la propia, siempre será todo aquello que se pueda memorar. Aun y cuando una sola persona lo recuerda, ese recuerdo ya es historia.

En algún lugar, en algún momento, una historia vio la luz al ser creada. El temor ha caído sobre la más débil de las fronteras, la razón. Y es este el motivo por el cual no se sabe que es lo que ha pasado ni como llego a donde está.

Pero antes de juzgar o sacar malas conclusiones, detengámonos a pensar cómo es que la vida llega a un punto en el cual nos sentimos tan distantes y aturdidos. No es sencillo, claro está, intentar definir los conceptos de esta locura. Es solo el verdadero discernimiento el que dirá cual es la realidad en la que se vive, y que todo esto es simple locura. Pretender ser normal cuando no se es, o pretender ser distinto cuando eres tan normal como el resto de las personas. Es este el secreto que Sam guarda.


Tres veces he tenido este mismo sueño, se adueña de mí, se apodera de mis pensamientos. Tengo que volver, regresar a cuando todo empezó. Simón de la Vega Castillo, Sam como lo llaman sus amigos. El guarda un secreto y debe ser rebelado. Su edad se aproxima a los treinta años, ya hace un mes despertó de su largo sueño, uno que le robo casi toda su vida.

Existe una gran diferencia entre lo que se acuerda y lo que recuerda; hoy solo sus sueños le dan una respuesta satisfactoria entre lo que fue y lo que pudo ser. El subconsciente guardo la imagen de lo que fue. Su mente tergiversa sus recuerdos, muestra solo lo que pudo ser. Su misión se volvió entender tiene que descifrar lo que su mente guarda.

Sam se encuentra solo, el mundo enfermo mientras el dormía, y de los pocos que lograron pasar aquel duro golpe, incluyendo a Sam, ninguno llego a conocerlo, nadie sabe quién es.

Por todo un mes Sam ha vagado por las calles sin sentido y sin rumbo. El ver las calles basáis de lo que un día llamo su hogar, o cree haberlo llamado así, se mete entre su piel y le hace sentir el sufrimiento de la nostalgia.

Durante las últimas semanas ha vivido solo de sobras. La esperanza se volvió su única meta, la esperanza de encontrar aquel bello rostro que aunque sin recordar sabe que existe y sabe que al verlo conocerá.

La soledad lo envuelve entre sus pesadas y obscuras cobijas, lo atrapa con sus frías garras, lo sumerge en su repúgnate veneno, lo mata lentamente. Abrir los ojos se vuelve más difícil cada día, el concepto de traición se vuelve iracundo, la idea de un mundo gris ya es más que una idea, es una realidad.

Se levanta de esa cama de hospital que hasta ahora le ha dado la posibilidad de seguir con vida. La mujer que lo cuidaba ha muerto por la misma razón que el resto de las personas en aquel lugar. Aunque no todos, si una gran mayoría han muerto a causa de esto.

Caminar lo lleva a una profunda depresión, es decir, un enorme cráter en el suelo. En su interior lleva agua por un rio subterráneo. Al fondo se elevan grandes rocas, son capaces de quitarle la vida si es que se atreve a saltar.

El miedo se apodera de Sam; no quiere desistir de esa desenfrenada búsqueda que lleva desde que despertó. Pobre Sam, ¿Qué te ha hecho ser así? ¿Desistir de morir por una esperanza es suficiente ante la pesada soledad?

Guárdate tus deseos Sam.

Corre en otra dirección alejándose lo más posible de esa depresión. Él no lo sabe, la depresión es el resultado de una gran explosión. Es mejor que continúe sin saber.

Su carrera lo lleva a una deshabitada ciudad. Desde dentro es observado por otros que al igual que él lograron sobrevivir.

Un silbido se oye a la distancia, se aproxima a él. Pequeñas agujas penetran su cuerpo, agujas cargas de sedantes. Sam ha caído de nuevo en esa desesperación, en esa inconsciencia, su mente lo abandona y la razón pierde todo sentido de coherencia y se torna irracional, Sam duerme, Sam sueña.

Está ahora en el lugar que se encargara de dar respuesta a lo que ha pasado, dar respuesta a lo que paso y el por qué paso. Desentrañar este misterio va mas allá del pensamiento y se entromete más la decisión de tratar de explicar lo que quizás no tiene respuesta.

Descansa Sam; cuando despiertes no olvides tu sueño; yo estaré aquí para escuchar…

___

¿En qué momento una vida se volvió tan frágil? ¿En qué momento el destino marco a un ser para ser tan desdichado? No existe una respuesta si no hay pregunta; la cuestión es que la cuestión no es válida. Para descifrar el misterio hay que ir más allá de cuando se origino, si queremos saber hay que volver.

Simón de la Vega Castillo, Sam como lo llaman sus amigos. El es un niño normal con sueños deseos y esperanzas, con temores y miedos, con aficiones y anhelos.

Nació en una familia acomodada, demasiado acomodada para su gusto. Su padre trabaja todo el día y su madre se la pasa con sus amigas. La mayor parte del tiempo Sam está solo.

La casa de Sam es gigantesca, conoce muy poco de ella. Su recamara, la estancia, la biblioteca y el comedor son las más o quizás las únicas partes que frecuenta.

La mayor parte del tiempo Sam está en la biblioteca. No porque le gustase leer., sino porque la biblioteca es el único lugar de la casa que está solo. Únicamente las sirvientas son quienes entran a esta para realizar la limpieza de rutina. Así como entran se van, jamás se tardan más ni se tardan menos de lo que regularmente tardan en asearla.

Tarde, o temprano, fue el momento en el que Sam decide subir al tercer piso de su casa. – Prohibido esta subir al tercer piso de la casa – es lo que Sam a oído. Sus padres así lo dictan porque así ha sido desde hacía ya muchas generaciones.

La curiosidad juega un muy importante papel dentro de su decisión, ¿es en verdad malo el subir a esta parte de la casa? ¿Por qué ocultar un lugar? ¿Es acaso que algo malo ha ocurrido? ¿Algo que deba ser guardado se ha propuesto esconder en este sitio?

Irremediable es el avance de la duda; ya no es posible contener más esta acción. Sam sale de la biblioteca al pasillo que está entre ésta y el despacho de su padre. De ahí se dirige al recibidor de la casa, posteriormente a las escaleras.

Estas escaleras suben únicamente a la segunda planta, el lugar donde se encuentran las habitaciones que son habitadas. Se extiende entonces un gran corredor que atraviesa de extremo a extremo la casa en su totalidad, toda la extensión de la misma.

Al final del corredor, en el lado norte de la casa, se encuentra la escalera que sube al tercer piso. Es corredor tras corredor todos con puertas a innumerables habitaciones.

Las paredes son de un color verde fundido a gris. Las puertas son de un color café muy profundo y obscuro. El piso de alfombrado de un color gris obscuro. El techo de madera del mismo color que las puertas. La única luz es la procedente de los focos esparcidos a lo largo del corredor, uno por cada puerta, uno al lado de cada puerta.

Quizás fue el destino, o quizás coincidencia, el caso es que Sam decide abrir un puerta, la única que de hecho no tiene llave. Y esta es mucho más que una simple habitación.

Dentro de ella no hay nada, a decir verdad esta bacía por completo, pero por alguna razón parece atraer a Sam, y algo o alguien le impedía abandonar la habitación. Las paredes de esta son blancas al igual que el techo. El suelo es de madera.

La habitación cuenta con una gran ventana, decide mirar por ella. Desde allí puede ver los jardines frontales de su casa, y noto que una planta crese por entre las tuberías de desagüe y se deslizaba por la pared hasta la ventana. De esa planta crese una flor azul, tan bella como el cielo o las aguas mismas.

Cuando Sam toca la flor esta se mueve y simulo estornudar. Es como un espasmo,  contracción y expansión. En una inhalación y exhalación, la flor suelta lo que parece ser polvo y lo esparce por toda la habitación.

El espectáculo que Sam observa por cortesía de la hermosa flor azul se vuelve cada vez más hilarante. De pronto todo lo que lo rodeaba parece moverse, como si todo a su alrededor  cambiara de forma. El piso se hunde pero él no cae. Las paredes se encogen pero no lo tocan. De ratos no sabe si respira aun o no lo hace ya, o si es que observa o sus ojos yacen cerrados. Tal confusión lo llevo a desorientarse, y al poco tiempo resulta ya estar dormido, y de hecho Sam duerme hacía un buen rato.

– Sam, despierta. Te has quedado dormido, levántate – dice una amigable pero tétrica voz.

Sam se despierta y se levanta al instante. De inmediato comienza a buscar alrededor el origen de la voz, pero al parecer no tiene mucho éxito. La habitación continua bacía, tan tranquila y quieta como siempre.

– Sam, ¿Por qué tienes miedo? – Pregunta la voz.

Un fuerte escalofrió recorre la espalda de Sam con lentitud. No observa lo que le habla, pero lo oye muy cerca.

– Mi nombre no es Sam, mi nombre es Simón – Dice Sam más asustado aun.

Pequeños murmullos se escuchan en la habitación, después se escuchan pasos, más de un par de pasos.

– ¿Qué es un nombre, sino la forma de referirse a una persona ser u objeto? – Replica la voz – ahora responde, ¿a que le temes Sam? –

Cada que termina la voz de hablar se escuchaban voces más silenciosas, como murmullos, siempre repitiendo la última frase.

– ¿Quién eres tú? Muéstrate – Dice Sam.

Las voces se detienen en seco. No dicen palabra alguna por espacio de treinta segundos.

– ¿A caso no sabes quién soy yo Sam? – Pregunta la voz – yo soy tu amigo, todos nosotros somos tus amigos –

Las otras voces, cual eco, siguen repitiendo la última frase entre murmullos.

– ¿Amigo? ¿Qué amigo es aquel que se oculta de sus amigos? – cuestiona Sam.

Silenciosas risas inundan la habitación.

– Todos nosotros estamos aquí Sam – Responde la voz – el que no nos ve eres tú, y eso no es nuestra culpa –

Sam esta tan ocupado atendiendo las voces que no se ha percatado de que la habitación en la que esta no es la misma. Aunque a la vista parece igual, existe una gran y notoria diferencia, en esta habitación no hay ventanas.

Sam sale de la habitación al pasillo. Es prácticamente idéntico al de su casa, a excepción de ciertos detalles. El corredor es parcialmente más largo, y a falta de escaleras no parece haber forma de bajar.

– Sam ¿Sabes en donde estas? – pregunta la voz.

Cada vez las siente más cerca, como si le hablaran al oído.

– Por supuesto – contesta Sam – en casa –

Los murmullos comienzan a decir con constancia absoluta – Falso, falso. En error estás – algunos murmullos son rápidos, otros son lentos.

– Técnicamente sí, pero no es del todo cierto – Dice la voz mientras los murmullos continúan diciendo lo mismo – Ahora bien, hagas lo que hagas no te acerques a las ventanas y no abras las puertas que no te indiquemos abrir –

Los murmullos desisten de decir lo anterior para continuar con la nueva frase que ahora repiten una y otra vez – No habrás puertas ni ventanas, no te acerques a ninguna de ellas –

Sam asiente con la cabeza, pero no parece haberlo comprendido por completo, y va por allí husmeando y viendo. Ya se ha percatado de que aquel lugar no es su hogar.

Continua caminando por el pasillo hasta llegar al fondo donde hay una enorme ventana, y pese a la advertencia decide ver por ella.

Cuando Sam ve por la ventana se da cuenta de que ya no está en casa, se percata de que lo que sospecha y tanto teme es verdad. Demasiado descarado o demasiado obvio es lo que Sam observo. El césped y el follaje de los arboles tienen un matiz color sepia, el cielo un tono gris aun y sin nubes, y entre las afueras diversas y extrañas criaturas pasean de un lado a otro.

La diferencia entre lo que Sam observa y lo que recuerda haber observado en su hogar era muy mínima, casi podría jurar que lo único distinto es el color de las cosas. Puede notar también que el tamaño de todo es parcialmente distinto. Algunos árboles no están en su lugar, y algunas estructuras tienen diseños distintos.

Ahora bien, una de las criaturas que vaga a las afueras de la mansión logro divisar a Sam mientras este observa por la ventana.

En cuanto a la criatura, esta es en apariencia como una sombra, con curvas definidas y una figura precisa. Es con cuerpo como de humano pero encorvado de tal forma que sus extremidades superiores se arrastran por los suelos.

La criatura voltea todo su cuerpo en dirección a donde Sam esta. Inclina un poco la cabeza a la derecha como si esta le pesase; o como si inquiriera respecto a Sam, quien esta observándolo desde la ventana de la casa. Quizás puede parecer extraño a esta criatura, o quizás puede parecer ofensivo. Sea cual fuere el caso, tiene que verlo de frente, afrontar al extraño visitante que Sam es en ese momento.

Grande es la sorpresa de Sam al ver a la criatura dando grandes saltos y escalando las paredes de la casa sin dificultad. Sam retrocede al instante y en un momento la criatura ya está en el marco de la ventana lista para entrar. De la criatura sobresalen solo sus dos ojos grandes de un color blanco  brillante con una forma siniestra dando en apariencia un enojo profundo.

Sam está asustado, sus piernas no le responden. De pronto a su espalda escucha el crujir de una puerta, es la de la habitación de la flor azul.

– Corre Sam – Dice la voz  con fuerza mientras los murmullos repiten con ahincó esto mismo – entra a la habitación –

Sam al instante comienza a correr hacia la puerta. Pero la criatura, que es muy veloz, de un salto cae a la espalda de Sam y lo sujeta del brazo con sus frías y afiladas garras haciéndole una enorme herida.

De alguna forma Sam logra zafarse y entra a la habitación dejando a la criatura atrás. De inmediato cierra la puerta y con su mirada fija en ella comienza a caminar lentamente hacia atrás. De pronto su espalda topo con algo y al voltear se da cuenta de que es la flor azul en la ventana.

Sam ha vuelto a casa, y con el trae esa horrible herida que la criatura le hiso. Empieza a sentirse mal a causa de la brutal pérdida de sangre por motivo de dicha herida, así que sale de aquel lugar y se dirige abajo en busca de ayuda.

Por todo el camino Sam va dejando un rastro de sangre. Una de las sirvientas se topa con el mencionado rastro y al instante alerta a las autoridades. Lo que parece un juego ya se ha transformado en una gran tragedia.

– Sam, cubre tu herida con tela y enrédala con vendas y presiona para evitar que siga fluyendo más sangre – Dice la voz.

Sam hace tal y como la voz dicta, y el flujo de sangre cesa; pero para entonces Sam ya se encuentra muy débil.

Ahora bien, para aquel momento ya han transcurrido quince minutos desde que la sirvienta llamo a la policía. Uno de los agentes, quien con pistola en mano se aventura a seguir el rastro de sangre, encuentra a Sam aun deambulando con su pálido y frio cuerpo.

Al instante Sam es atendido por paramédicos, después es llevado al hospital donde se le interna para una larga y rigurosa recuperación.

___

– Señor y señora de la Vega. Su hijo se encuentra estable. Pero su caso ha traído en mí un buen número de dudas – Dice el doctor.

– ¿Dudas, ha dicho? – Pregunta el padre de Sam.

– Muy ciertamente hago bien en decir que la total y completa recuperación de su hijo simplemente no es normal. Perdió muchísima sangre a causa de la herida que presento su brazo, y al llegar a este lugar su sangre se producía más rápido. Hace unas horas que suturamos la herida y esta ya cicatrizo. Y aun continua la cuestión de cómo es que se hiso esa herida – Explica el doctor.

El incidente en aquella casa es inusual a todo sentido. No es posible tampoco la extraña recuperación de Sam. Y todo esto mantiene a las personas relacionadas a este caso en total desconcierto.

Pero por ahora la situación de ellos no es la que parece ser la más importante. Sam se encuentra aun muy confundido.

– Sam, debes volver a casa. Si llegan a preguntarte sobre lo ocurrido tendrás que decirles que la herida es a causa del vidrio de una ventana. El escenario ya fue preparado para que parezca que ha sido así– Dice la voz.

Físicamente Sam se siente mejor. Escucha a las voces con atención para saber qué es lo que estas tienen que decirle, pero se mantiene en expectativa, en realidad no confía en ellas, y de hecho jamás lo hiso.

El silencio es inquietante. Su mente piensa con una concentración imperante. No puede dejar que las voces controlen sus acciones, la única salida es ignorarlas. Quizás si habla de ellas a alguien más las voces se irían por el miedo de ser descubiertas.

– Hola. ¿Puedo pasar? – Dice una mujer al abrir la puerta de la habitación en la que Sam se encuentra.

La mujer viste una falda color crema, una blusa blanca y un saco del mismo color que la falda. Sus zapatos son color crema al igual que su bolso. En su mano llevaba una pequeña libreta de taquigrafía como la que usan las secretarias. De su bolso sobresale una carpeta color blanca.

El nombre de la mujer es Estela Ortiz Velázquez. Su fin es charlar con Sam para tratar de comprender como se desarrollo el extraño incidente en el cual se hirió el brazo.

– Adelante – Responde Sam.

Estela entra y se sienta a un lado de la cama en la que Sam descansa. Inclina la cabeza un poco y observa detenidamente el rostro de Sam. Siente su temor e inseguridad, su ausencia.

– Visiblemente te encuentras mejor. Pero nos encontramos preocupados sobre el cómo fue que te hiciste esa herida, la cual noto que ya está mucho mejor – Dice Estela.

– ¿Preocupados? ¿Tú y quien más? – Pregunta Sam con principal interés.

– Tus padres, tus doctores – Responde Estela con amabilidad.

– No basta – Dice Sam.

Ya no confía en sus padres, jamás lo hiso. No merecen consideración. Pero jamás ha pensado de esa manera. Son las voces las que lo obligan a actuar de esa forma tan estúpida y lo hacen tener estas ideas tan torcidas.

La mujer de nombre Estela es una trabajadora social. Se entero del extraño caso de la familia de la Vega. Parte de su labor es asegurarse que no exista ningún problema con ninguna familia, y eso incluye a la familia de la Vega.

Esta mujer no se encuentra preparada para sobrellevar lo que a continuación pasara. Jamás imaginaria que estaba a punto de inmiscuirse en un asunto al cual no había sido invitada. Formaría parte de un juego del cual no conocía las reglas.

– ¿Cómo te hiciste esa herida Simón? – Pregunta Estela.

Observa a Sam con ternura en su rostro. Sonríe delicadamente ofreciendo tranquilidad y seguridad como solo ella sabe dar. Es este su trabajo.

– Fue por el vidrio de una ventana. Esta se ha quebrado y me ha hecho esta gran herida – Responde Sam.

Ha decidido utilizar la cuartada que las voces han preparado para él tras comprender que es su única salida.

– ¿Dónde se encuentra esta ventana que mencionas? – Pregunta Estela con sobriedad.

– En una de las habitaciones del tercer piso de mi casa – Responde Sam con arrogancia.

– Supongo que no importara si voy a tu casa y reviso esta habitación para confirmar que el incidente ha sucedido como me lo mencionas – Dice la doctora en tono retador – No deben existir motivos para dudar de tu palabra. No ocultas nada, ¿o sí? –

– No es así. Puede ir si es esto lo que desea – Responde Sam – Pero. Si en verdad pretende ir, le ruego atienda mi consejo. Tenga cuidado, y mantenga los ojos bien abiertos –

Muy pocas veces se reciben consejos sabios, de esas excepciones lo cierto es que muy pocas veces sabemos identificarlos, y de estos pocos que identificamos muy verdaderamente afirmo que muy pocas veces los tomamos en cuenta.

¿Cómo sabría esta mujer que las palabras de un niño como lo era Sam serian meritorias de alguna consideración? ¿Cómo imaginaria Estela que el consejo de una persona de tan reprochable y absurda experiencia seria digno de tomarse en cuenta? ¿Cómo sería posible pretender escuchar y tratar de entender las palabras de una persona con evidente muestra de locura? Lo verdad es que estas cuestiones no tiene la menor importancia. De hecho no pasa en ningún momento por la mente de esta mujer el precisar atención a estas simples palabras.

La mujer sale de la habitación en la que Sam descansa. Va a ver la mencionada habitación en el tercer piso de la casa de Sam. Visitara esta casa, con la sospecha de que algo extraño pasa. Y si pasa algo extraño, pero esto extraño que pasa en esta casa es muy distinto a lo que Estela sospecha…

___

Estela sale del hospital y sube a su auto. Abrocha el cinturón de seguridad y se pone en marcha a la casa de Sam. No tarda mucho en llegar a esta.

– ¿Puedo ayudarle en algo señorita? – Pregunta una de las sirvientas, la que atiende la llamada que Estela hiso al tocar la puerta.

– Buenas tardes señorita, mi nombre es Estela Ortiz Velázquez, soy trabajadora social – Responde Estela.

– El señor y la señora no se encuentran en casa – Indica la sirvienta con total apatía – Seria lo más prudente que volviera en un mejor momento, cuando el señor y la señora se encuentren aquí. Ahora están en el hospital, el joven amo ha sufrido un accidente. Quizás sería lo más apropiado que fuera a este lugar a hablar con el señor y la señora.

–  Mi intención no es hablar con ellos – Aclara Estela de inmediato – A causa del accidente del joven Simón es que he venido a esta casa. Para revisar que los hechos hayan ocurrido como él afirma –

– ¿Y como dice él que han pasado las cosas? – Pregunta la sirvienta en un tono completamente distinto. Ahora con mayor interés.

– ¿Entonces no lo sabe? – Pregunta Estela de forma capciosa.

– Al ver la sangre regada por todo el camino llame al instante a las autoridades, sin pensarlo dos veces – Expresa la sirvienta con cautela – Cuando estas llegaron encontraron al joven amo y de inmediato fue llevado a recibir la atención debida. En verdad le digo, no sé como ha ocurrido este incidente. De allí mi interés hacia la historia que el joven amo ha contado.

– Él ha dicho que la herida fue a causa del vidrio de una ventana rota. Mi intención es comprobar que si hubiese ocurrido así – Indica Estela.

– Pase por favor – dice la sirvienta – Cualquier cosa en lo cual pueda ayudarle no dude en consultarme –

Estela entra a la casa, no pierde momento para empezar a revisar el ambiente y tomar nota de todo lo que considera interesante o relevante.

No tarda en dar con el rastro de sangre que recorre un gran camino por la casa. De inmediato lo sigue para corroborar la historia que Sam cuenta. El rastro la guía hasta la cocina. No hay señal de fragmentos de vidrio, el accidente no ha ocurrido aquí. Examina con cuidado cada detalle de la cocina buscando cualquier pista que pueda arrojar luz a lo que ocurre. Al terminar el chequeo se pone en marcha siguiendo el rastro de sangre, pero ahora en la dirección opuesta. El rastro la lleva a las escaleras…

___

– ¿Que sabemos de él? – pregunta un sujeto de traje negro de etiqueta.

– Parece ser inmune, pero de una forma distinta – responde uno de los sujetos de bata blanca que está de pie a un lado de la camilla donde Sam yace tendido.

– Explícate – ordena el tipo de negro.

– Está infectado de forma masiva, pero no parece tener daño alguno. Podría ser el huésped principal, el punto cero. Si es así, él es el portador que esparció la infección. Inclusive podría ser la clave para encontrar la cura – repone el sujeto de la bata.

– Dime que sabes de él – ordena el tipo de negro.

– Cuando nos dimos cuenta de lo que era, lo conectamos al extractor. Su nombre es Sam o Simón, no estoy seguro. Ha estado soñando con algo que paso hace mucho tiempo. Buscamos el origen de la infección, así que nos guio a una rara flor azul. Ya puse a un equipo a investigar el asunto. Por ahora estamos siguiendo a una trabajadora social. Es difícil entender, ha armado cosas verdaderamente hilarantes dentro de su mente. Hasta ahora no sabemos nada más – Concluye el sujeto de la bata blanca.

– Manténganme informado. Por ahora continúen con la extracción…

___

Existen muchas maneras de interpretar la historia. El tiempo solo es la forma en la que apreciamos la continuidad de los sucesos.

Estela continua siguiendo el rastro de sangre, subiendo por las escaleras al segundo piso, y siguiendo hasta las escaleras que suben al tercer piso. Sube las escaleras. Después, el rastro la lleva a una habitación a mediación del pasillo.

Entra lentamente a la habitación, sin despegar la mirada del rastro. Continúa por el suelo de madera hasta llegar a cristales rotos y roseados de sangre. << Al parecer es cierto lo que dijo simón >> piensa ella. La ventana rota se engalana con una bella flor azul. Estela se acerca e intenta tomarla, pero se pincha un dedo con una espina del tallo de la flor. Siente entonces un ligero mareo, da media vuelta y se estabiliza.

El rastro de sangre continúa ahí. Pero es extraño, es como si el rastro hubiese cambiado, como si fuera uno nuevo. Estala se dispone regresar siguiendo nuevamente el rastro de sangre. Se va sin advertir dos pequeños detalles. La ventana no está, ni los trozos de vidrio que estaban en el suelo.

Conforme avanza cada vez más, es convencida de forma inapelable de que el rastro es distinto. Entonces la sorpresa. Las manchas de sangre terminan en el pasillo, cerca de la ventana. Además, las escaleras para bajar han desaparecido, ya no hay forma de bajar. << ¿Pero qué está pasando? >> se pregunta Estela.

– Elsa – dice la dulce vos de una mujer – no hagas ruido o despertaras a la sombra –

Estela se queda inmóvil. Lentamente voltea hacia atrás, pero a pesar de haber escuchado la voz a su espalda, se percata de que no hay nadie.

– Me llamo Estela – responde la mujer – ¿Quién eres tú y de donde hablas? –

– No hagas ruido Elsa o despertaras a la sombra – continua diciendo la voz.

Frente a los ojos de Estela se abre la puerta de una habitación enfrente de la habitación de la que sale el rastro de sangre.

– Entra aquí – dice la voz. Se escucha alejada, como proveniente de a un lado de la puerta abierta.

– No – dice Estela, con la suficiente fuerza como para despertar a la sombra.

– Te dije que no hicieras ruido. Has despertado a la sombra – dice la voz – corre enseguida a la habitación –

A espalda de Estela se acerca lentamente una criatura de cuerpo negro como de sombra, que arrastra sus extremidades superiores en el suelo y mira de forma siniestra. La criatura intenta tomar a Estela, pero solo alcanza a rosar su cabello cortándole un mechón.

– Corre Elsa… corre… – insiste la voz.

Estela obedece y entra a la habitación a toda prisa, cerrando la puerta a su paso.

– Has vuelto a casa – dice la voz.

Elsa, una pequeña niña de siete años, se aproxima a su cama y se sienta. Toma entre sus manos una vieja pero bien conservada muñeca de porcelana.

– Aquí esperare a que vuelva mi hermano – dice Elsa y se dibuja una enorme e inocente sonrisa en su rostro…

___

– Deme su informe doctor – dice el sujeto de traje negro.

– Por supuesto señor – responde el doctor.

<< Simón de la Vega Castillo era un famoso arquitecto entre las personas de sociedad. En su carrera diseño solo veinticinco viviendas, todas ellas valuadas en millones de euros. La última es la que nos interesa, de hecho, la única que cuenta con un tercer.

El dueño de esa casa fue Samuel Kafka, un doctor de no mucho reconocimiento en su carrera. Conservo bastante hermetismo. Trasciende su participación como jefe de investigación en el proyecto ROSA AZUL. El proyecto fue patrocinado por nada más y nada menos que la iniciativa. No se sabe la naturaleza del proyecto. Se especula que ROSA AZUL buscaba la cura a la infección >>

– Si este tal Simón es quien diseño la casa, ¿entonces quien es el niño? – pregunta el tipo de negro.

<< Samuel Kafka tuvo un hijo y una hija. El varón, quien es el mayor, lleva por nombre Samuel al igual que su padre. Creen que él es Sam. Si Sam aun vive, este debe tener unos treinta años. Presumo que estamos ante la presencia de Sam.

En cuanto a la hija, el nombre de ella es Elsa. Al parecer Elsa era atendida por una terapeuta de nombre Estela Ortiz Velázquez. La terapeuta también formaba parte del proyecto.

Fuera de eso no sabemos nada mas >>

– Bien. Manténganme informado…

___

– Sam, ha llegado el momento de volver a casa – dice la voz.

Entra el doctor a la habitación y se para justo frente a la cama donde Sam descansa. Le ofrece una pequeña sonrisa y pasa decir – Ya te encuentras bien, puedes volver a casa. Te dejo tu ropa, tus padres te esperan afuera. Con permiso –

El doctor deja la ropa de Sam sobre la cama, después sale de la habitación. Sam se levanta y se viste lo más rápido posible.

– Vámonos Sam – afirma la voz. Sam va a donde sus padres.

En el camino de regreso a casa el ambiente es excesivamente tenso. Un profundo y atenuante silencio se extiende por todo el interior del automóvil. Apenas el motor del vehículo hace un esfuerzo por hacer ruido en la solitaria carretera.

– Desobedeciste de forma deliberada la orden que se te dio. Me parece que fui bastante claro al decir que estaba estrictamente prohibido subir al tercer piso de la casa – dice el padre de Sam.

– Lo siento – dice Sam.

– Ese lugar se cae a pedazos. Pudo haber ocurrido algo peor. Afortunadamente este incidente no paso  a mayores – dice la madre de Sam.

– Se que no estamos acostumbrados a esto; pero me temo que tendré que castigarte. Tan pronto lleguemos a casa te irás directo a tu habitación y te quedaras ahí hasta nuevo aviso. Espero te sirva para meditar en lo que has hecho. No es gracioso ni agradable que te saquen de una junta porque tu hijo está herido en el hospital. Nos diste un susto terrible, a tu madre y a mí – concluye el padre. Después el viaje es igual de silencioso y tenso.

Al llegar a casa Sam sube directo a su habitación. Va a su cama y se tumba boca arriba mirando el techo con especial indiferencia.

– Sam, debes subir a la habitación blanca – dice la voz. Sam la ignora.

– Sam, debes subir, alguien te espera – insiste la voz.

Sam se pone de pie y sale de su habitación, frente a él están las escaleras que suben al tercer piso de la casa. Comienza a subir lentamente los escalones, uno a uno, escuchando el rechinido de la madera y ese eco que producen en el solitario pasillo. Una vez arriba, se dispone ir a la habitación blanca. La puerta de la habitación está abierta por completo. Al entrar a la habitación y acercarse a la ventana, la flor vuelve a rosearlo de polvo y Sam cae de lleno al piso. Está en un cuarto blanco sin ventanas, con la puerta cerrada y un rastro de sangre en el suelo. Sam se levanta y sale al pasillo.

– Es aquí Sam – dice la voz.

La puerta de la habitación que está enfrente de la habitación de donde Sam salió se abre. Sam se aproxima y entra cerrando la puerta a su espalda. Ella está ahí sentada en la cama.

– ¿Elsa? – exclama Sam…

___

Comienza a sonar una alarma.

– ¡Doctor!... – grita uno de los asistentes – ¡el sujeto despertó a mitad de la extracción! –

Sam forcejea hasta zafarse de los cintos que lo sujetan a la camilla. Después se quita de la cabeza el casco que extrae las imágenes de sus sueños. Para entonces algunos asistentes ya están sujetándolo con fuerza. Sam no deja de manotear y patalear mientras grita repetidas veces – ¡Debo encontrar a Elsa! –

El doctor se aproxima y le inyecta un sedante. Sam deja de forcejear, pero se resiste a dormir, continua hablando.

– Debo encontrar a mi hermana – sigue diciendo Sam, ahora con voz más débil.

– Tu hermana está muerta – dice el doctor – murió en la explosión que destruyo tu casa. Tú, en cambio, quedaste en coma por espacio de diecisiete años –

El sedante intenta hacer su efecto, pero Sam se resiste a dormir.

– ¿Qué hacen conmigo? – pregunta Sam.

– Creemos que eres el primer infectado. El proyecto ROSA AZUL experimentaba con tu hermana y contigo, buscaban una cura. Es probable que la clave para la cura a la infección este en tu sangre – responde el doctor.

– No es una infección – repone Sam – es un mal genético hereditario. No hay cura ni forma de contagio, el mal se hereda. Ellos jamás nos dejaran entrar a las reservas. Nos encerraron a la intemperie esperando a que finalmente muramos. En realidad para ellos ya estamos muertos… desde que nacimos con la sangre sucia, para ellos ya estábamos muertos…

Fin

El tiempo es la unidad con la que medimos el transcurso de las cosas. Todo tiene un tiempo en el sentido de que a todo se le puede medir su existencia. Desde nacer hasta morir, ese es el tiempo de una persona. Con el tiempo no se juega; el tiempo no espera ni perdona.

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