domingo, 13 de abril de 2014

Ejercicio de abril

Consigna: "Escribamos un texto en el que los adjetivos empalaguen. Un texto en el que, incluso el autor, que normalmente es el crítico más ciego, reniegue de semejante escrito".



Ejercicio de Ignacio

Me voy a dar un atracón de adjetivos hasta que se me indigesten y me ponga a vomitar, me dije; pero no me sucedió nada de eso, antes al contrario empecé a sentir una especie de exaltación embriagadora, como si los adjetivos estuvieran empapados en cognac o en whisky: sus vapores intensos y perfumados se me colaban por los agujeros de la nariz inundándome los pulmones. Cuantos más adjetivos escribía, más necesitaba escribir. Mi mujer me miraba inquieta: ¿qué te pasa, Ignacio?, tienes los ojos brillantes de fiebre y la respiración agitada, ¿no te habrás metido un chute de vete tú a saber qué porquería? Son adjetivos, le dije. No sabía que produjeran adición. Ayúdame por favor. Me llevó a consulta y el facultativo que me atendió meneó la cabeza preocupado ¿A quién se le ocurre hacer un uso tan inmoderado de los adjetivos? ¿Se ha vuelto loco? Tendremos que ingresarle durante unos días para someterle a una  cura de desintoxicación. Le advierto que la Seguridad Social no corre con los gastos en caso de enfermedad por imprudencia temeraria. Necesito su tarjeta de crédito.
Así que ahora estoy enfermo y arruinado. Cuando salga del nosocomio pienso contratar a un abogado y presentar una demanda contra el taller por atentado contra mi integridad física, contra mi salud mental y contra mi felicidad conyugal. Hay que exigir responsabilidades.
  

Crónica de sociedad

En la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Milagros, ricamente engalanada, contrajeron cristiano matrimonio el señor don Mariano R. y la agraciada señorita de origen teutón Doña Ángela M.
Ofició la ceremonia don Antonio María SJ quien, con anterioridad y gracias a la privilegiada situación que ocupa en los tribunales eclesiásticos competentes, había obtenido todas y cada una de las dispensas necesarias.
Con mano temblorosa, firmaron el acta como testigos destacados y venerables estadistas; pudimos reconocer entre otros (a pesar de lo deteriorados que estaban por la edad o por el alcohol) al Zar de todas las Rusias, Boris Esputo; al vaquero americano, Billy el Becario; al Cavaliere italiano, Casanova, cuya presencia fue una de las más aplaudidas por ir acompañado de una despampanante modelo de firmes muslos y exuberante pechera. Cameron de la Isla entonó desde el coro los salmos y las loas de rigor.
Sus Altezas Reales, los Reyes de España, desgraciadamente, no pudieron acompañar a los desposados por hallarse cazando elefantes salvajes en los lejanos confines del África austral.  Esta ausencia causó hondo pesar entre todos los asistentes
En el emotivo momento de darse el sí, hubo de intervenir como intérprete el conocido escritor, académico y futuro Premio Nobel, don Javier Marías,  ya que ninguno de los dos contrayentes es capaz de hablar con la necesaria fluidez el idioma del otro.
La sana alegría que debía estallar a la salida de la iglesia fue empañada por una  ruidosa manifestación de alborotadores profesionales que gritaron insultos soeces, trataron de agredir a los atemorizados contrayentes y desplegaron enormes y horribles pancartas con consignas políticas y reivindicaciones absurdas de marcado tinte bolchevique. Gracias a Dios Todopoderoso, la fuerza pública, sabiamente dirigida por sus agudos mandos, y utilizando los medios adecuados,  procedió de forma contundente a despejar la amplia plaza de la iglesia y sus más próximos aledaños poniendo fin al bochornosos espectáculo 
Después de la ceremonia religiosa, los nuevos y jóvenes esposos, a quien deseamos larga felicidad, emprendieron costoso viaje a las islas Malvinas, actualmente bajo férrea soberanía inglesa, no sin antes hacer una escala en Gibraltar (¡Gibraltar español!) y otra en el conocido coto de Doñana donde la Ilustre Dama pudo admirar varios soberbios especímenes, típicos de la más genuina fauna ibérica: machos, ciervos, pardillos, ardillas, etc
Nuestros queridos lectores nos perdonarán si no publicamos fotos de la ceremonia nupcial ni de la alegre fiesta campera que fue ofrecida en honor de los miles de ilustres invitados. Ambos contrayentes tienen firmado un contrato exclusivo y millonario con el suplemento dominical de un conocido rotativo (callamos su nombre porque no queremos dar alas a la competencia y más si esta es desleal). Cuando nuestro humilde reportero quiso hacer acto de presencia en dicha fiesta campera, portando bien a la vista su carné profesional, los brutales y fornidos guardaespaldas que custodiaban la entrada del cortijo le impidieron el paso, aduciendo que obedecían órdenes estrictas. Y, ante la educada pero firme insistencia de nuestro colaborador, procedieron a destrozarle el valioso material que portaba consigo. Acto seguido le dieron de hostias, como consta en el certificado que obra en nuestro poder y en el parte médico oficial que publicó el Hospital del Niño Jesús de Huelva, donde fue atendido de múltiples y graves contusiones.

Al margen de estos lamentables sucesos, fuentes generalmente bien informadas pretenden que la desposada, la que fuera el Terror de los Países del Sur, tiene ya muy apolilladas las neuronas, no se entera de nada y cree que ha contraído matrimonio con Gegis Khan. Las mismas verídicas fuentes señalan que el esposo, no habiendo podido cumplir con el débito conyugal,  gestiona el alquiler de una severa celda monacal en el monasterio imperial de Yuste donde piensa retirarse con su mujer después de haber repartido entre los pobres los cuantiosos bienes muebles e inmuebles que ambos poseen.


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