jueves, 21 de julio de 2011

Ejercicio de Roberto C


Para Augusto Monterroso

Desperté sobresaltado, no sé si fue el estruendo o el  vaivén del lecho. El corazón latía fuera de control, tardé en acostumbrarme al resplandor rojizo que penetraba por la ventana, como si todo el exterior estuviera bajo fuego. Tuve dificultad para salir del catre en que había dormido,  las sábanas me mantuvieron cautivo un tiempo que no pude calcular. No supe si era de día o de noche. La tormenta de balas me ensordeció. Busqué el casco y el fusil y salir a la trinchera, a mi lado algunos compañeros, igual de sorprendidos que yo, corrían y gritaban. Sentí un golpe en el cuello que me derribó, un líquido viscoso empezó a rodear mi cabeza. Me costaba respirar y no podía articular sonido alguno; un gran peso me oprimía el pecho. El espejo de sangre se confundió con el rojo del amanecer. Sentía mi cuerpo estremecerse y algo pegajoso se deslizaba alrededor de mi cuello; el ruido no cesaba, la rasposa espátula me hería en forma continua, el dolor en el cuello era insoportable, pensé que era todo lo que podía aguantar...
Abrí los ojos y el gato seguía ahí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Redacta o pega abajo tu comentario. Luego identifícate, si lo deseas: pulsa sobre "Nombre/URL" y se desplegará un campo para que escribas tu nombre. No es necesaria ninguna contraseña.