domingo, 31 de julio de 2011

Cuento corto de una vida común

Ramiro Sánchez

A veces llegaba temprano, pero hoy le tocó llegar tarde... no una hora tarde... ni tampoco tres... eran más horas tarde.
Tenía el aspecto que tienen las personas cuando llegan a casa luego de muchas horas de trabajo, quería mantenerse erguido pero los hombros le pesaban 25,5 Kg cada uno y la columna vertebral cedía ante ese peso, arqueándose lo suficiente para que al caminar las piernas no pudieran despegarse mucho del piso.
 Quería llegar rápido pero cada paso que daba tardaba en efectuarse Dieciséis minutos, o al menos así lo sentía él y tenía que subir las escaleras ¡SUBIR LAS ESCALERAS! eran Dieciséis mil cuatrocientos treinta escalones hasta llegar a su apartamento en el segundo piso, era el tiempo que tardaría, el peso en sus hombros, las escaleras infinitas, que se sumaban con el desafío de sacar las llaves del bolsillo (luego de encontrar en cual bolsillo estaban) e introducir en el huequito de la puerta la que abría, en orden, primero la reja y después la puerta.
Cumplido este proceso descubrió con dolor visceral que no había desayunado, almorzado o aun cenado, así que con cautela casi desesperada se dirigió a la nevera para descubrir que no había mas que:

       - Un frasco de Mayonesa
       - Una botella de Ketchup (solo la mitad del rojo contenido)
       - Dos cucharadas de  Mostaza (en una taza de peltre tapada con aluminio)
       - 300gramos de carne molida (la del almuerzo de antier)

Levantó la mirada lentamente y observó todo a su alrededor, hasta descubrir que sobre la mesa del comedor había una bolsa de papel marrón. Su mente le describió con lujo de detalles lo que debía hacer de esta manera.
"Saco las salsas y la carne... no debe estar piche.... busco los panes, los abro con el cuchillito que tiene filo, el de mantequilla, y relleno los panes con salsa rosada y mostaza con carne"
Así lo hizo, como le indicó el cerebro, era lo mismo que ver a una caricatura desplazarse por la cocina y luego al comedor, con los hombros caídos y las piernas que apenas se despegaban del piso, pero mas rápido, como con más hambre, el momento de gloria fue al abrir la bolsa de papel e introducir la mano "Ayer dejé dos panes"  le dijo el cerebro, pero se equivocó. 


2 comentarios:

  1. Muy bueno tu cuento afincado en un tema real, sobre todos de los que viven solos. del hombre o mujer que a falta de compañía se entregan como única entretención o aturdimiento ante la soledad, al trabajo. Es una película de un aspecto diario de muchos que convirtiéndose en rutina pasa ignorado para muchos incluso para hijos o familiares cercanos. Cuánta soledad encierra la soledad de quien vive en soledad...

    Con respeto y con tu permiso, me he atrevido a sugerirte algunos cambios, tendientes a hacer más fluido y comprensible tu cuento. Ah, te felicito por el mismo.

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  2. ¡Oh!
    Recién estoy a media mañana y su cuento me ha hecho sentir todo el peso de mis 45 años.
    Hay un par de correcciones que quizás le pueda acercar.
    Me han corregido (en mis propios cuentos) el uso de palabras íntegras en mayúsculas, yo lo defendí arguyendo que destacaba la idea, pero me dijeron que molesta a la lectura y que debía ingeniar otra forma de hacerla más llamativa.
    Evaluar la utilización de puntos suspensivos.
    Creo que hay una redundancia en "pero los hombros le pesaban 25,5 Kg cada uno", que sean 25,5 kg. cada hombro o los dos, no suma a la imagen, ya denota pesadez.
    "Dieciséis minutos" quedó en mayúscula y no era inicio de frase, al igual que "Dieciséis mil".
    El párrafo de la subida al segundo piso está un poco confuso, se entiende, pero le falta fluidez a la lectura.
    Todo lo anterior va de parte de una inexperta, solo es opinión personal, por si le interesa.
    Saludos.
    Benita.

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