sábado, 20 de agosto de 2011

Reflexiones en el ascensor (ejercicio)

Nelson

He presionado el botón de subir y estoy esperando que llegue el ascensor. Siempre me incomoda entrar en ellos. Ese lugar tan reducido donde estoy obligado a estar rodeado de gente que no conozco. Donde mi espacio vital es violado una y otra vez. Donde tengo que estar demasiado cerca de alguien con quien no deseo estar. Otras veces no hay casi nadie. Quizás hay una sola persona pero es igual. Al cerrar la puerta no se dónde mirar. Puede que mire un instante a la otra persona y me sonría pero luego no encuentro dónde mirar. Estúpidamente hago lo que todo el mundo hace. Fijo la vista en la indicación de los pisos, como si fuese muy importante mirar eso. Usualmente todos están mirando ese indicador, observando cómo cambian los números de los pisos. A veces alguien huele mal, en un espacio confinado eso es desesperante. Pero una vez que se cierra la puerta ya no hay vuelta atrás, tendrás que oler eso por el tiempo que dure el viaje.

Quizás lo que no me gusta del ascensor es que parece una obra de teatro en la que no quiero actuar, pero tengo que hacerlo. Todos los actores saben perfectamente cuál es su actuación. Hay tres roles principales. “Los que entran”, “los que están adentro” y “los que salen”. Estos roles van cambiando, todos los actores tienen que aprenderse los tres roles, porque deben ejecutarlos en secuencia.

Primer acto: se abre el telón. El telón es siempre el mismo, metálico, se abre desde el centro y se oculta en los lados exactamente como en una obra de teatro convencional. Si no entras al escenario rápidamente el telón se cierra y puede hacerte pasar un rato desagradable donde tu cuerpo queda en el medio del telón que pretende cerrarse. Con frecuencia el mecanismo sensor de cuerpos está dañado por lo que tienes que utilizar la fuerza bruta para retirarlo y liberar tu cuerpo, mientras algunos de “los que están adentro” se sonríen disimuladamente pretendiendo ayudar. El argumento es muy sencillo. Al abrirse el telón, los actores que representan el rol de “los que están dentro” miran al “los que entran”. A primera vista, parece que no hay cupo pero sin que nadie diga nada, se mueven un poco y crean un espacio para que entren los actores que personifican a “los que entran”. Apenas entran, cambian el rol de “los que entran” por el rol de “los que están adentro”. Observen que “los que entran” no tuvieron que decir: ¿por favor pueden arrimarse unos a otros un poco para que me den un espacio? No tuvieron que decir nada. “Los que están adentro” saben perfectamente su papel. Lo han ensayado muchas veces y sabían que tenían que moverse un poco para hacer espacio.

Segundo acto: es curioso pero el segundo acto no comienza al abrirse el telón sino al cerrase. Durante este acto lo único que hacen los actores es mirar hacia el indicador de pisos. Esto es vital, un buen actor tiene que saber muy bien cómo mirar este indicador. Debe hacerlo con extraordinaria atención, arrugando ligeramente la frente para demostrar concentración, como si los numeritos de los pisos fuera una información vital o como si estuviese viendo una película muy interesante. Luego, cuando el ascensor se aproxima al piso seleccionado, los que llegan a su piso cambian su rol a “los que salen” para actuar en el tercer acto.

Tercer acto: Se abre nuevamente el telón. Sin que nadie diga algo, los nuevos actores que juegan el rol de “los que entran” esperan a que los que juegan el rol de “los que salen” salgan del ascensor y luego ellos entran. Esta escena se repite una y otra vez.

Si lograras observar la obra desde arriba, lo que llaman los cineastas plano cenital, te darías cuenta que los actores sólo se mueven cada vez que se detiene el ascensor y milagrosamente sus cuerpos no se tocan. Los movimientos solo ocurren al abrirse el telón. Luego nadie se mueve.

A veces se introducen algunas variantes para hacer más interesante la obra. Una de las variantes más utilizadas es que el ascensor se detiene entre pisos y el telón no se abre. Aquí los actores pueden desarrollar ciertos argumentos también muy conocidos, a veces con alto contenido dramático. Alguno de los actores rápidamente presiona un botón rojo más grande que los demás que dice “EMERGENCIA”, pero que casi nunca funciona. Una de las actrices, porque este papel casi siempre lo ejecuta una mujer de cierta edad, parece perder la compostura y comienza a gritar y hablar sin parar. A veces alguna de las actrices simula desmayarse. Luego al abrirse el telón los actores salen rápidamente sudando y hablando todos al mismo tiempo. Pero esta escena casi siempre es la misma, por lo que también es bastante fastidiosa.

Otra variante menos frecuente es cuando un actor entra y solamente hay una bella actriz dentro del ascensor. La escena que sigue tiene alto contenido erótico pero lamentablemente esta variante muy rara vez ocurre.

Lo siento, se esta abriendo el telón y ya tengo que tomar el rol de “los que entran”. No podré seguir contándoles. Hasta luego.

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