sábado, 18 de junio de 2011

Noche eterna (ejercicio)

Emilio La Rosa

       La conocí por la mañana muy temprano cerca de un cerro donde se había refugiado para pasar la noche. Yo había dormido en el farallón opuesto que limitaba el flanco norte de la pequeña playa del pueblo, adonde llegué en busca de trabajo. Ese día me desperté con el sol y con muchas ganas de ir a buscar un empleo, pero en lugar de subir por la escalera norte, mi atención se distrajo en una gaviota que volaba muy cerca dirigiéndose hacia el sur, y sin darme realmente cuenta de mi actitud, la seguí hasta que el cerro me cerrara el paso. Estaba como hipnotizado y recién en ese lugar me acordé de mi tarea pendiente. Busqué la subida y en su lugar encontré una pequeña cabaña al parecer abandonada, quise entrar y empujé la portezuela que se abrió con dificultad haciendo un ruido de bisagras oxidadas. Al interior pude divisar una silueta y escuchar una voz femenina que suplicaba me quedara afuera. Permanecí en la entrada mirando el mar y cuando ella salió y pude verla a la luz del sol naciente, una emoción inédita recorrió todo mi cuerpo, la sentí en la piel y mis ojos la reconocieron sin haberla visto nunca antes. Deseaba abrazarla, acariciarla, decirle que la amaba sin siquiera saber nada de ella. Entonces, solo pude balbucear mi nombre y ella sonriendo, pronuncio el suyo. Se llamaba Norma y también había dormido en la playa.
       En ese instante recordé que la había soñado esa noche; era ella la mujer que se ahogaba en el mar y gritaba pidiendo auxilio. Yo había tratado de salvarla y al cabo de algunos minutos la saqué inanimada y desesperado solicitaba ayuda para revivirla, pero todo fue vano. Al recordar esa pesadilla, tuve miedo, creí que estaba frente al fantasma de la ahogada, la quedé mirando en silencio con deseos de correr, pero una fuerza me lo impedía, estaba paralizado por el miedo o quizás por su belleza, porque todo en ella era perfecto, su mirada, su sonrisa, sus labios y su cuerpo. Norma irradiaba un tal magnetismo que parecía una criatura bajada del cielo. Ella se dio cuenta de mi turbación y fijando sus ojos en los míos, rompió el silencio para invitarme a tomar desayuno. Ese día no pude buscar trabajo porque se lo dediqué a ella, paseamos por las calles del pueblo, almorzamos en el restaurant de la plaza mayor y luego volvimos a la playa para contemplar el mar y conversar sobre nuestras vidas. Al final del día, me propuso ir en su carro a algún lugar para tomar un trago.
       Cuando echamos a andar hacia el coche, el sol ya se había puesto. La nieve comenzaba a caer en pleno otoño. “El clima está loco”, pensé y seguimos caminando rápidamente. Norma no se acordaba donde lo había dejado la noche anterior y tuvimos dando vueltas por el pueblo durante más de una hora. La luz artificial de los postes alumbraba con dificultad las calles y la penumbra me provocaba una cierta desazón, no me sentía en seguridad, ella tampoco. Entonces, le pedí que hiciera un esfuerzo para que recordara adonde lo había estacionado, le mencioné varios lugares: la iglesia, la municipalidad, el cine, el mercado, el cementerio... No bien terminé de pronunciar la última palabra, que ella me interrumpió repitiéndola a gritos llena de entusiasmo y regalándome un beso en la mejilla. Me quedé tan sorprendido que no pude retribuirle ese beso y solo atiné a señalarle la dirección que debíamos tomar.
       Cruzamos el cementerio tropezando, sin decirnos nada. Había varios centímetros de nieve en el suelo y continuaba nevando, cada vez más intensamente, como si no fuese a parar nunca. Al ingresar al camposanto, la sentí tensa y temerosa, pensé que tenía miedo de la noche sin luna que dejaba caer un manto gris sobre el pueblo y lo hundía en una oscuridad tenebrosa, propicia a la salida de las almas. Apuramos los pasos en busca del coche y al volver mi rostro pude distinguir una imagen fantasmal que nos perseguía. Norma también la vio y empezó a correr, yo la seguí asombrado de su reacción porque imaginé que eran los efluvios fosforescentes de los cadáveres allí enterrados, quise explicarle, pero ya estaba lejos, caminé rápido para tratar de alcanzarla y cuando estuve muy cerca, me jaló bruscamente de la mano a la vez que me decía que corriéramos hacia su auto. El trayecto se hizo largo, Norma seguía hablando, sentía la imagen detrás de ella y escuchaba el ruido de sus pasos. Yo solo oía su voz, y al voltear la cabeza vi nítidamente esa imagen que tenía un parecido con ella. Creí que era el alma de uno de sus familiares y ahora si tuve miedo y aumenté la velocidad de mis pasos. Llegamos al coche, nos metimos adentro, y luego, contra todas nuestras expectativas, no pudimos arrancarlo. Ella acercó su cuerpo pidiendo protección, la abrasé y le susurré al oído que no había nada que temer, que todo era una ilusión. En ese momento di gracias a ese espíritu porque me había permitido tenerla muy cerca de mí, y como dos antiguos compinches nuestros cuerpos se reconocieron y nos sentimos fuertes y capaces de afrontar cualquier peligro, cualquier desafío. Ambos nos miramos y luego dimos una ojeada al exterior, la imagen fantasmal se alejaba.
       No pudimos hacer marchar el coche y decidimos cobijarnos en un hotel. Fue la noche más larga de mi vida porque duró miles de años, vividos lentamente para conocer nuestros cuerpos. Mis manos caminaban por todos sus recovecos, subiendo y bajando por curvas y montañas, explorando cavidades profundas y húmedas, lo mismo hicieron mis labios, mis ojos y mi olfato. La suavidad de su piel, la fragancia de su cuerpo, la redondez y consistencia de sus posaderas y de sus senos, la sensualidad de sus labios, nada de ello me fue extraño, todo lo acaricié, acercándome más y más, hasta fundirme con ella. Nos amamos una eternidad nocturna hasta que el sol se despertara y nos recordara el tiempo, ese maldito cronos que nos hace mortales. Esa noche perdimos nuestra condición humana, porque la fusión nos hizo eternos e invulnerables.
       Entre tanto, el espíritu que nos había perseguido la noche anterior no se dio por vencido, había errado toda la noche en busca de mi amada y al amanecer la localizó en el hotel. Ingresó a la habitación rompiendo la puerta y de un gesto violento y brusco la sacó de la cama. Yo sentí un dolor terrible como si me hubiesen extirpado el corazón. Norma estaba desnuda y así la cargó y se la llevó. No pudimos impedirlo, sin esa unión ya no éramos invencibles y ese espíritu tenía una fuerza sobrehumana y de un solo soplo me tiró al suelo. Quise liberarla de sus garras, me abalancé sobre la imagen fantasmal y solo recuerdo haber recibido un golpe en la cabeza que me dejó sin sentido. Al retomar conciencia me di cuenta que tenía una herida en la frente que había sangrado, me lavé la cara, me quité la camisa manchada y salí corriendo en busca de mi amada, no encontré a nadie que me diera razón de ella, todos pensaban que estaba loco y se reían de mi. Entonces, me encaminé hacia el cementerio, indagué por todos lados y casi al atardecer cuando había recorrido más de la mitad de las tumbas, leí en una de ellas su nombre: Norma Medina Rodríguez, nacida el 22 de junio de 1944, fallecida el 5 de agosto de 1961. Retrocedí impulsado por un pánico terrible, volví a leer la inscripción para asegurarme que no era una ilusión o un sueño, pronuncie varias veces su nombre para convencerme que estaba frente a la tumba de la mujer que horas antes había amado con toda mi alma, lloré como un niño abandonado, perdí la noción del tiempo y me quedé dormido junto a su tumba hasta que los primeros rayos del sol me despertaran, caminé sin rumbo por las calles en busca de información y encontré a alguien que me indicó la dirección donde vivían sus padres. Cuando llegué y toqué la puerta me percaté rápidamente que no había nadie. No quería irme de ese pueblo adonde había llegado en busca de trabajo sin tener mayores explicaciones de lo vivido, quería saber algo más de ella, sobretodo lo acontecido antes de su muerte, fui a la iglesia con la esperanza de hablar con el párroco y pude conseguir la información que me faltaba. Norma se había ahogado hace cinco días en la playa, ella vivía con sus padres y al parecer nunca tuvo un enamorado o no tuvo tiempo para amar a alguien porque la vida se le cortó a los diecisiete años, yo tenía en esa época veinte. Hoy que recuerdo esta historia ha transcurrido más de medio siglo pero tengo la sensación que todo sucedió ayer. Nunca más pude amar a otra mujer como si Norma hubiese bebido todo mi amor y se hubiese llevado mi alma.

4 comentarios:

  1. Como siempre que leo los artículos del blog saco partido. Enhorabuena, el sitio web se ha convertido para mí en una referencia. Podré estar o no de acuerdo con algunos planteamientos pero siempre es enriquecedor leer los artículos colgados. Felicidades nuevamente, seguid así y animo a la gente a que participe con sus comentarios en este tipo de sitios educativos porque la verdad es que son de un valor enorme en esta época de internet.
    Ánimo y suerte con las publicaciones, os seguiré

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  2. Hola a todos:
    Leí los textos escritos, así como ejercicios disparadores que son, que pueden ayudar a soltarnos y manejar ideas o recursos, incluso como dice Daniel, uno puede pensarlos como no concluidos.
    Me ha gustado el tuyo, Norberto, el desarrollo del tema, lo justo y necesario pero que deja que la imaginación siga completando las escenas. Esa imagen del niño... Buen final. (Inés Fernández Moreno tiene una novela que se llama "La última vez que maté a mi madre"; la recordé con tu final)
    "El amor es algo silencioso" de Nelson. Interesante aunque algo extensa la escritura sobre internet y la visión de innumerables fotografías. Siento que el disparador del ejercicio propuesto no importa demasiado en la trama del cuento ni lo inspira. Si bien el final es sorpresivo puede dar pie a otra continuación.
    Pandora y el botín: En relación con tus textos anteriores veo una sintaxis y ortografía muy mejorada, lo cual es bueno. Me resultó demasiado extenso, creo que un recorte no le vendría mal. Pero la última parte está poco desarrollada.(Se refugia en Brasil, se casa, tiene hijos y se dice que tiene edad avanzada cuando decide volver a España) Pensaría, Pandora, en alguna frase mejor y que concuerde con lo anterior que está bueno: "la vegetación cambia constantemente y los años no pasan en balde".
    "Noche eterna" de Emilio. Relato fantástico que se nota escrito a partir del texto de la consigna. Sueño y realidad se entremezclan, fantasmas y pesadillas; todo va conduciendo al final que ya está preanunciado en la figura fantasmática que intenta apoderarse de Norma y lo consigue. El cuento sigue los pasos de relatos muy similares y debieras revisar para no caer en estereotipos. Hay algunos problemas de escritura que te señalo: "tuvimos dando vueltas"; lo correcto sería estuvimos dando vueltas". Se trata de verbos distintos: El 1° es del verbo "tener" y el 2° corresponde a "estar" que es el que conviene a esa frase verbal con gerundio. "No me sentía en seguridad", sería: No me sentía seguro o No me sentía con seguridad. Hay también un uso inadecuado a veces del modo subjuntivo, pero nada que no puedas revisar y corregir para más adelante.
    La noche abierta" de Eduarda. Los agujeritos y las chapas y un destello de la niñez. Ahí se aproximan los textos de Eduarda y Norberto. Bien escrito, Eduarda, con algunas imágenes muy buenas: "agarrarse al filo del grito", "insecto agónico". La soledad, las drogas, el final de la vida en un intento de atrapar la vida que se escapa.
    "El gato de Carlos Arroyo" (ya sé que es de Lovecraft). Un escritor adolescente, una casona abandonada y un gato negro que se roba el bolígrafo del protagonista y huye metiéndose en la casa. Sótanos, escalera, etc. Muy buena esta parte: Cuando hubiera recuperado el preciado recuerdo haría una descripción de aquel firmamento que estaba guardado en un trastero" El protagonista es un escritor muy joven y va armando en su imaginación(nos lo hace saber )una historia que posiblemente sea aterradora. Se va contando el proceso de escritura y aparece el tema del doble: Pablo y Lovecraft, a su vez convergiendo en el gato.
    Ese gato que habla. ¿Has leído Mc Ewan "En las nubes" y a Haruki Murakami en "El fin del mundo y el despiadado país de las maravillas" ? Hay gatos que hablan y cómo... me ha gustado el final, quizá un buen reajuste en la parte del Sr. Soler..
    En fin, compañeros, a escribir y a corregir, no hay otra. A veces salen buenos cuentos y otras veces sólo salvamos algún párrafo o nada.
    Hasta la próxima.
    Lila

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  3. Emilio,

    Tuve que leer tu cuento varias veces para entenderlo. Lo que se refiere a la historia en si, esta muy bien; la trama no.

    Entiendo que después de estar mucho tiempo viviendo otra cultura, adquirimos una mezcla de costumbres. Esto puede afectar nuestra ortografía, pudiendo originar confusión en nuestra expresión escrita.

    En referencia al relato, he podido apreciar la construcción de párrafos con muchas frases separadas con "y". Frases que quedaría mejor con un punto final y seguido. Esto da a la comprensión una pérdida en el sentido de la historia.

    Especial atención con el tiempo narrado y el tiempo de los verbos.

    Leer en voz alta puede ser un buen método para detectar fallos de puntuación, verbos, etc.

    Más abajo,presento mis sugerencias.

    Saludos,
    Pandora

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  4. Es una bonita historia de amor a la que, por la precipitación a la hora de escribirla, hay que reparar un par de errores de concordancia, abreviaría un par de párrafos y poco más.
    En el segundo párrafo hay varios verbos en pretérito perfecto simple a la hora de contar un sueño del personaje cuando lo más correcto para algo que realmente no ha ocurrido sería usar el imperfecto: "Yo había tratado de salvarla y al cabo de algunos minutos la sacaba lastimada y desesperado solicitaba ayuda para revivirla, pero todo era en vano."
    Justo después (desde "Al recordar esa pesadilla... hasta sus labios y su cuerpo.") yo acortaría un poquito este párrafo que no me dice mucho.
    A partir de la segunda página empiezan los problemas de concordancia. Han salido haciel coche cuando comienza a nevar y cuando han cruzado el cementerio se dice que ya hay varios centímetros de nieve en el suelo ¿TANTO HA NEVADO O YA HABÍA NIEVE EN EL SUELO?
    En esta segunda página cambiaría la palabra "posaderas" por otra más sensual y propia de la escena que describes. Glúteos, nalgas, hay muchas...
    En la tercera página dices que el personaje se queda dormido sobre una tumba. Lo que más me chirría del asunto son los centímetros de nieve y el frío que debía hacer para quedarse dormido sobre una piedra al raso.
    Échale un ojo a esas cosas que la base de la historia está muy bien.
    Un saludo.

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